Hace unos días despedimos los restos mortales de un joven talentoso de la iglesia. En aquella ocasión dije, como palabras alusivas, que la vida se trata de encuentro. Personalmente rendía homenaje a Dios que me permitió cinco años de encuentro significativo y divino con aquel joven.
Mientras medito en estas palabras, pienso en que el Señor
guía nuestro camino y en el transitar de su voluntad nos permite estos
encuentros, a veces cortos o largos, lo importante es lo significativo que es
para nuestro vivir y lo que aportamos al
otro. Creo que si fuéramos más conscientes de esta verdad, cuidaríamos detenidamente
estos encuentros.
Para Josué encontrarse con Moisés fue un encuentro divino.
Timoteo no hubiera dudado en responder positivamente en relación a su encuentro
con Pablo. ¿Tus encuentros son solo ocasionales, significativos o divinos? Creo
que el secreto está en nosotros. En la manera en que valoramos e involucramos a Cristo en estos encuentros.
Alguien puede ser ocasional en tu vida pero tu manera de ver
los momentos compartidos lo puede convertir en significativo. Es más, si ves al
Espíritu Santo guiándote siempre, te darás cuenta que todo se convierte en
divino según le des posibilidades a Dios. Ninguna persona pasa a tu lado casualmente
sino causalmente. Solo permite al Señor mostrarte los porqués y usar tu vida tanto
como la de los otros a tu favor.
La vida solo se trata de encuentros temporales hasta que
llegue lo eterno.
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