CARTA PARA UN ESCOGIDO I









NO NOS SENTAREMOS A LA MESA HASTA QUE TU LLEGUES 



Cierro mis ojos y pienso en ti. No sé dónde estás. Ignoro lo que haces; en que piensas. Cuáles son tus anhelos, el llanto silencioso y la ira contenida o desatada que arrasa con todo a tu lado. Hay tanto dolor. Son tantos los caminos y senderos de esta vida. No sé si te encontraré, si leerás estas palabras. El bullicio es ensordecedor, las voces se multiplican y la desesperación por acallarlas te puede llevar a tomar decisiones de las cuales algunas son sin regreso. Digo en mi corazón: --¡No puede ser así!--. Miro el cuerno en las manos del profeta y pienso en ti. ¿Sabrás lo que Dios ha preparado para vos? ¿Conoces el propósito de Dios con tu vida? 





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A mi esposa:
Margarita, te agradezco todo tu cuidadoamor y dedicación. Por mis estudios, mis desiertos y mi tiempo invertido, que es el tuyo.
A mis hijas:
Cynthia y Carolina, colmaron mi pasado, mi presente y todo lo que deseo en mis postreros años está en ustedes.
Para Jonattán, todo un párrafo aparte, como corresponde a un escogido entre miles.








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CONTENIDO

No nos sentaremos a la mesa sin ti
.............................................................Expectativas
Conforme el corazón de Dios
.............................................................Rey y siervo. Hombre y Dios
Corazón de hijo
.............................................................¿Cuál es tu lugar?
Corazón de siervo
.............................................................Un siervo diferente
Soberano que supo esperar
.............................................................David a sus diez miles
Dios, enséñame a adorarte
............................................................Adorarte en espíritu y verdad
Derrama sobre mí tu unción
.............................................................¡Ven, estemos a cuenta!
.............................................................Vasija
Hablemos de la unción
.............................................................Profetas
.............................................................Reyes y sacerdotes
¡Sé lleno del Espíritu!
.............................................................¿Para qué la unción?
¿Hay un lugar en tu mesa para hacer misericordia de Dios?


Referencias Bíblicas:                                                                                                                                                   
TODAS LAS CITAS BÍBLICAS PERTENECEN A LA BIBLIA REINA VALERA 60.




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Dijo Jehová a Samuel: ¿Hasta cuándo llorarás a Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de sus hijos me he provisto de rey.
Y dijo Samuel: ¿Cómo iré? Si Saúl lo supiera, me mataría. Jehová respondió: Toma contigo una becerra de la vacada, y di: A ofrecer sacrificio a Jehová he venido.
Y llama a Isaí al sacrificio, y yo te enseñaré lo que has de hacer; y me ungirás al que yo te dijere.
Hizo, pues, Samuel como le dijo Jehová; y luego que él llegó a Belén, los ancianos de la ciudad salieron a recibirle con miedo, y dijeron: ¿Es pacífica tu venida?
El respondió: Sí, vengo a ofrecer sacrificio a Jehová; santificaos, y venid conmigo al sacrificio. Y santificando él a Isaí y a sus hijos, los llamó al sacrificio.
Y aconteció que cuando ellos vinieron, él vio a Eliab, y dijo: De cierto delante de Jehová está su ungido.
Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.
Entonces llamó Isaí a Abinadab, y lo hizo pasar delante de Samuel, el cual dijo: Tampoco a éste ha escogido Jehová.
Hizo luego pasar Isaí a Sama. Y él dijo: Tampoco a éste ha elegido Jehová.
E hizo pasar Isaí siete hijos suyos delante de Samuel; pero Samuel dijo a Isaí: Jehová no ha elegido a éstos.
Entonces dijo Samuel a Isaí: ¿Son éstos todos tus hijos? Y él respondió: Queda aún el menor, que apacienta las ovejas. Y dijo Samuel a Isaí: Envía por él, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí.
Envió, pues, por él, y le hizo entrar; y era rubio, hermoso de ojos, y de buen parecer. Entonces Jehová dijo: Levántate y úngelo, porque éste es.
Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David.



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NO NOS SENTAREMOS A LA MESA SIN TI
L
a mesa está servida. El profeta tiene el cuerno lleno del aceite de la unción[1]. Viajó mucho y está cansado. Las fuerzas no son las mismas; los años han pasado y siente la extenuación. Además, los tiempos son peligrosos. Una vez tomó un cuerno semejante y ungió a quien hoy teme.

El mandato es desafiante a todo un orden político, lo cual puede provocar el ser acusado de traición y muerto por lo que va a hacer.
Mira el cuerno. Toda la bendición de Dios está en él. Una vez que su contenido sea derramado sobre la cabeza de alguien, el Espíritu de Dios vendrá y se posará sobre él. Políticamente se convertirá en rey, el señor de su pueblo, el único, el ungido, el señalado entre mil. Todo lo que pueda desear está allí, a un paso de elección.
Cierro los ojos. He gustado en mi vida la unción del Todopoderoso. En diferentes oportunidades, todo mi ser y mi corazón apenas se sostenían en mi pecho por causa de la unción. Sé lo que es ser usado por Dios. Tener en mi mente por mucho tiempo palabras que pronuncié; momentos que compartí; presencia santa manifestada de manera especial. ¡Tocar apenas el manto del Señor y recibir el poder que sale de él! No ignoro todo lo que Dios puede dar. Te escribo sobre esto y reflexiono en que son las arras del Espíritu[2], tan sólo un anticipo de nuestra herencia.
Lo que sucede en la casa de Isaí es diferente. Dios tiene algo distinto para esta persona al cual el profeta busca sin saber quién es. Lo que tiene en sus manos es una unción especial y única, (el Señor tiene algo especial también para vos), en la escena en la humilde casa de Belén no falta nada: está el profeta, la familia escogida, la voluntad de Dios, su gracia, ¡El cielo permanece atento!
No es poca cosa lo que va a suceder. Uno a uno los hijos de Isaí pasan delante de Samuel. Cuando Dios diga quién es, entonces, Samuel lo ungirá, y nos sentaremos a la mesa y celebraremos. A los ojos humanos todo está allí. Es hora de disfrutar. Pero a los ojos de Dios no. Faltas tú y no nos sentaremos a la mesa hasta que llegues.
Cierro mis ojos y pienso en ti. No sé dónde estás. Ignoro lo que haces; en que piensas. Cuáles son tus anhelos, el llanto silencioso y la ira contenida o desatada que arrasa con todo a su lado. Hay tanto dolor. Son tantos los caminos y senderos de esta vida. No sé si te encontraré, si leerás estas palabras. El bullicio es ensordecedor. Las voces se multiplican y la desesperación por acallarlas te puede llevar a tomar decisiones de las cuales, algunas pueden no tener retorno.
Digo en mi corazón: --No puede ser así-- Miro el cuerno en las manos del profeta y pienso en ti. ¿Sabrás lo que Dios ha preparado para vos? ¿Conoces el propósito del Señor? Quizás lo oíste de pequeño, en los labios de tus padres o de algún pariente. Quizás de algún conocido o amigo, en la televisión o en alguna Escuela Dominical.
Elevo una oración a Dios para que esas palabras salgan a la superficie en tu mente. No interesa dónde hayan quedado enterradas por los vaivenes de la vida ¡Qué surjan a la superficie!, como agua que riega la tierra como rocío que moja el desierto, lenta y abundantemente inunden tu vida. No te acuerdes de las cosas pasadas, ni traigas a memoria las cosas antiguas. Dios tiene una nueva unción; cosas nuevas para ti; porque otra vez abrirá camino en el desierto, ríos en la soledad[3].
¿Dónde estás tú? Quiero sentarme en la mesa y disfrutar de lo que el Señor ha preparado para nosotros. Levanto mi mirada y veo los cielos abiertos. En cualquier momento, en un cerrar y abrir de ojos toda mi fe se hará realidad: Mi Jesús vendrá.
Nos sentaremos a la mesa y celebraremos. Aún en un lugar muy distante y ajeno a nuestra mortalidad se libran interrogantes los cuales dan cuenta de la desesperación que produce la mesa puesta por Dios: --¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero?--[4] Jesús mira la mortalidad y a la inmortalidad, y responde: --Todavía no--. Tú no estás y no nos sentaremos sin ti.
Pienso en Dios. Veo el Huerto del Edén y su perfecta vegetación, los animales totalmente puros y libres de toda corrupción. De pronto algo cambia en el aire. Se percibe en el ambiente como una brisa contaminante. La naturaleza comienza a gemir y hasta hoy lo hace esperando ser redimida, anhelando volver a este principio.[5]
Dios Padre se pasea por el Huerto, sus ojos tienen un brillo de amor y gracia que lo iluminan todo. Él sabe que pasó, nada se oculta delante de su presencia, aún la oscuridad resplandece delante de su faz. Sin embargo, la voz de la gracia pregunta: ¿Dónde estás tú?[6]
Busca al hombre y a la mujer que creó; formó con sus manos y en quienes sopló aliento de vida. Aquellos con los cuales solía dialogar haciéndole partícipe de sus propósitos, cómplice de sus sueños. Se deleitaba oyéndoles poner nombre a las cosas creadas con la intencionalidad de que la piensen propias.
--¿Por qué te escondes de mí? ¿Mi presencia te aleja? ¿Cuál es ese sentimiento negativo que produce mi voz al llamarte?--. Todo cambió. Cierra sus ojos y piensa en Jesús; ¡Y se goza!
Solo quiero compartir contigo, ¡hijo mío! Lo que tengo, lo que Dios me ha dado, lo que hizo con mi vida y quiere hacer con la tuya. Lo dulce, lo bueno, lo apreciable; todo el huerto lo hizo el Padre para nosotros. ¿Por qué corres? ¿De quién o de qué escapas? ¿Por qué te escondes?
Que duro sería para mí que mis hijos se marcharan huyendo al oírme, que se escondieran sabiendo que llegué a casa. Verme paseando por el huerto, a la luz del día, llamarlos y notar que se esconden de mí. Puede pasar. Recuerdo una familia amiga donde los hijos protestaban y maldecían el momento en que su padre volvía a la casa. Yo no lo podía interpretar, huérfano desde los siete años como iba a comprender la sensación de esconderme de mi padre.
Viene a mi mente cuando casado y con tres hijos decidimos vivir a 5000 kilómetros de distancia de nuestro hogar. Teníamos un perrito. Desde que nos fuimos, él solía ir a la parada de ómnibus y esperar nuestro regreso. Con sol, con lluvia o frío, siempre estaba allí y esperaba. Mi familia lo recogía y lo llevaba a su hogar para que no sufra. Pero él siempre volvía. Y esperaba.
Tantas veces miré las calles vacías esperando verlo venir. Caminé por aquella provincia distante, donde quedó y murió mi padre luego de la separación familiar, esperando verlo. Tan solo una foto en un cementerio encontré. Quizás, de acuerdo a mi historia de vida, de haber vivido hubiera llegado a la situación de esconderme de él al verlo llegar al hogar. No lo sé. ¿Lo sabes tú? ¿Has vivido situaciones como éstas? ¿Sabes lo qué es tener un padre y una madre? ¿Lo eres? ¿Dónde estás?
En cuanto a Dios, no lo puedo entender. No hay nada más dulce y delicado que su presencia. ¡Ojalá viviera, todos los días de mi vida, sumergido en ella! Cada minuto en que mi mente se debe concentrar y responder a las exigencias de mi trabajo secular, o de las preocupaciones o quehaceres y obligaciones diarias, digo: --¡Ojalá viviera todos los días de mi vida sumergido en tu presencia!--.
No sé si te encontraré, si leerás estas palabras. Menos aún, ¿Cómo podré explicarte lo que siente mi corazón al estar frente a mi Señor? Mirar a Jesús. Sentir como mis ojos se humedecen de amor y como mi alma se aquieta recostado sobre su pecho. Sentir su latir. Saber que vive, siente, piensa y comprende, y calla de amor por mí. En este momento no siento mi humanidad o, quizás, es cuando más humano soy. No lo sé. Sólo te puedo asegurar que de oír su voz correría a encontrarme con él. Besaría las heridas de sus manos y callaría de pasión por su presencia.
Pero no siempre fue así. También oí la voz de Dios preguntando: --¿Hugo, dónde estás?--. Lo ignoré. Le di la espalda. Ni siquiera me escondí, desvergonzadamente tomé lo que creí que era mío[7] y me fui buscando a ciegas lo que consideraba necesario para ser feliz.
Hundido en depresión y soledad un día entré en una iglesia. Lloré; y lloré; y lloré. No sabía por qué y de haberlo sabido no hubiera podido responder al pastor que se acercó a mí en aquel momento. Mis labios se abrían pero mis cuerdas vocales no podían expresar palabra. Tampoco las hubiera tenido para explicar lo que sentía, lo que corría por mi interior y se agitaba como quien agita las aguas de un río tempestuoso que se lleva todo.
Todo mi dolor, mi soledad, mi depresiva forma de pensar, esa manera visionaria de mirar que me caracteriza, pero que en aquél entonces sólo visionaba derrotas y fracasos. Pensaba de mi mismo como un mal encarnado, que de amar a alguien huiría y nunca confesaría mi amor. Una voz me decía y me convencía: --Hugo, si logras amar, ¡aléjate! Si le amas no la dañes. Todo lo que toques será dañado por ti--.
Nunca antes pensé en el Amor de Dios. No recuerdo haber pensado anteriormente en un Padre con sentimientos, en un Dios que me ame, a pesar que siempre estuvo presente en mi vida y en mis pensamientos. Estudié sobre él desde pequeño. Quise buscarle y llenarme de religiosidad que saciará mi necesidad. Recorrí caminos místicos sin encontrar lo que buscaba. Con solo doce años enfrenté líderes espirituales pidiéndoles que me den algo de Dios. No lo encontré.
No conocer de su amor me imposibilitaba entender y visionarlo como Padre. Como dije antes, siempre busqué a mi padre en la multitud pero jamás hubiera pensado en él buscándome. Lo esperaba, (como mi perrito nos esperaba a nosotros), pero nunca lo hubiera visionado esperándome. Y, sin embargo, Dios me esperaba como te espera a ti. Me aguardaba y apenas me miró a lo lejos se manifestó su misericordia; y corrió; y se echó a mi cuello; y me besó.
Hay un becerro gordo reservado para el día en que tú vuelvas; lo mataremos y comeremos. Hay un lugar en la mesa del Padre para ti, pero no nos sentaremos hasta que tú no estés presente. Me pararé con el Padre a la puerta de la casa. Miraré el horizonte esperando ver tu silueta que retorna. No me importará tu condición. Le prometí a Dios no dejarlo solo. Compartiré su espera porque sé de su dolor. Puedo percibir los latidos de mi Salvador. Sufre por ti. Quiere verte regresar para echarse en tu cuello; y besarte.
¿Dónde estás tú? Escribir estas líneas es una forma de buscarte. No quiero, como el hijo mayor de la parábola del hijo prodigo, seguir mi vida sin pensar en ti. Eres mi hermano. Me importas. Toda la familia de Dios se interesa por ti. No somos perfectos pero te amamos. Nos equivocamos, y juzgamos, pero nuestro Padre es compasivo y nos hace reflexionar.
Libero estas palabras para que salgan tras tuyo. Que mi bendición te persiga, y te alcance. Como el viento, como la brisa de primavera. Que llegue a ti y seque tus húmedas mejillas. Que sanen tu interior. Que besen tu corazón.
El becerro sigue engordando, pero no nos sentaremos a la mesa sin ti.





EXPECTATIVAS

S
amuel vio a Eliab, y dijo: --De cierto delante de Jehová está su ungido-- Pero no estaba allí. Luego pasaron uno a uno los sietes hijos de Isaí y el profeta recapacitaba y esperaba la decisión de Dios en cada uno de ellos. La desazón fue cuando pasó el último y no hubo una respuesta afirmativa de parte del Señor.

Cerró los ojos. Esto no podía estar sucediendo. Dios no le mentiría ni lo enviaría a una empresa imposible. Alguien está mintiendo. Algo está pasando que esconde lo buscado. Un plan maléfico se lleva a cabo que quiere dificultar y, de ser posible, evitar que Samuel cumpla su misión.
Siempre me pregunté: ¿Cómo podía ser posible que su padre lo ignorara? ¿Ninguno de sus hermanos dijo: --¡Falta David!--?  ¿Nadie se acordó de él, o mejor dicho, nadie lo tuvo en sus pensamientos? Así fue, nadie pensó que David pudiera ser. Las circunstancias, guiadas por el Señor, provocaron que del pequeño se oyera en la casa y se supiera que estaba apacentando las ovejas. Quizás, más que nunca, la inspiración profética del Espíritu le susurraría al corazón solitario del dulce cantor de Israel:
--Aunque afligido yo y necesitado, Jehová pensará en mí. Mi ayuda y mi libertador eres tú; Dios mío, no te tardes--[8].
¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos! Si los enumero, se multiplican más que la arena; despierto, y aún estoy contigo.[9] Insondable mar de tu mente, ¿Quién puede navegarlo y descubrir tus secretos? Si graficare la mente de Dios, de seguro tu silueta vería. Hay estás tú. Eres la principal razón del pensamiento de Dios. Tu nombre está grabado con sangre, (¡Preciosa Sangre!), en su mente.
A lo mejor digas: --Nadie piensa en mí--. Quizás la soledad del desierto nubló tu visión espiritual y tu percepción de los acontecimientos te hacen creer que estás muy lejos de ser tenido en cuenta por Dios.
David sintió esta sensación, dijo en su desazón: --¿Hasta cuándo, Jehová? ¿Me olvidarás para siempre?--[10] ¡No te tardes, Señor! ¿Te olvidarás de mí? ¿Te olvidará el Señor? Dime, ¿Sé olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? ¿Sé olvidará tu padre, tus hermanos, tu esposo o tus hijos de ti? Aunque ellos te olviden, ¡Yo nunca me olvidaré de ti![11] Dice el Señor, Dios Todopoderoso.
¿Cómo aceptar la soledad? ¿Cómo creer en las voces ajenas que te dicen: --¡Nadie te tiene en cuenta!--? En la mente más sublime, más fiel, perfecta y santa, allí estás tú. ¡Dios pensará en ti! Aunque tu padre y tu madre te dejarán, con todo, Dios te recogerá[12].
David escribió estas palabras, no quiere decir que se haya sentido abandonado por sus progenitores, sólo obsérvalo como un proverbio que intenta expresarte que Dios se preocupa más por tu bienestar, de lo que tu padre y madre lo harían. El amor de Dios va más allá de cualquier amor. Nadie te amará jamás como Jesús te ama.
Dile: --¡No te tardes, Señor!--. Oye los pasos del mensajero; corre por los montes; cruza los ríos; salta por los collados: --¡David, tu padre te llama! Alguien pensó en ti; y te espera; y no nos sentaremos en la mesa hasta que tú vengas--. Aunque no lo veas, (como Bartimeo el ciego), escucha, percibe, unos pasos se arriman, lentos y perplejos, y te dicen: --¡Levántate ciego, el Maestro te llama!--.
¿Cuántas son las expectativas acerca de ti? ¿Quiénes son los que fomentan y creen en tu potencial para lograr lo que tienes por delante? Si enumeras y pones delante de ti todos sus pensamientos, la suma de ellos, ¿Qué te dirían? ¿Creen en ti o las expectativas son pocas?
Si hubiera promoción en tu trabajo, ¿Te tendrían en cuenta? Si en tu congregación hubiera que tomar dediciones para compartir responsabilidades, ¿Pensarían en ti?  Si fuese negativa la respuesta, ¿Por qué crees que no lo harían? ¿Opinas que es injusto? ¿Cuál es tu consideración de ti mismo respecto a promociones y demás? ¿Tienes expectativas propias? ¿Cómo te piensas?
David desconoce por completo lo que sucede en su casa. Apacienta las ovejas. La mesa está servida, algo tremendo va a suceder. El cuerno rebalsa del aceite de la unción. Un nuevo rey será ungido. Diferente. No como el primero que el pueblo eligió. --A éste lo elijo yo--, dijo el Señor, --Uno conforme a mi corazón--.
Hay tantas cosas que no sabemos. Las oportunidades se presentan cuando menos lo esperamos. Dijo una vez un predicador, (como título de su predicación): “El amanecer no viene dos veces para despertarte”[13]. Uno es el amanecer hoy, el de mañana será otro.
Jesús dijo que cada día trae su propio afán, en relación al escrito, te digo que cada día trae su propia oportunidad, pero a veces la que perdemos o dejamos pasar, no vuelve nunca más. Lo importante es saber que nosotros somos constructores del mañana. Cimentamos dándonos posibilidades de aprovechamiento de las oportunidades. Todo lo que hagamos hoy nos permitirá tener las herramientas necesarias para aprovechar las ocasiones de uso y crecimiento que vendrán. El mejor profeta del futuro es el pasado[14].
Quizás las repuestas ha muchos de tus interrogantes radiquen en tus actitudes. En la forma en que te piensas, a tus propias expectativas sobre lo que podes conseguir, a tus percepciones, deseos, actitudes y proyectos. La manera en que te pienses y valorices se transmitirá por medio de tu accionar. ¿Cómo pretendemos que los demás tengan una expectación diferente con nosotros, cuando no somos capaces de modificar nuestra propia forma de vernos? Nuestras expectativas personales nos permitirán proyectarnos llevándonos a una acción que nos permita capitalizar y desarrollar nuestro potencial.
David tenía un corazón de pastor. Pero no nació así, más allá de sus capacidades innatas, se formó y desarrolló de acuerdo a lo que le era necesario para la labor pastoril. Ante cada situación fue tomando una decisión, ser un pastor asalariado o el dueño de las ovejas. Esto tiene que ver directamente con su forma de pensarse. Quizás pastoreaba las ovejas sólo porque era el más chico, o por la situación de reproche y forma negativa de pensarlo que tenían sus hermanos, sea como fuera, David se pensaba pastor de “sus” ovejas. Esta manera de pensarse le permitía un accionar acorde a sus expectativas: ¡Nadie las arrebataría de sus manos!
El que es fiel en lo poco lo será en lo mucho. Su personalidad fiel, sin permitir una contaminación externa por un espíritu quejoso y de reproche, le daba a Dios la herramienta necesaria para pensarlo como “Pastor de Israel”.
Promociónate con tus acciones. Los demás verán y optarán por usar y permitirte desarrollar tu potencial, o no. Pero, no te desilusiones si no siempre los otros valoran tu esfuerzo. Sigue esforzándote, por sobre todo y todos. ¿No era lo que sucedía con David?
¿No sé dónde estás o qué harás? Sólo sé que la mesa está servida y los intereses son muchos. Quizás pienses que tú no despiertas expectativas ni en ti ni en los demás. Quizás sea cierto. Pero Dios tiene muchas expectaciones con tu vida.
Las reuniones de obreros en mi congregación se realizaban los días sábados. El Pastor seleccionaba a los participantes que constaba de obreros, diáconos y ancianos. Ser invitado a estos encuentros era ocupar uno de estos niveles de servicio, siempre se debía a que el ministerio propio era reconocido por el pastorado de la iglesia.
Un día, el pastor me invitó a estas reuniones. Sabía lo que esto significaba y era un privilegio. Compartiría con estos hombres de Dios tiempo de ayuno, de estudios, conversaciones, cambio de opiniones de un valor espiritual tremendo.
Lo que quiero rescatar son las palabras que el pastor dijo a todos los presentes en mi presentación “oficial”: --He decidido que Hugo nos acompañe porque en todos los cultos está dirigiendo o predicando y esto se debe a que ustedes lo deciden, (cada encargado de reuniones tomaba la decisión de determinar el quién lo hacía), esto ha permitido ver algo de Dios en él que debemos tener en cuenta--, luego dijo en forma de broma, --¡Consideren que también hay otros en la iglesia!--.
Dios me tenía en cuenta y se manifestaba en la decisión de cada uno de los encargados de culto hasta mostrar y dar vida a una manera de pensarme conforme el pensamiento del Señor.
En una hermandad que no ordena pastores y sostiene tradicionalmente el ordenamiento de un solo pastor  “cabeza de congregación”, hubiera sido necesario ponerme en una fila extensa de candidatos con mínima o casi nada de posibilidad de ser tenido en consideración para un pastorado. 
Un día Dios lo hizo. Modificó todas las estructuras y saltó por sobre todos los obstáculos burocráticos y tradicionales para manifestar su pensamiento. ¡Gracias a Dios por mi pastor, el Apóstol Guillermo Oscar Tejeda, porque siempre obedeció al Señor y su sensibilidad al Espíritu de Gracia le permite ser usado como lo es!
Compartir contigo parte de mi historia es con ánimo de que entiendas que cuando el Señor Jesús decide bendecirte, nadie lo puede impedir. Hay una bendición tremenda esperando por ti. Necesitas dar un paso de fe y, posiblemente, ese paso sólo sea cambiar las expectativas que tienes sobre ti mismo y pensarte como Dios te piensa.
Cuando recapacito en lo relacionado a esto, digo: --Unas son aquellas expectativas que nadie tiene sobre mí, otras las que puedo o no tener pensándome ser. Las más difíciles son aquellas que nunca voy a poder satisfacer--.
Te cuento una intimidad: Aquella noche rompí el silencio y le pregunté sobre sus expectativas sobre mí. Me respondió sobrepasando mi humanidad. Nombró tres expectativas sobre lo que esperaba de mí. ¡Qué dolor! Nunca podré satisfacerle. Se lamenta mi alma que no considere mis limitaciones, que sólo soy un ser humano, que quiero darle todo, pero no lo poseo. No es falta de gana, ni dinero, sólo mortalidad.
Dios tiene expectativas muy altas con nosotros. Las tiene contigo. ¿Sabes cuál es la diferencia? Tomará lo que le demos y lo que falte lo cubrirá su Gracia. Porque Cristo cumplió con todas las expectativas de Dios sobre la humanidad. En Jesús, Dios siempre se sentirá satisfecho. Tu fe lo satisface.
¡Qué diferente es tu amor al del ser humano! ¡Tú lo tienes todo! me pregunto: ¿Cómo satisfacerte? Tú te proveíste, oh Dios, el fruto de tu propia satisfacción. No es falta de gana, ni dinero; es tu inmortalidad vistiendo mi pobre humanidad.
Quisiera ser el mensajero que te vaya a buscar. Correría descomunalmente como aquél que fue apresurado a buscar a David. Isaí se desesperó cuando escuchó al profeta decir: --No nos sentaremos a la mesa hasta que él venga-- Con toda autoridad debe haber mantenido la firmeza de Dios: --No lo haremos; y nadie me moverá de esta decisión--.
--¡Corre; corre y no te detengas en el camino! ¡Ve y dile a David que venga! ¡Cuéntale que Samuel está en casa! Dile que se apresure. Cruza los ríos y los collados. Intérnate en el desierto; busca las huellas de las ovejas y dile al pastorcito que esperamos por él--.
¿Cómo? ¿Por qué tanto trabajo en buscarme? Nunca lo habían hecho anteriormente. ¿Se acordaron mi padre y mis hermanos de mí? ¿Qué fue lo que cambió en mi familia?
No. Ellos no cambiaron. No todavía. Siguen sin tener expectativas con tu vida. Creen que eres bueno para pastorear unas cuantas ovejas, pero no creen que puedas pastorear Israel. Es Dios quien cree en ti. Es él quien tiene sus ojos puestos en tu corazón.
Las circunstancias que vivimos no se pueden justificar ni tampoco es la intención, pero es bueno que sepas que el Señor siempre estuvo allí, trabajando con tu vida. Transformando todo lo malo en bien. Enseñándote y preparándote. Cuando el oso o el león quisieron arrebatarte las ovejas, Dios te estaba mirando. Podrías haber ignorado lo que sucedía. Podrías haber dicho: --Sólo es una oveja--. Pero arriesgaste tu vida. Diste todo lo que tenías y la arrebataste de las garras de la bestia.
Solemos pensar que sólo los pastores ordenados de las iglesias pastorean, pero no es así. Todos pastoreamos y somos pastoreados. Dentro y fuera de una congregación. Cuando compartís tu pan con el hambriento, cuando al pobre albergas y das palabras al cansado. Cuando cedés tu tiempo por otros y te sacrificas en medio de tu propio dolor para prestar tu oído a aquel que nadie escucha. Todo lo que hacemos por otro, a Cristo se lo hacemos; pastoreamos sus corderos por amor a él.[15]
Calzo mis pies, cubro mi cuerpo y dispongo mi corazón. Quiero ser yo quien cruce valles, desiertos y ríos. Quiero ser el mensajero que te diga: --Ven. Deja por un momento las ovejas. Desciende a tu casa porque no se sentaran a la mesa hasta que tú llegues--.





CONFORME EL CORAZÓN DE DIOS


D
ios se había buscado un varón conforme a su corazón[16]. Necesitaba que Samuel pudiera mirar como él miraba y buscar lo que el Señor buscaba.

¿Cómo podemos definir al Corazón de Dios? ¿A qué se asemeja? ¡Qué terrible es poder intentar siquiera arrimarnos a una idea de la inmensidad de su corazón! Sin embargo, él se manifestó a nuestras vidas. Jesús es la imagen y esencia de su corazón.
La habitación es pequeña. Las paredes parecen cerrarse sobre mí permitiendo al silencio devorarme de a poco. --¡Todo terminó!--, pensé. Y en medio de mi desesperación deseaba que así sea.
¿Conoces esta sensación? Yo la sentí muchas veces. Pero poco a poco fui conociendo el corazón de mi Señor y sé que nunca me dejará. Pienso en él y digo: --Aún del pozo cenagoso me sacarás--. Una voz en mi interior me dice que también esto pasará. Pienso que nada tendría que haber sido así. Es como un sismo que tiene epicentro en mi corazón pero afecta en mayor o menor grado a los que me rodean. Entonces pienso en mi esposa, en mis hijos, que son los más cercanos, y reflexiono: --No tiene porque ser así--. Pero lo es.
Buscar un corazón conforme al de Dios parece una búsqueda imposible. ¿Quién puede comprenderlo? Sobre todo, porque engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿Quién lo conocerá? El Señor responde a esta pregunta: --Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras--.[17] Nadie más que Dios puede revelártelo.
Señor, mi corazón aún no es conforme al tuyo. Perdóname, hijo mío. Perdóname amada si vivo para ti y todos mis sueños son tuyos. Me desvela tu felicidad y, sin embargo, en muchas ocasiones te hago infeliz. ¡Transforma mi corazón conforme al tuyo, Jesús! David, hago mías tus palabras: --¡Examíname, Señor, y conoce mi ser interior; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno!--.[18]
¿Y tu corazón? Si pudiéramos hablar cara a cara intercambiaríamos pensamientos y estoy seguro que en muchos aspectos coincidiríamos. Pero, todavía no nos hemos sentado a la mesa. Quizás estás esperando al lado de tu silla que otros lleguen para que nos sentemos juntos. A lo mejor aún no llegaste, pero te seguimos esperando.
Conocer el corazón. ¡Qué difícil!
En el nuevo Testamento denota interpretar toda nuestra actividad mental y moral, incluyendo tanto nuestros elementos racionales como emocionales. En otras palabras, se usa el corazón de manera figurada para denotar las corrientes escondidas de la vida personal. ¡Imagínate! ¿Quién podrá conocerlo?
La manera en que se manifiestan y en las cuales basamos nuestro gozo[19], dolor[20]deseos[21] y afectos[22], hablaran de lo que aprobamos y desaprobamos en nuestro corazón. En cualquier circunstancia por la que pasemos: nuestros más íntimos pensamientos[23], todo nuestro entendimiento[24] y los poderes de raciocinio[25], de la imaginación[26] y nuestras percepciones[27]responderán a nuestro patrón mental.
Nuestra conciencia[28], propósito[29], voluntad[30] y fe[31] reaccionaran mediante los designios de nuestro ser interior. Finalmente, nuestra boca declarará todo lo que hay en las corrientes escondidas de nuestra vida personal.[32] En todo esto manifestamos nuestra semejanza de corazón con Jesús, o no.
¿Cuáles son tus deseos más ocultos o transparentes? ¿Qué te produce mayor gozo? ¿Cómo reaccionas ante el dolor? ¿Y tus pensamientos, percepciones, voluntad, propósitos y fe? Ora conmigo: --Jesús, moldea mi carácter y hazlo más como el tuyo. No estoy hablando de ser colérico, o tímido, o melancólico, o flemático. Estoy hablando de lo que soy en esencia, como persona. El carácter es mi modo de ser peculiar y privativo. Es lo que soy en medio de la oscuridad, cuando nadie me mira[33]. Es lo que soy en realidad, sin caretas que disimulen mi interior. Oh, Jesús, ¡Haz mi carácter como el tuyo!--.
Quisiera situarme en una posición donde pueda hablarte tratando de transmitirte soluciones para conformar tu corazón al de Dios. Seguramente voy a poder darte conocimiento bíblico de su voluntad, pero sólo en Cristo encontré el corazón que Dios busca y su Espíritu Santo quiere transformarnos a su imagen. Lo que me cuesta muchísimo es ocupar una posición de consejero. Está tan distante de mí. Quizás por esto Jesús dijo que ninguno de nosotros pretendamos o seamos llamados maestros; porque uno es nuestro maestro, el Cristo[34].
Repito en mi mente, una y otra vez, las palabras de Jonathan Edwards: --Cuando veo adentro de mi corazón y percibo su infinita maldad, creo que es un abismo más hondo que el infierno. Cuando oro, peco; cuando predico, peco; tengo que arrepentirme de mi arrepentimiento, y mis lágrimas necesitan lavarse en la sangre de Cristo--.
No es imposible posicionarnos en lugar de ejemplo. Pablo pidió que seamos sus imitadores de la misma manera que él era imitador de Jesús[35]. Viven hombres de Dios los cuales son dignos que les imitemos, pero seguramente coincidirían conmigo en que hay patrones espirituales donde sólo podemos mirar a Jesús, cada uno en forma personal.
¿Eres así, David, para con Dios? ¿Eres tú el ejemplo para conformar mi corazón al tuyo?
Sin lugar a dudas hay muchas cosas que discutir sobre él, pero para no juzgarle, intentemos entender al Espíritu inspirador de la Palabra: El Apóstol Pablo, disertando en Antioquía de Pisidia, dice que Dios levantó por rey a David, de quien dio también testimonio diciendo: --He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quién hará todo lo que quiero--.[36] El Señor está mirando el futuro y no el pasado ni el presente. --David hará todo lo que quiero--, dice Dios.
Por supuesto, nosotros podemos saber lo que hizo David en el futuro porque conocemos la historia bíblica. Podemos recordarlo como un hombre pecador; cometió adulterio; mató a otros; mintió; traicionó a su nación; ejecutó varios errores de juicio; no fue un perfecto administrador, y finalmente, ni siquiera pudo atender adecuadamente su hogar[37]. ¡Éste es el hombre que haría todo lo que quiere el Señor!
¿Es lo que querías, Dios? Sin lugar a dudas, no. Miro alrededor, y preguntó: --¿Es lo que quieres de mí, Señor?--. Cierro mis ojos avergonzado. Tantas voces acusadoras y es tan grande mi incapacidad de agradarte. ¡Tengo que arrepentirme de mi arrepentimiento, y mis lágrimas necesitan lavarse en tu sangre, Cristo!
Quizás sentís lo mismo que yo. Déjame consolarte con el consuelo con el cual Cristo me consuela. Él sabe lo que harás. Siempre volverás a su presencia. Después de cada error te arrepentirás. Aprenderás de tus propios traspiés. Escucharás a tus críticos como a tus enemigos. Pero, por sobre todas las cosas, prestarás atención y oirás a sus profetas. Esto es lo que hizo David, lo que Dios esperaba de él, y espera de nosotros. El dulce cantor de Israel conocía el secreto de lo que Dios espera de un corazón conforme al suyo: --Al corazón contristo y humillado no despreciarás tú, oh Dios--.[38]
El Padre moldeará al tuyo como el alfarero moldea el barro. Hará de ti una vasija para honra. Te usará, y se gozará haciéndote bien.






REY Y SIERVO, HOMBRE Y DIOS


D
eseo observar a Jesús desde cuatros enfoques distintos. Quiero conocerlo como Rey, Siervo, Hombre y Dios.

Al inquirir en Cristo buscaremos entender lo que Dios quiere hacer de nosotros. El Señor enseñó a David a tener un corazón de hijo, a ser siervo, a saber esperar para reinar, por sobre todas las cosas, a ser un adorador conforme al corazón de Cristo.
Los cuatros Evangelios relatan su vida, obras, milagros, palabras, muerte, resurrección y ascensión a la Gloria de Dios Padre. Mi búsqueda es que podamos rescatar estos diferentes perfiles de Cristo desde la visión de cada uno de los evangelistas. Cuatros miradas que nos permiten obtener perspectivas distintas para destinatarios con intereses diferentes.
El Evangelio según Mateo fue escrito para los judíos y lo presenta como el Rey de Israel, el Hijo de David. En él encontramos su reino con sus leyes. Presenta la genealogía de Cristo la cual contiene 42 nombres ordenados en tres series de catorce cifras simbólicas; no es una lista completa. Jesús es hijo de Abraham padre de los creyentes, a quien Dios prometió que todas las naciones se reunirían en torno a su linaje. Jesús es también hijo de David pues es el Salvador prometido a Israel.  
El Evangelio según Marcos revela a Jesús a los romanos. Lo presenta como el siervo. Por este motivo lo vemos en continua acción; milagros tras milagros. Menos palabras que en los otros evangelios y mucho trabajo. En este escrito no hay genealogía, un siervo no la tiene.
Lucas escribe en su Evangelio otra genealogía pero mucho más extensa en el tiempo, no retrocede hasta David y Abraham, sino hasta Adán, el primer hombre. Este libro tiene un mensaje hacía los estudiosos griegos que buscaban el origen del hombre, y presenta a Jesús como el hombre perfecto: el Hijo del Hombre. Cristo se arraiga en la humanidad al cabo de siglos de una historia marcada por el pecado y también por la esperanza. Se lo ve orar mucho, transmitiendo toda su humana necesidad al encarnarse y habitar entre nosotros.
Juan es el evangelista que va mucho más allá de todas las genealogías, nos traslada al principio. El verdadero principio no es la creación del universo. Este comienzo del tiempo, del espacio, de la materia y de los seres vivos no explica nada sino, por el contrario, requiere una explicación. El verdadero comienzo está fuera del tiempo. Dice es que en el principio era la Palabra y ésta era Dios. Ahora bien, vamos a encontrar esta palabra viva en Aquel que es el Hijo hecho hombre, Jesús. Pero tal vez nos va a desconcertar, pues el Hijo tiene su propio misterio: es realmente Dios, tal como lo es el Padre. Juan presenta a Jesús como Dios y sus destinatarios son todos los que creen.





CORAZÓN DE HIJO


Evangelio según Lucas. JESÚS: El hombre perfecto. A los Griegos.


H
ay una virtud muy especial en David y es que más allá de las expectativas de su padre y sus hermanos, siempre trató de hacer lo encomendado lo mejor que pudo. Puso todo de él para cuidar las ovejas de su familia. Expuso su vida por lo que pertenecía a su padre y, aunque no era muy placentera, siempre hizo la voluntad de su progenitor. No le importó el desprecio ni la angustia. Sólo puso su mirada en el Señor y en su nombre enfrentó las situaciones. Aprendió a ser hijo.

Permíteme contarte: David procedía de la tribu de Judá. Gran parte de sus antecedentes se encuentran en el libro de Rut donde se presenta la genealogía de David, la cual se remonta diez generaciones hasta Fares, hijo de Judá.
Booz y Rut vivieron en Belén, una recóndita aldea que estaba a ocho o nueve kilómetros al sudoeste de la actual Jerusalén. En esta ciudad nació y vivió su hijo Obed y el nieto de ellos, Isaí; también, allí fue donde nació David el cual era el menor de diez hijos, ochos varones y dos mujeres.
Su familia era pobre. Booz había sido bien acomodado teniendo muchos siervos, pero para el tiempo de Isaí, la familia aparentemente había entrado en tiempos duros. Como se le consideraba el miembro de más bajo rango, a David se le asignaban los trabajos aburridos, difíciles y despreciados que normalmente llevaban a cabo los siervos y los asalariados.
--Ahora, pues, dirás así a mi siervo David: Yo te tomé del redil, de detrás de las ovejas, para que seas príncipe sobre mi pueblo, sobre Israel--, fue el mensaje del Creador por medio del profeta Natán.
David era un don nadie que había nacido en una aldea sin importancia, en el seno de una familia pobre, alguien a quien sus hermanos despreciaban y ridiculizaban, sin posibilidad alguna de salir de un trabajo que nadie más quería hacer.
Recordando esta condición, David responde: --Señor Jehová, ¿Quién soy yo, y qué es mi casa, para que tú me hayas traído hasta aquí? Y aún te ha parecido poco esto, Señor Jehová, pues también has hablado de la casa de tu siervo en lo por venir. ¿Es así como procede el hombre, Señor Jehová?--.[39]
¿Es así como procede el hombre? ¿Es así la ley humana? ¿Cuál es el parámetro que usa este mundo para medir los éxitos y los fracasos? ¿Cuál la medida con que se valorizan o desvalorizan a las personas? ¿Qué pautas usaron con vos para calificarte o descalificarte? ¿En qué se basaron o cuál es el modelo de perfección o la vara de lo aceptado y estipulado para juzgar? ¿Quién idea, diseña y ejecuta estos valores poniéndose a sí mismo como alguien capacitado para emitir juicio?
Las personas pueden despertar muchas expectativas ante los ojos humanos, (como fue el caso de Eliab, el hermano mayor de David), pero no todos despiertan expectativas en Dios. ¿Cómo procedieron contigo? No lo sé. Lo que si comprendo es como procede el Espíritu de Dios. Él mira lo que nadie puede mirar. Su proceder es conforme su ley divina y no conforme los argumentos del hombre. Dios mira lo que realmente somos y no lo que parecemos ser.
El más íntimo y escondido pensamiento o la acción no recompensada por ninguno. Aquel momento del cual nadie tiene memoria hasta tal punto que parece no haber existido. Todo está abierto ante los ojos de Dios. Cuando él decide sacar a luz un corazón recupera del olvido todo lo oculto y permite ser exhibido por la luminosidad de su presencia, sea bueno o malo. Hay un propósito piadoso detrás de esto, sea para perdonar o para recompensar, el fundamento es hacerte bien.
Los corazones se moldean, (visto como el asiento de nuestra vida física, de nuestra naturaleza moral y espiritual). David se dejó moldear. Dios comenzó con su corazón de hijo.
Isaí fue invitado por Samuel al sacrificio y llevó a sus hijos (casi todos). Al pasar delante del profeta los descendientes de Isaí presentes, ninguno fue señalado por Dios como el elegido. Entonces Samuel le preguntó a Isaí: --¿Son éstos todos tus hijos?--Quizás el padre sintió un poquito de vergüenza al tener que decir: --Queda aún el menor, que apacienta las ovejas--.
¿Por qué no fue invitado David a la fiesta? Tal vez porque habría sido incómodo emplear a alguien para que lo sustituyera en el cuidado de las ovejas; pero podía haberse hecho para esta ocasión especial. Todos los hijos habían sido invitados. ¿Por qué no llevó Isaí a David? ¿Qué sientes en tu corazón cuando eres ignorado? ¿Cómo reaccionas ante semejante dolor? Los supuestos comienzan a jugar con tus percepciones y tus afectos se confunden. Nuestra voluntad es tentada.
Jesús contó una parábola sobre un hombre que tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: --Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña--. Respondiendo él, dijo: --No quiero--, pero después, arrepentido, fue. Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: --Si, Señor, voy--. Y no fue.[40]
Este mundo y su filosofía de juicio, sumado a los problemas, las dificultades de todos los días y las artimañas del diablo para tentar tu voluntad, intentan limitar tu gozo. Quieren generar obstáculos para que no logres encausar positivamente tu dolor; desequilibrar tus deseos y afectos; nublar tus pensamientos y percepciones. Su único fin es que tu respuesta al llamado de Dios sea negativa, y de ser posible, ni siquiera lo oigas.
Dios sabía que David tenía un corazón conforme al suyo y que haría todo lo que él quería. Dentro de este querer está nuestro arrepentimiento. El Padre nos conoce interiormente, sabe todos nuestros pensamientos y procederes. Nuestra conciencia, propósito, voluntad y fe son tentados. Muchas veces podemos ceder un instante, pero Dios sabe que tú quieres hacer su voluntad. Como hijo obediente quieres respetar su Palabra.
Muchas veces David habrá dicho: --¡Basta, que vaya otro!--. Recapacitando habrá cerrado sus ojos, apretando sus puños y mordiendo los labios, obedeció diciendo: --Si padre, sea como tú quieras--. Dios lo ayudó.
El Espíritu de su hijo te ayudará; clama en ti: --¡Abba, Padre! ¡Abba, Padre!--.
¡Qué fácil debió de haber sido para él amargarse! ¡Cuán fácil debió de haber sido para David convertirse en un rebelde y culpar a Dios, a su familia y a la sociedad, de su condición! No obstante, no fue esta su reacción; David dejo que Dios moldee su corazón de hijo natural para ser usado como hijo en lo sobrenatural.
A lo mejor no has tenido o tienes los mejores padres. Quizás sí. Lo seguro es que no son perfectos. Ni ellos, ni tus jefes, ni tu esposo o esposa, ni tus hermanos. Ninguno. No son ellos a quienes quiero buscar en este día. Es a ti. Tú eres quien te creíste no invitado a la fiesta de Dios. Por montes y collados, tras las huellas de las ovejas, allí te encontraré; y te diré: --Ven pronto, aunque en otros tiempos dijiste ¡No!; hoy es un nuevo amanecer. Hoy Samuel está en casa y espera por ti--.
Hay tantos que le dicen a Jesús: --Si, Señor--. Los vemos con corbata y grandes Biblias, ¡Pero su corazón está tan lejos del Señor! Nunca van ni hacen su voluntad. No hablo de servir ocupándote de algo, digo: ¡Hacer su voluntad! Dios quiere hacer de tu corazón una réplica del corazón de Cristo. Quién, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios, como cosa ha que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.[41]
¿Cómo te estimas? ¿A qué te aferras? ¿Cuál es tu semejanza? ¿Qué cosa en este mundo te impide obedecer? ¿Consideras tan valioso lo material para ignorar lo espiritual?
Ora conmigo: --Jesús, tú no te estimaste ni siquiera en lo que eras: Dios. No te aferraste a nada y de todo te despojaste hasta la condición de sirviente nuestro. Humillaste tu alma y tu corazón de Hijo. Por lo que sufriste, aprendiste obediencia.
¿Me negaré, Señor? ¿Me burlaré de ti diciéndote: --¡Sí!--, y luego te ignoraré despiadada y deliberadamente? ¡Líbrame, Jesús! Haz mi corazón de hijo conforme el tuyo. Aunque otros no vayan, yo iré. A pesar de que todos te ignoren; no lo haré yo. Puedo rezongar un poco, (no es mi intención), pero correré. Pastorearé tus ovejas sin importarme sus apariencias. Las amaré, porque desvelan tu amor. Las aceptaré, porque tú las aceptaste. Limpiaré sus pobrezas y sanaré sus miserias. Daré mi vida por ellas, porque tú diste la tuya para recuperarlas. ¡Abba, Padre!--.


¿CUÁL ES TU LUGAR?


C
uando Isaí fue invitado por Samuel al sacrificio debe haberse gozado tremendamente. Su abuelo, Booz, había sido uno de los ciudadanos más respetados de la comunidad. Tal vez las cosas por fin iban a mejorar para él. Isaí hizo que sus hijos (es decir, la mayoría de sus hijos) se bañaran y se pusieran sus mejores “vestidos para ir a la iglesia”, y se fueron a la celebración. Al pasar delante de Samuel todos sus hijos y no ser aceptados ninguno, Samuel preguntó si quedaba alguien y David entró en escena. Por mandato de Samuel, Isaí manda a buscarlo apresuradamente.


Sorprendido, David mira al mensajero que llega corriendo y, jadeante, le dice: --¡David, David, te esperan en la fiesta!--. Seguramente no podía dar crédito a sus oídos.
--Pero, ¿qué hago con las ovejas?--
--No te preocupes. Estarán bien.--
--Bueno, en tal caso, iré contigo, pero deja que primero vaya a asearme y a cambiarme mis vestidos.--
--No, tienes que venir de inmediato. ¡Nadie se podrá sentar a la mesa mientras no estés allí!--
Cuando David llegó a la fiesta estaba lleno de polvo, sudoroso, todavía llevaba puesto su atuendo de pastor y olía a ovejas. ¡No era el mejor de los olores! Olor a calle, como dice mi hijo.
Su entrada fue temerosa, un poco avergonzada, como si ese no fuera su lugar. Quizás pensó: --Mejor me hubiera quedado con las ovejas--. Lo que David no sabía es que el desierto no era su lugar permanente, sólo una circunstancia de los tiempos. El palacio del rey era su lugar.
¿Puedes diferenciar entre lo permanente y lo circunstancial? ¿Qué es lo que más te preocupa?  El desierto no es tu lugar permanente.
Jesús nos contó de otro hijo que debió aprender, dejando que su corazón sea moldeado conforme al corazón del Hijo de Dios. El padre del relato también tenía dos hijos. El menor de ellos le dijo: --Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde--. Y les repartió los bienes[42]. ¿Conoces la historia? Yo la conozco muy bien.
Todo le salió mal a este joven, o casi todo, sólo su padre no le falló. No tuvo suerte al invertir. Sus amigos y conocidos estuvieron mientras había dinero. El hambre golpeó a aquella provincia y no tuvo piedad con él. Apacentando cerdos deseaba llenar su vientre de las algarrobas que estos animales comían. Recapacitó: --¡Cuántos jornaleros en la casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: --Padre he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como uno de tus jornaleros--.
El joven del relato tampoco olía muy bien. El olor de la porqueriza de los cerdos estaba impregnado en sus ropas; en su piel; casi diría, hasta en lo profundo de su ser. Se sintió sucio, abandonado, tuvo asco de sí mismo. Quizás se paró a la distancia pensando que dirían los jornaleros, los conocidos, aún su padre, al ver su condición.
No tuvo demasiado tiempo, cuando aún estaba lejos, lo vio su padre. A lo mejor le costó esfuerzo reconocerlo, pero no había duda, era él. Y fue movido a misericordia; y corrió; y se echó sobre su cuello; y le besó. A este padre no le importó los olores ni la condición de su hijo, estaba seguro de cuál era el lugar que le pertenecía a él.
Inmediatamente ordenó a sus siervos: --Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned anillo en su mano, y calzados en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado--.
--Padre he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo--, esta era la confesión que el joven había preparado y comenzó a decir, aún faltaba el pedido de ser hecho un jornalero. Pero no pudo terminar. El Padre se echó a su cuello asegurándole que era bienvenido y selló con un beso el perdón generoso y completo.
--¡Por favor, padre, hazme como uno de tus jornaleros!--, fue la frase que nunca dijo y jamás diría, porque el padre no se lo permitiría. --Ese no es tu lugar, nunca lo fue y no lo será de ningún modo. Eres mi hijo--.
¿Cómo reaccionarías en una situación semejante con un hijo tuyo? ¿Lo harías tu jornalero? ¿Soportarías verlo con ropaje de sirviente mientras tú te vistes de gala? ¿Disfrutarías tus manjares mientras tu hijo come con los sirvientes? Nada de esto está mal ni es indigno; pero no es para tu hijo. Simplemente, no es su lugar.
--Poned un anillo en su mano--, dijo el padre. ¿Qué anillo? Nadie preguntó. Todos lo sabían. Era el anillo de sello con los blasones de la casa en señal de haber sido recibido como miembro del linaje de la familia. Simbolizaba respeto en lugar de deshonra. Ordenaba que al afligido se le dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado.[43]
Grita conmigo: --¡Tú eres, Jesús, mi gloria, y el que levanta mi cabeza!--.[44]
¿Cuál es tu lugar? Quizás no estás conforme con tu trabajo actual. Tu posición delante de los demás no es lo esperado y deseado. Dentro de tu familia hay cosas que tienen que cambiar. Hay situaciones que no deben ni tienen que ser así. Tus deseos, anhelos y propósitos parecen estar perdido en medio de una nebulosa distante, en tiempo y espacio, de tu realidad actual.
El desierto es extenso y solitario. A lo mejor ya te acostumbraste a él. No lo hagas. Ese lugar es solo momentáneo. La casa del Padre es tu lugar. Hay un lugar en la mesa que nadie lo va a ocupar. Si tiene que estar vacío por la eternidad, te lo aseguro, lo estará. El Padre no permitirá que nadie lo ocupe. Es tu lugar.
En la mesa de Dios hay muchas bendiciones. Todas son tuyas. Cristo pagó con su vida cada una de ellas. Sólo ven, siéntate a la mesa y sírvete de Dios. No quiero decir que se acabaran los problemas. Solamente quiero compartirte que Cristo es todo suficiente para mí. Aunque falte el sol y la vida, la luz y las estrellas, la sonrisa y el mar. Aunque falte la alegría y el amor, el amanecer y los sueños. Jesús es todo para mí. En ti lo tengo todo y sin tu presencia nada es, amado Señor.
Dios es un Padre dador. Cuidemos que esta verdad no nos haga perder de vista la realidad de que algo está esperando de nosotros. Hay vocablos que deben resignificarse en nuestro lenguaje de hijo. Sobre todo, un verbo debe cambiar. Ese verbo usado por el hijo pródigo y tan gastado por todos nosotros. Un corazón de hijo conforme al corazón del Hijo de Dios no dice: --Padre, dame lo que me corresponde--, sino --Padre, hazme--.
--¡Hazme, Señor! Transfórmame a tu imagen. Haz mi corazón conforme al tuyo. Hazlo de nuevo, porque viciado por la manera de proceder de este mundo, no sé obedecerte y responder como hijo a tu llamado. Quiero oír tu voz que diga de mí: --¡Este es mi hijo amado, en quien mi alma tiene complacencia!--. Complácete de mi forma de hablar, mi manera de mirar, mi caminar, pensar, fidelidad, mi capacidad de amar. Complácete en mi corazón de hijo--.




CORAZÓN DE SIERVO

Evangelio según Marcos. JESÚS: El siervo. A los Romanos.


U
na vez escuché una alabanza que tocó profundamente mi corazón y no recuerdo haberla vuelto a escuchar otra vez. Su estribillo decía: “¡Dame un corazón de siervo, sin tu amor no puedo serlo; transformado a tu imagen yo quiero ser!” Jesús es la imagen del Siervo de Dios, el escogido, ungido, elegido entre miles de miles, pero el más humilde de los servidores. ¡Siervo de siervos!

Comprende esta gran verdad: cuando Dios buscó a alguien que dirigiera a su pueblo, no se fijó en un encanto mimado que estuviera acostumbrado a que le sirvieran. Dios buscó a alguien que sabía trabajar, alguien que conocía la responsabilidad, que podía soportar privaciones. Alguien que podía hacer el trabajo, costara lo que costara. Esas fueron las lecciones que David aprendió en los solitarios pastos en las afueras de Belén.
Él aprendió a apacentar al pueblo de Israel, aprendiendo primero a apacentar ovejas. Dios eligió a David su siervo, y lo tomó de las majadas de las ovejas; de tras las paridas lo trajo, para que apacentase a Jacob su pueblo, y a Israel su heredad. Y los apacentó conforme a la integridad de su corazón, los pastoreó con la pericia de sus manos.[45]
A la elección de Dios no podemos encuadrarla dentro de parámetros generales. No podemos decir que el Señor escoge sólo a aquellos que trabajan de día y noche. Esto no capacita a una persona para tener un corazón de siervo. Conozco personas así, pero que son altamente orgullosas y vanidosas, haciendo por contender y no por servir. Lo que quiero decirte es que Dios está capacitando y conformando de a poco tu corazón de siervo. David comenzó sirviendo en su casa, a su padre y a sus hermanos.
No sé cuál es tu realidad hogareña. Personalmente creo que es más difícil servir en el ámbito familiar que en el secular. Lo veo todos los días en mis hijos. En cuanto a David, Dios comenzó a moldear su corazón de siervo en medio de su familia.
Muchas veces, la tarea del pastoreo correspondía al hijo menor, (no fue éste el caso de José; Jacob lo mimó de una manera especial)[46]. Lo revelado en la Biblia es que David servía en su hogar como pastor de las ovejas de la familia y ésta fue el instrumento usado por Dios para formar su corazón de siervo.
Cuando Samuel le preguntó a Isaí si tenía un hijo más, respondió: --Queda aún el menor, que apacienta las ovejas--.[47] Y más adelante leemos: --Pero David había ido y vuelto (…) para apacentar las ovejas de su padre en Belén--.[48] También, cuando David les llevó provisiones a tres de los hermanos mayores que estaban en el ejército, uno de ellos preguntó sarcásticamente: --¿A quién has dejado aquellas pocas ovejas en el desierto?--.[49]
Siéntate humilde como un niño y te contaré una historia de escuelita dominical, (seguramente mis hijos se reirán recordando esta lección tantas veces escuchada):
“Había una vez un hierro pequeñito. Estaba en la herrería junto a otros muchos hierros. El herrero los observó y comenzó a trabajar sobre ellos. Seleccionó cuidadosamente. De pronto, el hierrito se vio separado del resto. Observó un martillo tremendo que subía sobre él. Sus ojos se abrieron espantosamente cuando el mazo comenzó a caer sobre su punta. Cerró los ojos y soportó los golpes. Ignoraba que el herrero estaba trabajando sobre él con un propósito.
Cuando creyó que todo había terminado, unas pinzas tremendas lo tomaron y lo introdujeron en un horno calentado siete veces más de la cuenta. ¡No podía ser lo que le estaba pasando! Quiso confiar, pero su mente estaba perturbada. Encima observaba a los otros hierros; ellos estaban terminados y ninguno pasó por las mismas circunstancias que él estaba pasando.
¿Qué sucede? ¿Acaso estás enojado conmigo? ¿Por qué me separaste a mí? ¿Sólo para hacerme sufrir más que al resto? ¡El fuego es intenso, no lo soporto más! ¡Me derrito, siento que mi interior se ablanda! ¡Voy a desarmarme de a poco! ¿Por qué debo terminar así? ¿Qué hice para merecer tan mal trato?
De pronto, el herrero lo saca del fuego. ¡Al fin!
Las tremendas manos sostienen una vez más la maza. Los enormes brazos del herrero dibujan sus músculos monstruosos que se desfiguran por la fuerza empleada. La maza golpea fuertemente al hierro y su imagen se deforma. Sus puntas se aplanan y chispas salen de su cuerpo rojo por la incandescencia de su exposición al horno de fuego ardiente.
Quiere gritar y no puede. Desea suplicar y no sabe cómo hacerlo. El herrero parece inconmovible. --¿No me oyes acaso? ¿Por qué te empeñas conmigo? ¡Déjame ya! Me sedujiste, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido escarnecido, los otros hierros se burlan de mí. No lo aceptaré más. Me rebelaré. Sin embargo, hay en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; trato de sufrirlo, y no puedo--[50].
Cerró sus ojos. Se rindió a la voluntad de su hacedor. Una vez más el fuego; y luego los golpes. ¿Cuánto tiempo?  Lo ignoro. Hasta que el herrero sonrió. Sus ojos se iluminaron viendo su obra. Lo puso sobre la mesa de trabajo y se sentó orgulloso.
El hierrito tomó fuerza y se observó. Su temperatura ahora era normal. Se sintió fuerte e inquebrantable. Listo para ser él quien corte otros hierros. Oyó la voz del trabajador decir: --Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos[51]. Quiébrense ellos y tú no te quiebres--.
Entonces, recién entonces, sonrió. Comprendió porque tanto trabajo, tanta dedicación. Agradeció por el fuego, por el agua, por ser moldeado a voluntad de su hacedor.
Un corazón de siervo se moldea mediante las circunstancias y el temple necesario sólo lo da el horno de fuego”.
El desierto fue el horno que templó el carácter de liderazgo en David.
No sé cuáles son las circunstancias por las que puedes pasar. Sólo quiero decirte que el desierto no es un lugar permanente para ti. Hay un propósito de Dios con tu vida. No desesperes, no es para siempre. Nada por lo que estés pasando es eterno. Sus designios solamente son por siempre y para toda la eternidad.
--¡No desesperes! He aquí que yo te atraeré y te llevaré al desierto, y hablaré a tu corazón. El único lugar en el cual puedo conocer tu corazón es allí, en el desierto[52].
Es el lugar donde hablé a Moisés. En el cual mi Hijo fue tentado y venció. Donde llevé a mi pueblo cuarenta años, para afligirle, para probarle, para saber lo que había en su corazón, si había de guardar o no mis mandamientos. Y sufrió aflicción, y supo lo que era el hambre, y lo sustenté con maná, comida que no conocían ellos, ni sus padres la habían conocido, para hacerle saber que no sólo de pan vivirá el hombre, más de todo lo que sale de mi boca vivirá el hombre. (…)
Lo saqué de tierra de Egipto, de casa de servidumbre; le hice caminar por un desierto grande y espantoso, lleno de serpientes ardientes, y de escorpiones, y de sed, donde no había agua, y le saqué agua de la roca del pedernal; le sustenté con maná en el desierto, comida que sus padres no habían conocido, afligiéndole y probándole, para a la postre hacerle bien.
No era el lugar de mi pueblo el desierto, sólo era temporal. Tampoco era el hambre, la aflicción y la prueba por siempre. Sólo conocía y moldeaba su corazón. Describí a Palestina como la región bendita, en la cual fluyen leche y miel, y que produce aceite, vino y trigo en gran abundancia. Ese era su lugar. Al final, siempre te haré bien--.[53]
¿Cómo pretendemos tener un corazón de siervo conforme al de Cristo, sin pasar por el desierto? Allí te sientes solo. Con hambre y sed. Parece que todos se fueron y se olvidaron. No hay palabras, ni fiestas, ni multitudes, ni vítores. Sólo silencio y soledad.
El corazón del pastor vivía esta vida solitaria, una vida en la que nadie le acompañaba, excepto sus ovejas. Una vida responsable, un carácter trabajado. Debía conocer sus ovejas y cómo cuidar de ellas. Correspondía estar al tanto de los senderos en los que se encontraban los pastos y las aguas de reposo. Era su deber buscar las que se extraviaban. Ser tierno con las enfermas y lastimadas, y ayudar a las hembras en el momento de su parición cuidando, además, de los corderos recién nacidos.
La vida del pastor era dura. Si al imaginarte a David cuidando de sus ovejas, crees que él andaba por hermosos y ricos pastos de color verde, que ondulaban bajo un benévolo cielo azul; cambia esa imagen por la de las ásperas faldas de los montes de Judá, que sufren el azote de un abrasante sol, y están expuestas a un quemante viento del desierto que al soplar levanta el polvo. El pastoreo era en Palestina un trabajo caluroso, polvoriento, maloliente y por lo general poco apreciado.
Él tuvo que guiar a sus ovejas por barrancos llenos de peligro, por valles de sombras de muerte. Tuvo que proteger las ovejas de ladrones que trataban de robarlas. Debió pelear con animales salvajes y aves voraces que trataban de cazar a las jóvenes e indefensas del rebaño.
Si hablaras con David te diría: --Yo era pastor de las ovejas de mi padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba. Fuese león, fuese oso, yo lo mataba.[54]
Luego, añadiría: --¡Porque el buen pastor su vida da por las ovejas! Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el padre me conoce, y yo conozco al padre; y pongo mi vida por las ovejas.[55]
David conocía tan bien el oficio de pastor que un día, en esos días solitarios y llenos de desesperación, miró los cielos y escribió a Dios, de corazón de pastor a corazón de Pastor:
“Tú eres mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me harás descansar; junto a aguas de reposo me pastorearás. Confortarás mi alma; me guiarás por sendas de justicia por amor de su nombre. Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento. Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días”.[56]
Sólo quien tiene un corazón de pastor puede comprender a otro. Porque sabe del sufrimiento, del constante peligro, del dolor y la soledad. Sabe de la constancia, del sacrificio, del amor. Solamente David podía ver a Dios como pastor y escribir tan bien su labor pastoril con tu vida. Sólo Jesús podía describir al Buen pastor.
Golpes tras golpes. Calor insoportable; y más golpes. Duele la transformación de un corazón. Renueva tu vocabulario de hijo. En vez de ¡Padre, dame!, di, ¡Padre, hazme! El palacio es tu lugar. Naciste para reinar y la mesa de tu Padre es tu espacio reservado.
Jesús es el ejemplo de servicio por excelencia. Es el buen pastor, el gran amigo, el esplendor del amor ¡El mayor de todos los amores! Es quién entregó su vida por ti.
Ocupó un lugar en una cruz que no le pertenecía. Una muerte ajena, pero aceptada como propia. Su vida no le quitaron, él la puso por nosotros; voluntariamente. Aceptó la muerte más vergonzosa, la muerte de cruz. Fue haciéndose cada vez más afrentosa a medida que Dios comenzó a clavar en su carne el pecado de todos nosotros. Cualquier pecado. El más terrible, despiadado y brutal; el más sucio y escalofriante fue crucificado en el cuerpo de Cristo. Todo él se hizo pecado al ser nuestro representante. Se convirtió en asesino, violador, mentiroso, adúltero, fornicario, abortivo, lascivo; en lo que te puedas imaginar, siendo sin pecado.
Lo vimos en una cruz. Dios lo vio hecho pecado y lo desamparó. Todos nosotros lo tuvimos por herido de Dios y abatido, mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Jesús llevó nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores.
En esa cruz, tu pecado fue su pecado. Tu enfermedad la hizo propia, y en cada latigazo que molía su carne, en cada llaga causada por los golpes, se convertía en su enfermedad. Cada insulto, cada desprecio, el abandono y la traición, el desamparo y el dolor de tu corazón, se transformaron por siempre en su dolor. El castigo de tu paz fue sobre él.
Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido.
Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca. Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento (…).[57]
¿Pasaremos alguna vez un desierto cómo el que pasó Jesús? Jamás. Oye su clamor: --¡Dios mío, Dios mío!, ¿Por qué me has desamparado?-- ¡Mira al siervo sufriente colgado en una cruz!
¿Te sientes desamparada? ¿Dónde están los que dicen amarte? ¿Cuánta es, si puedes medirla, la soledad a tu alrededor? Nunca será mayor de la que sufrió Jesús al llevar sobre sus hombros todos tus pecados. Aunque el horno se caliente siete veces más de lo acostumbrado, Cristo siempre estará en tu desierto. A veces en silencio, en un sufrido e interminable silencio, pero siempre está. Paseándose en medio de las llamas; soltando las ataduras con las cuales te ataron tus angustiadores[58].
Valoro tu sacrificio para seguir luchando. Dios lo estima mucho más. Cierra tus ojos y mira a Cristo; cuéntale todas tus angustias; abre delante de su compasión tu corazón; nadie te comprenderá y te ayudará como él.
--No temas, yo te ayudo--, Dice el Señor.


UN SIERVO DIFERENTE

¿P

or qué no fue invitado David a la fiesta? ¿Por qué no lo llevó Isaí? ¿Era solamente el no despertar expectativas en su padre y hermanos una razón para ignorarlo?
Quizás sólo era un problema económico, al no contar con criados que cuiden las ovejas. Tal vez se debía a que David era diferente.
¿Diferente? ¿En qué sentido? ¿Eres distinto?

Samuel le preguntó a Isaí: --¿Son éstos todos tus hijos?-- Y él respondió: --Queda aún el menor, que apacienta las ovejas--. Y dijo Samuel a Isaí: --Envía por él, porque no nos sentaremos en la mesa hasta que él venga aquí--. Envió, pues, por él, y le hizo entrar; y era rubio, hermosos de ojos, y de buen parecer. Entonces Jehová dijo: --Levántate y úngelo, porque éste es.--[59]
El escritor del libro de Samuel lo describe como rubio y atractivo. “Rubio” proviene del vocablo hebreo que significa “rojo”; es la misma palabra que se usa para describir a Esaú, el cual estaba cubierto de vello de color rojo[60]. Aparentemente, algunos de los genes extranjeros que le heredaron sus antepasados resurgieron en la composición física de David. Puede que la palabra “rubio” signifique sencillamente que David era de piel blanca. A lo mejor, era pecoso y pelirrojo.
Pelirrojo o rubio, lo cierto es que no encajaba en el molde normal de la raza judía. ¿Puede ser ésta una razón valedera para no invitarlo a la cena con Samuel, dada la importancia? Quizás no, pero ¿La diferencia produce discriminación?
Todo nacimiento tiene en sí mismo implícito un misterio económico, genético, emocional, espiritual, y de historia de vida, pasada y futura, para un recién nacido.Nadie me preguntó a mí cómo quería ser al nacer, dónde quería hacerlo y con cuánto dinero contar en una cuenta personal en un banco de mi elección. No elegí mi color de ojos, ni el largo o corto de mis extremidades. Tampoco decidí sobre mis talentos. ¿Y vos?
Nacer no es un momento de decisión del recién nacido. La realidad es que simplemente nacemos sin tomar conciencia directa desde nuestro intelecto o percepciones. Solamente nacemos, con todo un bagaje cultural, psicológico y hasta económico, sobre el cual no decidimos ni trabajamos en su construcción, sencillamente lo heredamos.
La ropa que vestimos, los lugares que podemos ver y los que nunca veremos, nuestro vocabulario y el contexto familiar nos serán favorables, o no. Todo está ahí, esperándonos, y lo percibimos de a poco, como asimilándolo suavemente desde el momento en que abrimos nuestros sentidos a la vida.
Un niño que nace en una familia rica va a tener muchas más posibilidades que los que nacen en familias pobres de tener mejor salud, de obtener un título universitario, de triunfar profesionalmente o, sencillamente llegar a viejos. Ni los ricos ni los pobres son directamente responsables del sistema de estratificación social, pero el sistema acaba teniendo un impacto diferente en unos y otros.[61]
No sé que tanto afectó tu historia de vida a tu corazón. ¿Qué sientes cuando eres ignorado o discriminado? ¿Cómo reaccionas ante las actitudes ajenas? Sólo una cosa pido a Dios: ¡Qué no te paralicen! El miedo al cambio puede inmovilizarte. 
El Diablo es como un león rugiente. Una de sus mayores armas es rugir para atemorizar a sus víctimas y de esa manera paralizarlas de temor. Ruge en la boca de tus angustiadores, en medio de tormentas de problemas y en el mar embravecido de las dificultades. Brama de odio por verte diferente.
Jesús es el verdadero León de Judá. Él se levanta en medio de la tempestad, y el mar y el viento le obedecen. Su perfecto amor echa fuera el temor.
Nunca te quedes estático. Cambia todo lo que tengas que cambiar. No te conformes al pasado; escribe tu propia historia. Si tienes que borrar y volver a empezar, borra y empieza de nuevo. Su Espíritu Santo te ayudará. Hace la diferencia siendo original.
Como dije anteriormente, tus percepciones y tus afectos se confunden. Tu voluntad es tentada. Este mundo y su filosofía de juicio, sumado a los problemas, las dificultades de todos los días y las artimañas del diablo para quebrar tu voluntad, intentan limitar tu gozo. Quieren generar obstáculos para que no logres encausar positivamente tu dolor; desequilibrar tus deseos y afectos; nublar tus pensamientos y entendimiento. Su único fin es que no tengas una visión exacta de Dios como Padre, Amigo y Señor. Renueva tu visión. Aprende a ser un hijo diferente, un siervo distinto a todos los siervos.
David no sólo parecía diferente, sino que también se comportaba de modo diferente. No actuaba como un hombre estimado entre los hombres, pues ¡escribía poesía y tocaba el arpa! Es peligroso ser diferente.
Un estereotipo es, según el diccionario, una imagen mental global, no fundamentada científicamente, más emocional que racional con que se pretende definir, tipificar y caracterizar al conjunto de individuos de una etnia, pueblo, grupo social, generación, colectivo profesional, etcétera.
Con David, la imagen mental de cómo debe ser un hombre no encuadraba dentro de lo estereotipado entre sus hermanos y jóvenes de la época. Aún su padre ignoraba o no tenía en cuenta su valentía. Quizás nunca prestó atención o jamás se preguntó cómo era que sus ovejas iban y venían del desierto sin faltar una siquiera. No importaba eso, sólo preocupaba que él fuera diferente. Un poeta y cantor demasiado lindo y con pinta de poco rudo, y para rematar ¡rubio!
Quisiera verte, y de algún modo te veo, no me preguntes cómo, ni me tengas por delirante. Soy diferente y tú también lo eres. De otro modo no estarías leyendo esta misiva. Porque es una carta con un destinatario especifico, elegido, seleccionado por Dios. Correspondencia para un escogido. Si así no fuera, yo no estaría sentado en esta computadora, escuchando una alabanza y escribiendo a alguien que no conozco y quizás nunca vea personalmente en esta vida. Pero te veo y su Espíritu me permite entablar una comunicación tan distinta como nosotros mismo.
¿Qué equivocado está este mundo? ¿Cómo te equivocaste Isaí? Tampoco es mucho lo que se puede decir de Samuel en su favor. A lo mejor al ver a Eliab, el profeta pensó en Saúl quien sobresalía por sobre los demás jóvenes por su estatura al ser elegido rey, por ese motivo, dijo: --De cierto delante de Jehová está su ungido--. ¡Qué error!
¿Te imaginas cómo se sorprenderán los que te desecharon cuando Dios derramé sobre ti su unción? ¡Cuándo salgan a luz sus pensamientos! ¡Cuándo Jehová hiciere, serás como los que sueñan! Entonces tu boca se llenará de risa, y tu lengua de alabanza. Entonces dirán los que te desecharon: Grandes cosas ha hecho Dios con éste ¡Grandes cosas hará el Señor Jesús contigo!
Di conmigo: --¡Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores!--.[62]
Jesús acomoda la mantelería sobre su brazo y prepara mesa para ti. Allí hay bendición, salvación, sanidad, prosperidad, consuelo, amistad, amparo, protección, respuestas. Compañía, milagros, expectativas, sueños, amor. Fruto del Espíritu, plenitud, vida en abundancia, sabiduría y entendimiento espiritual. Poder, firmeza, propósito, eternidad, más y más, y muchísimas más bendiciones.
También estarán todos aquellos que te angustiaron. Mirándote. Dios les permitirá estar presentes para que observen como decidió bendecirte ¡De pura gracia! Míralos. Son los que no creían en ti; aquellos en quienes no despertabas expectativas. ¡Cómo se equivocaron!
Jehová respondió a Samuel: --No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón--.
Si tus sentimientos sufren porque quién amas prefirió otro camino, Dios tiene algo para ti. Ni más ni menos. ¡Lo tuyo! Alguien que realmente sepa mirar como él mira; como tú miras; que te complemente. Te lo aseguro, la falta de valoración será suplida por el Juez de toda la tierra.
Eliab, su hermano mayor, se encendió en ira contra David y dijo: --¿Para qué has descendido acá? ¿Y a quién has dejado aquellas pocas ovejas en el desierto? Yo conozco tu soberbia y la malicia de tu corazón, que para ver la batalla has venido--[63]. ¿Cómo se equivocó? ¿Nunca leyeron en las escrituras: La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser cabeza de ángulo. El Señor ha hecho esto, y es cosa maravillosa a nuestros ojos?[64]
¡Cuántos creen conocerte y, realmente, no te conocen! Qué no te subyuguen los estereotipos, ni los prejuicios, ni los angustiadores o discriminadores. ¡Qué no te paralicen de temor! Sé diferente. Dios conoce, verdaderamente, tu corazón.
Hay quienes tienen miedo a ser distinto, justamente por el peligro que traen las diferencias. Si estás en el colegio o con tus amigos, el sistema de este mundo ajeno a la voluntad de Dios trata de forzar violenta o sutilmente tu voluntad, para obligarte a rendirte al estándar que impone. Homogeneizar voluntades es su manera de dominar.
Tratar de someterte a lo establecido mundanamente es su búsqueda. Los amigos, los pares en el colegio, los modelos establecidos por conductas distantes de Dios, los medios de comunicación y sus patrones mentales, todo responde al propósito de confundirte y alejarte de Dios.
Si quieres conservarte casto para el matrimonio, lo hacen parecer de otros tiempos y tontamente anticuado. Si quieres consagrarte para servirle a Dios con tus talentos, lo encuadran en una pérdida de tiempo, dinero y juventud. Si santificas tu lenguaje te llaman religioso. Si no compartes sus maneras de divertimento, te separan como a alguien con una peste rara.
Es peligroso ser diferente. Te pueden dejar en el desierto y no invitarte a sus fiestas. Aún tu familia puede tenerte por raro. Por loca, (¡pero loca linda! Por Cristo). Atrévete a ser un siervo diferente. Diferente en el colegio, en el trabajo, en medio de tu familia, en la iglesia. Diferente en tu forma de pensar, en tu forma de hablar y de mirar. Distinto en tu forma de amar. Sé original.
Dios no eligió a David por ser rubio, con ojos hermosos y de buen parecer, lo escogió por ser diferente en su corazón. No una diferencia cualquiera. Una diferenciación basada en una conformidad con el corazón de Dios. Esto significa que su corazón guardaba armonía con el del Salvador.
--Él hará todo lo que quiero--, dijo Dios. No era sólo obediencia, era una forma de pensar, percibir, entender, hacer y vivir conforme a lo que el Señor espera y desea. No hablo de perfección, digo: conocer la voluntad de Dios y ponerla en práctica con total sinceridad de corazón, tanto para cumplirla como para arrepentirse en el momento en que hay que hacerlo.
Tú eres diferente porque tu corazón se asemeja al de Dios. Tus pensamientos se están haciendo cada día más armónicos con los del Señor. Ya no están tan lejos como el cielo de la tierra. Te place hablar con Jesús, y a él estar contigo. Tus actitudes reflejan a Cristo, porque sólo él actúa de esa manera ante quienes lo ofenden. Tu oración se asemeja más y más a su oración, porque sólo él ora de ese modo. Tus palabras son un reflejo de las de Jesús, porque ya no vives sólo de pan.
Es normal que te pienses diferente. Lo lógico es que si estás siendo transformado a imagen de Cristo, te sientas cada vez más desigual con los estándares seculares. Jesús no es de este mundo ni como él. Nada tiene Satanás, el príncipe de este mundo, en Cristo.
Si no encuentras tu lugar, no te preocupes, aquí no es. Es en la mesa preparada para ti en la casa de tu Padre.






SOBERANO QUE SUPO ESPERAR

Evangelio según Mateo. JESÚS: El Rey. A los judíos.


S
amuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David. 


El líquido santo descendió por su cabeza, como el buen óleo que resbaló sobre la barba de Aarón, y bajó hasta el borde de sus vestiduras.[65] Pensó en el desierto y en sus pocas ovejas. En los momentos de soledad y de peligro. Todo parecía un sueño: Su padre haciéndolo entrar con una sonrisa de oreja a oreja, sus hermanos, serios y observadores. Samuel, la unción, y el título nuevo: ¡Rey de Israel!
Dice Josefo que en ese momento Samuel se inclinó y le susurró a David al oído: --Tú serás el próximo rey--.[66] Le susurrara o no, lo cierto es que David supo que algo especial había ocurrido. Es probable que ni su padre ni sus hermanos entendieran a plenitud el significado de lo que estaba sucediendo. Fue inevitable, sin embargo, que se dieran cuenta de que David había sido escogido para algo honroso, y ellos no. Una vez terminada su misión, Samuel volvió a su casa.
Todo parecía un sueño que David nunca hubiera soñado. Sólo existía en la mente de Dios. Porque el Señor tiene sueños con tu vida e idealiza lo imposible que nunca te atreverías ni a pensar. ¿Te sucedió alguna vez? ¡Dios me sorprendió tantas veces!, como a Sara me hizo reír con sus ocurrencias. Nunca lo hubiera pensado y jamás lo habría soñado. El Señor va a sorprenderte. Tus ojos saldrán de su órbita y tus deseos serán nada en comparación a los sueños de Dios contigo.
David jamás debe haber pensado ni en sus más alocadas fantasías y divagaciones producto del calor y soledad del desierto, que un día sería elegido para reinar en Israel. A lo mejor, su único deseo fuera ser un mejor pastor. Cada dificultad lo viera como una capacitación para cosas superiores. ¡Vaya si eran superiores!
No se trata de ser optimista o pesimista, sino de tener fe. Creer que Dios tiene el control sobre cualquier circunstancia y, mediante esta convicción, pensar, obrar, mirar las adversidades buscando en ella oportunidades de parte del Señor para crecer.
El dulce cantor de Israel podía descubrir oportunidades transformadoras de su carácter, entorno y todo el contexto de su vida, en cada situación difícil que pudiera pasar. Luego de cada obstáculo superado, el siguiente parecía más pequeño y posible. Fue así como Goliat se convirtió en algo viable de superar y vencer.
Samuel volvió a su casa. La familia del joven pastor retornó a sus tareas diarias. ¿Y David? Regresó a sus ovejas. Parecía que nada había sucedido ni cambiado. La significativa visita del profeta pronto pasó a ser una anécdota del lugar: --Un día nos visitó Samuel; realizó sacrificio; y se fue tal como llegó--.
Tal vez pienses que al terminar este escrito todo volverá a ser como antes. Volverás a tu desierto, conversarás con tus ovejas y quizás digas: --Un día leí un libro--. ¡Qué triste sería que fuera así! Pero no lo puedo evitar. Sólo puedo confiar en que su palabra nunca volverá vacía y será prosperada en aquello para lo cual fue enviada. Emprendí este camino al desierto con el fin de buscarte; y encontrarte; y que vengas conmigo al encuentro de la unción que Dios preparó para ti. ¡Prospera, Señor, mi camino!
Nadie volvió a ser la misma persona luego de tener un encuentro personal con Jesús. No lo fue Pedro, ni Juan, ni Mateo, ninguno pudo volver a vivir la vida que vivía. Tampoco las circunstancias volvieron a ser las mismas, ni para Bartimeo, ni para la viuda de Naín o la mujer cananea. Tampoco yo volví a ser el mismo ni mi vida igual. El desierto siempre fue desierto, pero mi visión de él nunca fue el mismo. Porque mi mente cambió. ¿Cómo explicártelo? Nací de nuevo. Morí. Es complicado, ¿Verdad?
Presencie mi muerte a mi viejo Yo plagado de pecado y corrupción. ¿Sabes cómo murió? Crucificado en una cruz en Cristo. Me reí delante del féretro de toda mi depresión y forma errónea de pensar. Me despedí de una vida alejada de Dios y sus propósitos. Fue la mejor inhumación que presencié.
A la vez, fui partícipe de mi propio nuevo parto; no de un ser humano, sino de Dios. Nací de nuevo por la fe al aceptar a Jesús como Señor y Salvador de mi vida. Quienes me miraban y conocían no podían notar lo que pasó. Era como si nada hubiera sucedido. Pero poco a poco mi nueva vida florecía. Nuevos pensamientos y forma de ser se dejaban ver. Algo había cambiado en el mundo espiritual y, éste algo, necesitaba tiempo para manifestarse en el mundo material.
¡Oro a Dios para que hoy tengas un encuentro personal con Jesús! Que cada día lo experimentes. Que sea en ti tan familiar como hablar con tus padres, hijos o tu conyugue. Que su presencia cambie todo tu ser cada instante, un poquito más.
Ora conmigo: --¡Manifiéstate, Jesús, en mi vida! ¡Te necesito tanto!--. Al orar algo acaba de pasar en mi interior, pienso en mi esposa y en mis hijos, quizás no noten nada, pero algo pasó en el mundo que no se ve. Mi esposa me llama a almorzar. Me levanto; voy; todo parece igual, pero no es así.
Los que te observan no lo comprenden, porque no lo ven. Tan acostumbrados a lo material no pueden ver lo espiritual. Aquello incomprensible racionalmente. No importa, Dios está haciendo su obra en ti, y no te dejará hasta que acabe.
Samuel se fue a su lugar y David a sus labores, pero algo cambió en el mundo espiritual. Te invitó que los veas: El aceite desciende por su cabeza y la unción del Espíritu Santo de Dios que estaba en el rey Saúl lo abandona en el acto; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David. 
Nadie lo vio. Ni Samuel, ni David, ni su familia. En el lugar donde estaba Saúl, nadie pudo darse cuenta ni retener al Espíritu de Dios. Si Saúl comprendiera lo que estaba pasando habría ordenado a su guardia que accione para impedir lo imposible. Todavía parece que nada sucedió. Pero algo pasó, y pronto comenzó a notarse. El Espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y le atormentaba un espíritu malo de parte de Jehová.
Y los criados de Saúl le dijeron: --He aquí ahora, un espíritu malo de parte de Dios te atormenta. Diga, pues, nuestro señor a tus siervos que están delante de ti, que busquen a alguno que sepa tocar el arpa, para que cuando esté sobre ti el espíritu malo de parte de Dios, él toque con su mano, y tengas alivio--. Este remedio sugerido provenía de una creencia antigua de que la música ejercía una influencia misteriosa para sanar las enfermedades mentales.
Y Saúl respondió a sus criados: --Buscadme, pues, ahora alguno que toque bien, y traédmelo--.
Todo lo que sucede en el orden espiritual tiene impacto en el natural, y viceversa. Por ese motivo, todo lo que atemos o desatemos en la tierra será atado o desatado en el cielo; y todo lo que pidamos creyendo, lo recibiremos. Cuando cierras tus ojos con fe y comienzas a mirar con tus ojos espirituales tus peticiones tomando forma corporal, estás graficando en tu mente lo que luego tus ojos corpóreos lo verán materializados. No se trata de mentalismo sino de fe en el conocimiento de su voluntad.
Recuerdo cuando compré mi terreno en mi provincia natal. Una sobrina nuestra nos visitó. Comencé a decirle como iba a ser mi casa, donde estarían las habitaciones, el comedor y los mobiliarios. Cuando llegué al garaje, ella sonrió y me dijo: --No sé que ve usted tío, pero yo no veo nada--. Hoy lo puede ver con sus ojos, y ríe cada vez que recuerda este episodio.
En relación al pedido de Saúl sobre la búsqueda de un cantor, uno de los criados respondió diciendo: --He aquí yo he visto a un hijo de Isaí de Belén, que sabe tocar, y es valiente y vigoroso y hombre de guerra, prudente en sus palabras, y hermoso, y Jehová está con él--. ¡Vaya descripción! ¿Quién puede describirte con tanta exactitud, David?
Siempre digo lo mismo, nadie me conoce como mi esposa y mis hijos. Ellos saben de mis momentos de éxitos y de mis más grandes oscuridades. Conocen mi despertar y mi acostarme. Uno de los mayores desafíos de mi ministerio es poder subir al púlpito, mirarlos a los ojos y percibir que me creen. Si ellos aceptan lo que predico, (porque lo vivo), entonces sigo siendo confiable. Cuando me miren diciéndome: --Otro día te escucharé--, entonces sabré que algo pasó con mi carácter. No hay careta ni para ellos ni para Dios. Pero esto es personal.
Referente a David, es increíble la descripción que el criado de Saúl hace de él:
ü  Buen cantor.
ü  Valiente.
ü  Vigoroso.
ü  Hombre de guerra.
ü  Prudente en sus palabras.
ü  Hermoso.
ü  Dios está con él.
¡Tremendo!
Pienso si algo le faltó al puntualizar sobre el carácter de David y no encuentro que más agregar. ¿De dónde será que lo conocía? Creo que ni su padre podría haber realizado una radiografía total tan cierta como la de este hombre. A diferencia de lo que dije hablando personalmente, creo que te sorprenderías al saber cuántas personas están dispuestas a recomendarte. A veces, quien menos crees.
Lo que si estoy seguro, es que este criado habló por revelación de Dios. Sólo el Señor podía dar tan buena referencia a Saúl acerca de David. Cuando quieras una carta de recomendación, di: --Señor, tú me conoces, dame una carta que abra caminos; agrega a mi currículo lo espiritual, que al entrevistarme puedan ver en mí lo que naturalmente jamás observarían--. Jesús en tu corazón es tu mayor recomendación.
Viene a mi mente una entrevista de trabajo muy importante para nosotros, (seguramente tendrás tus propias anécdotas, por favor, soporta las mías). Era en una empresa de venta de electrodoméstico muy reconocida. Desde que me casé no había logrado conseguir un trabajo estable y ya habían pasado varios años. Luego de diversos trámites llegó el día esperado. El jefe de personal no quería decirme quien me entrevistaría para que no me traicionaran los nervios; era el dueño de la empresa y su decisión era inamovible.
Me acompañó a la oficina y, cuando se lo permitieron, me hizo pasar. Al entrar me encontré con una oficina enorme, cómoda, con un escritorio a varios metros lo que le daba un toque novelesco.
Un saludo cordial, luego la invitación a sentarme y las preguntas propias de toda entrevista de trabajo. En un momento me interrumpió y preguntó: --¿Tienes formación o militas religiosamente?--. Me sorprendió la pregunta pero me alivio entrar en un terreno conocido y donde dominaba la conversación, pues es muy familiar para mí hablar de la iglesia. Le expliqué de mi labor en la Escuela Dominical y mi relación con Dios.
Mi interlocutor diferenció el ser activo en la fe y no serlo y luego me explicó porque me preguntaba eso. Me dijo que cuando entré a la oficina distinguió una luz que le habló de una espiritualidad que iluminó aquel lugar. No quería perder el trabajo antes de obtenerlo, por eso no le dije que para mí había demasiada tiniebla en ese ambiente.
Luego vino la recomendación que me permitió conseguir el puesto, me dijo: --Hace años que trabaja en esta empresa un joven de apellido Sosa; él también es cristiano. Una persona que se ganó la confianza de todos por su honradez--. Bendita recomendación de Dios por medio de su hijo. Pido al Señor, y me esfuerzo, para que cuando vayas buscando algo en algún lugar donde yo haya pasado, sea trabajo, estudios, o demás; el Espíritu Santo use mi testimonio recomendándote satisfactoriamente. 
Saúl fue convencido por este criado que tan fantásticamente describió a David. Por este motivo envió mensajeros a Isaí, diciendo: --Envíame a David tu hijo, el que está con las ovejas--. Luego de un tiempo, rogó a Isaí que permita que su hijo menor se quede con él pues había hallado gracia en sus ojos.
Lo historia bíblica cuenta que cuando el espíritu malo de parte de Dios venía sobre Saúl, David tomaba el arpa y tocaba con su mano; y Saúl tenía alivio y estaba mejor, y el espíritu malo se apartaba de él. Algo había pasado luego de la unción. El ambiente espiritual en Israel cambió empezando por su cabeza, es decir, su rey.
Aunque parezca que nada varió, te lo aseguro, es mucho lo que está cambiando en tu vida; ya sucedió en el mundo espiritual y pronto lo comenzarás a notar en tu persona y en todo tu entorno.
Ahora David vivía en el palacio. Estaba habitando su lugar. Pero todavía no era su tiempo y él lo sabía. Ahora estaba aprendiendo a tener un corazón que sabe esperar.

DAVID A SUS DIEZ MILES

L
eí, en un almanaque cristiano, la historia de un misionero en África quien estaba traduciendo la Biblia al léxico de la aldea. Cuando llegó a la frase “esperar en fe” no encontraba la manera de traducirlo de tal forma que los aldeanos pudieran comprender la profundidad de lo que significa esto.

Pasado el tiempo, la esposa del misionero falleció. Los africanos lo observaron junto al féretro, calmado y confiado en lo prometido por Dios, más allá del dolor. Su mirada estaba distante, lejos y observando. Un anciano se arrimó y le dijo: --Usted está mirando más allá del horizonte--. Entonces comprendió lo que significaba para ellos esperar en fe: “Es mirar más allá del horizonte”.
Mirar más allá de donde nuestros ojos pueden mirar físicamente, por sobre lo mortal. Observar con los ojos de Dios que ven desde y hasta lo eterno. El horizonte marca el final del límite para nuestra visión terrenal. Más allá del horizonte hay algo que no podemos ver, pero existe. No todo se termina ahí[67].
Si no logramos mirar más allá de lo que una persona puede mirar en forma natural, entonces no podremos esperar en Dios. Digo esto sin conocer tu vida. No sé los problemas por los que estás pasando. No conozco tu familia, si estás enferma, si luchas con alguna inclinación insalubre o carencia económica o afectiva. Tal vez es alguien cercano a ti a quien quieres ver diferente, trasformado, libre, sirviendo a Jesús.
Esperar en Dios es mirar más allá del horizonte. Es tener fe. Seguridad que hay algo más esperando por ti; convicción en lo que no se ve, creyendo que se hará realidad. Ese algo puede ser identificado. Tiene nombre. Hace con todo estos datos una oración. Cierra tus ojos; visualiza en tu mente lo que deseas de parte de Dios. Míralo hecho realidad; confiésalo en el nombre de Jesús; ríndete a su voluntad.
Orar en el Nombre de Jesús fue usado muchas veces como un cheque en blanco donde todo lo que le pidamos a Dios lo obliga a responder, “porque lo prometió en su palabra”.[68] Pero no es así.
Cuando nos presentamos ante otro en el nombre de alguien estamos representando a esa persona. Seguramente puso mucha confianza al condescendernos pedir en su nombre. Imagínate que me envías ante un amigo tuyo a quien dijiste que voy a ir y que me dé todo lo que le pida en tu nombre, como si fueras tú. Me aprovechó de la situación y comienzo a pedir lo que tú nunca pedirías y en la manera en que jamás lo harías. ¡Qué vergüenza para ti!
Precisamente eso es pedir en el Nombre de Jesús; pedir lo que él pediría; suplicar cómo sólo Cristo suplicaría. Si oras por tus hijos en el Nombre de Jesús, pide lo que sabes que es la voluntad del Señor ¿Lo sabes? Escudriña su palabra, sabrás que todo lo bueno, lo amable, lo de buen nombre; hacerte bien es su voluntad.
Orar como Jesús oraría es derramar tu alma delante de la presencia de Dios. Quien estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.
Sucede que a veces el Señor se toma tiempo para responder. Entonces comenzamos la gran lección de aprender a esperar en Dios, a tener paciencia. 
Piensa en David. Samuel lo ungió. Saúl lo invitó a su palacio y lo hizo su paje de arma. ¿Qué hizo David? ¿Acaso comenzó a probarse coronas y vestidos reales? ¿Hizo, tal vez, que le imprimieran nuevas tarjetas de presentación, pidiendo que quitaran el título de “pastor” y escribieran el de “rey”? ¿Le sacó brillo a su placa y la colocó en su pecho donde todos puedan verla? ¿Anduvo mostrando su carnet habilitante? No, no hizo nada de lo anterior.
Como leímos recientemente, Saúl envió su mensajero a Isaí sabiendo donde estaba el recomendado; “el que está con las ovejas” decía el mensaje. Incluso, estando ya en el palacio tocando para Saúl, fue y volvió, dejando al rey, para apacentar las ovejas de su padre en Belén. David había sido ungido para ser soberano. Era el rey electo, pero también era conforme al corazón de Dios, lo que le permitía esperar que llegara el momento y el lugar señalado por el Señor. Así que volvió a sus ovejas.
Luego sucedió otro hecho muy significativo, todo por supuesto encarrilado en episodios que manifestaban lo decidido por el Señor. Hubo guerra entre Israel y los filisteos. Preocupado su padre por tres de sus hijos mayores, los cuales habían seguido al rey Saúl a la campaña, le pidió a David que fuera a llevarles víveres a sus hermanos.
Cuando llegó al lugar de la batalla, los enemigos estaban sobre un monte a un lado, e Israel estaba sobre otro monte al otro lado, y el valle entre ellos. Salió entonces del campamento de los filisteos un paladín, el cual se llamaba Goliat, de Gat, y tenía de altura tres metros veinte centímetros aproximadamente[69]. Traía un casco de bronce en su cabeza, y llevaba una cota de malla; y era el peso de la cota cinco mil siclos de bronce. Sobre sus piernas traía grebas de bronce, y jabalina de bronce entre sus hombros. El asta de su lanza era como un rodillo de telar, y tenía el hierro de su lanza seiscientos siclos de hierro; e iba su escudero delante de él.
Este guerrero filisteo se paró y dio voces a los escuadrones de Israel, diciéndoles: --¿Para qué os habéis puesto en orden de batalla? ¿No soy yo el filisteo, y vosotros los siervos de Saúl?  Escoged de entre vosotros un hombre que venga contra mí. Si él pudiere pelear conmigo, y me venciere, nosotros seremos vuestros siervos; y si yo pudiere más que él, y lo venciere, vosotros seréis nuestros siervos y nos serviréis. Y añadió el filisteo: Hoy yo he desafiado al campamento de Israel; dadme un hombre que pelee conmigo--.
¿Te parece conocida esa voz? ¿Y su desafiantes y atronadoras palabras, capaz de paralizar de miedo al más valiente? Venía, pues, aquel filisteo por la mañana y por la tarde, y así lo hizo durante cuarenta días[70]. Y todos los varones de Israel que veían aquel hombre huían de su presencia, y tenían gran temor.
Cuarenta días es mucho tiempo, pero para una persona enseñada en el arte de esperar no lo es tanto. El desierto era la escuela donde la lección “Esperar” fue aprobada por David. Las largas e interminables caminatas buscando la oveja pérdida o el lugar más propicio para el pastoreo, la paciencia para seguir las huellas del rebaño y evitar o enfrentar las bestias depredadoras, fueron conformando su carácter paciente. Pero para el ejército de Israel cada día sumaba más vergüenza sobre sus cabezas y era más desesperante la situación. Parecían interminables las carcajadas y las burlas. Si Dios no hacía algo daba la impresión que jamás terminaría aquella campaña.
El Señor está dispuesto a actuar, sólo hace falta un hombre, (o una mujer, Dios no cuestiona el género para usar una vida, hacer un estudio sobre las mujeres bíblicas usadas por Dios me llevaría mucho tiempo, máximo si tuviera que dar testimonio de las mujeres en la historia contemporánea). En este contexto, hacía falta un hombre. Lo pedía Goliat, lo anhelaba el Señor. Lo demandó Ezequiel; buscó entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de Dios, a favor de la tierra, para que no la destruyese; y no lo halló[71].
Cuando D. L. Moody estaba visitando Inglaterra, escuchó a Henry Varley decir: “el mundo aún no ha visto lo que Dios pudiera hacer con un hombre completamente dedicado y consagrado al Espíritu Santo”. Más tarde Moody comentó: “El dijo “un hombre”. El No dijo un “gran hombre” o un “hombre educado” o un “hombre rico”. Simplemente dijo “un hombre”. Yo soy un hombre y está dentro del mismo hombre decidir si habrá esa consagración completa o no. Yo intentaré hasta lo máximo ser ese hombre”.
¡Dame un hombre, una mujer como Esther o Deborah, y haré obras que harán estremecer a los valientes y humillará a los grandes!
Goliat tenía una imagen imponente. Pero la visión de David fue trabajada por Dios para ver más allá de las apariencias. Lo midió; observó su contextura física y su vociferación. Nunca tan potente como el rugir del león o el oso enojado y hambriento. --No es más grande ni más feroz que ellos--, pensó, y agregó: --¡Nunca más grande que mi Dios!--. Entonces se decidió y dijo a Saúl: --No desmaye el corazón de ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará contra este filisteo--.
--No podrás tú ir contra aquel filisteo, para pelear con él; porque tú eres muchacho, y él un hombre de guerra desde su juventud--, dijo Saúl a David.
David le respondió: --Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo.  Y dijo Saúl a David: --Ve, y Jehová esté contigo--.
El corazón de David fue formándose a semejanza del modelo de corazón que Dios quería, el corazón de su Hijo Jesús. El ejercicio de formación fue cada dificultad, cada oso o león, o ladrones, o su padre o sus hermanos, todo fue usado por Dios para hacer su obra en David. Todo lo que te sucede, las personas a tu alrededor, los problemas y las dificultades; todo será usado para bien en tu vida.
Cuando dos gladiadores se encontraban en batalla, generalmente cada uno decía un discurso, y algunas veces recitaban versos con alusiones y epítetos de la clase más injuriosa, lanzando desprecios y provocaciones el uno al otro. Esta clase de diálogo injurioso todavía es muy común entre los combatientes árabes. Goliat miró y vio a David y le tuvo en poco; porque era muchacho, y rubio, y de hermoso parecer. Y dijo el filisteo a David: --¿Soy yo perro, para que vengas a mí con palos?-- Y maldijo a David por sus dioses. Dijo luego el filisteo a David: --Ven a mí, y daré tu carne a las aves del cielo y a las bestias del campo--.
¿Crees que las palabras de Goliat hirieron los sentimientos de David? En otros momentos quizás se hubiera retirado al desierto deprimido. Pero su carácter de cortafierros fue templado a fuego. Golpe tras golpe; fuego y agua templaban su personalidad de hierro. ¿Qué era este insulto comparado a todo lo vivido?
A veces, el pasado vuelve otra vez a tu encuentro, quiere una vez más recordarte palabras hirientes, desafíos no logrados, etiquetas con las cuales te han querido marcar el futuro. El enemigo, por boca de Goliat, usó ese mecanismo para desanimar a David ¿Lo logrará contigo? Espero que nunca lo consiga. Que tú desánimo no cuelgue de la estantería de sus trofeos de guerra. Así sea.
Te cuento: Nuestra gatita parió tres hermosos gatos, dos machitos y una hembra. Ésta última era pequeñita, demasiado chiquita en comparación con los otros gatitos. Daba la impresión que su nacimiento había sido prematuro. Le costaba llegar a la teta y a mis hijos les llamó la atención que siempre estaba lejos de la mamá y que ésta no hacía nada para atraerla, protegerla y amamantarla.
Cuando pienso en David, la imagen con que lo asocio es la de la “cría segregada de la camada”. Cuando la hembra tiene más cachorros de los que puede amamantar a una sola vez, el más pequeño de ellos es marginado. Apenas sobrevive con la leche que queda cuando los más grandes han llenado sus barrigas. A menudo este pequeño puede ser el más simpático, y el más valiente, pero sigue llevando el estigma de “cachorro marginado”.
No quiero llevarte a un masoquismo ajeno a la voluntad de Dios. Simplemente, deseo que sí sufres molestias padeciendo injustamente, y lo soportas, entiendas que esto es aprobado delante de Dios. Pues para esto fuimos llamado; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigamos sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente; quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuimos sanados.[72]
Sólo quiero que entiendas que tu corazón debe ser conforme al de Cristo. El estigma de cachorro marginado es mi pensamiento sobre David. Pero para nada era la manera en que él se pensaba. Muchas personas pueden querer consolarte, sin darse cuenta que no te favorecen, diciéndote: --¡Pobrecito!--.  Pero no te lo creas.
Entonces dijo David al filisteo: --Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos--.
El discurso de David presenta un contraste notable con el curso usual de estas invectivas. Era lleno de una confianza piadosa, y él atribuía a Dios toda la gloria del triunfo que preveía. No parecía para nada un cachorrito relegado.
Y aconteció que cuando el filisteo se levantó y echó a andar para ir al encuentro de David, David se dio prisa, y corrió a la línea de batalla contra el filisteo. Y metiendo David su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su rostro en tierra. Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano. (…)
Y cuando Saúl vio a David que salía a encontrarse con el filisteo, dijo a Abner general del ejército: --Abner, ¿de quién es hijo ese joven?--. Y Abner respondió: --Vive tu alma, oh rey, que no lo sé--.  Y el rey dijo: --Pregunta de quién es hijo ese joven--.Y cuando David volvía de matar al filisteo, Abner lo tomó y lo llevó delante de Saúl, teniendo David la cabeza del filisteo en su mano. Y le dijo Saúl: --Muchacho, ¿de quién eres hijo?-- Y David respondió: --Yo soy hijo de tu siervo Isaí de Belén--.[73]
¿Quién soy? Un total desconocido. Alguien que camina por las calles silencioso. No salgo en los diarios, nadie ve mi rostro en televisión. No soy el sobresaliente de mi generación. ¿Quiénes son mis padres en medio de esta nación? ¿Qué es mi familia? Sólo una más entre miles que la pelean todos los días.
Sin embargo, los ojos de Dios están sobre mí, y sobre ti. Te ha mirado el Señor y ha observado tu corazón y me ha mandado a buscarte. Y escribo; escribo pensando en vos. En encontrarte. Quiero que sepas que la victoria es lo único predestinado para ti. Pero antes es necesaria la unción. Te estamos esperando. Ven. No nos sentaremos a la mesa hasta que vengas. El cuerno aún está lleno. El profeta espera. Naciste para ser rey y un lugar en la mesa del Padre está reservado con tu nombre.
Podemos hablar mucho del predestino, la elección y los designios de Dios, pero es indudable, que la victoria era lo que seguía a David. Quizás pensó en esto cuando escribió: --Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días--.[74] No era esta confesión un mero hablar, sino una creencia llena de fe. Realmente Dios estaba con él; y poco a poco todo se iba acomodando para ser aceptado por una nación dependiente de la dirección de Dios; a quienes ya les había elegido un rey conforme su corazón.
Aconteció que cuando volvían ellos, después que David mató al filisteo, salieron las mujeres de todas las ciudades de Israel cantando y danzando, para recibir al rey Saúl, con panderos, con cánticos de alegría y con instrumentos de música. Y cantaban las mujeres que danzaban, y decían: Saúl hirió a sus miles, y David a sus diez miles[75].
El festejo molestó mucho a Saúl, y no era para menos.
Hay personas a quienes les interesa más lo que piensan los demás que el concepto que Dios pueda tener de ellos. Es importante nuestra imagen reflejando nuestro carácter. Es decir, lo que somos manifestándose en nuestros actos, en nuestras palabras, en nuestra conducta. Pero cuando nos preocupamos en exceso, muchas veces sólo es una búsqueda de los medios necesarios para ocultar, engañar o persuadir a los demás para que crean de nosotros lo que no somos.
Hay expertos en engañar y estudian la habilidad de la persuasión con el sólo fin de simular ante multitudes. No somos así nosotros. Dios sabe lo que somos y, al final, lo verdadero saldrá a la luz y revelará lo oculto de cada corazón. Esto sucedía en los acontecimientos relatados, pese al enojo de Saúl y sus intentos de asesinato.
Quiero ir haciendo una sumatoria de aquello que se iba revelando sobre David: el llamado; la unción; el Espíritu de Dios, manifestándose cuando él tocaba el arpa; la victoria sobre Goliat; el reconocimiento del pueblo, exteriorizado en el cántico de las mujeres; ahora, por temor, Saúl lo nombra jefe de mil soldados. Por encima de todo esto, la presencia de Dios que le susurraba al oído: --Yo estoy contigo--.
¿Por qué hago esta suma de sucesos y resultados? Porque quiero que comprendas que David tenía muchos motivos por los cuales querer apurar los tiempos del Señor. Uno de los peores errores que podes cometer es tratar de usar atajos para llegar a donde Dios te quiere conducir. A sus tiempos no debes intentar infringirlos por tu impaciencia. ¡No trates de ayudar a Dios!
Fuiste llamado a reinar. Un soberano debe aprender a esperar; la esperanza es compañera de la fe. Sólo esperamos aquello que creemos llegará. Saber esperar es tener la facultad de saberte contener y de no proceder sin reflexión.
Si crees que la desesperación y frustración la sufres solamente tú, observa al profeta Habacuc preguntando desesperadamente: --¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás; y daré voces a ti a causa de la violencia, y no salvarás? ¿Por qué me haces ver iniquidad, y haces que vea molestia?  (…)  Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio; ¿Por qué ves a los menospreciadores, y callas cuando destruye el impío al más justo que él, y haces que sean los hombres como los peces del mar, como reptiles que no tienen quien los gobierne?--.[76]
Ahora observa bien su actitud y la respuesta de Dios: --Sobre mi guarda estaré, y sobre la fortaleza afirmaré el pie, y velaré para ver lo que se me dirá, y qué he de responder tocante a mi queja. Y Jehová me respondió, y dijo: --Escribe la visión, y declárala en tablas, para que corra el que leyere en ella. Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará. He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá--.[77]
Para el profeta, estar sobre su guarda, afirmar su pie sobre la fortaleza, y velar, son sinónimos de esperar la respuesta de Dios.
Si aún estás en el desierto, quizás todavía estás sin esperanza; si bajaste a encontrarte con el profeta, a lo mejor estás comprendiendo lo que Dios quiere con tu vida y saberlo te hace mirar el mañana totalmente diferente. ¡No desesperes! ¡Prepárate! ¡Espéralo! Porque sin duda vendrá, ¡No tardará!
La respuesta del Señor es para alimentar la confianza. A menudo se menciona a la esperanza como compañera de la fe. Los héroes de la fe en Hebreo 11son también faros de confianza. Lo más extraordinario quizás sea la frecuente relación entre la esperanza y el amor, además de la fe. Por en su relación con el amor, la esperanza cristiana está libre de todo egoísmo. Es imposible para un cristiano esperar bendiciones para sí sin desear al mismo tiempo que otros las disfruten también. Cuando ama a su prójimo desea que reciba todas las buenas cosas que Dios desea darle.
Sin conocerte, te amo. Y deseo que vengas pronto y te sientes a la mesa con nosotros. Que Dios llene tu corazón de esperanza. Pero no de esa secular, ilusoria, fantasmal, y alejada de la verdadera esperanza cristiana.
La esperanza en el sentido bíblico específico es posible cuando crees en el Dios viviente, que actúa e interviene en tu vida, y en quien puedes confiar en que llevará a cabo lo que te ha prometido. Esta esperanza no es producto de tu temperamento, ni está condicionada por las circunstancias u otras posibilidades humanas. No depende de lo que posees, ni de lo que eres capaz de hacer por ti mismo, o de lo que otro pueda hacer por vos.
Piensa en Abraham, el padre de la fe que justifica su confianza de que Sara diera a luz un hijo a pesar de su vejez, creyendo a Dios. Pudo creer “en esperanza contra esperanza”[78]. Es decir, si tú esperanza humana se termina o es insuficiente, aun queda otra esperanza que nunca falla, la esperanza en Jesús.
Quien cree en Dios sabe que nunca se agota para él la bondad del Señor. No ignora que lo mejor es lo que todavía está por venir. Todavía está por delante. Sólo cuida de no apresurar los tiempos y espera con fe. Mira más allá del horizonte.




DIOS, ENSÉÑAME A ADORARTE

Evangelio según Juan. JESÚS = Dios. A todos los que creen.


T
e preguntaste alguna vez ¿Cómo puede suceder que una persona cambie de posición tan notoriamente?¿Cómo hace un pastor, que es rey electo, la transición del pasto al trono? Es todo un desafío. Hay personas que se equivocan en este periodo de cambio.

Pienso en Moisés quien pasó de bebé hebreo condenado a muerte, a ser el adoptado por la hija de faraón; desde príncipe egipcio a pastor doblemente desterrado, (tanto que al nacer su hijo en tierra de Madián, le puso por nombre Gersón, porque dijo: Forastero soy en tierra ajena)[79]. Desde las ovejas de su suegro a libertador y líder del pueblo de Dios.
Recapacito en José quien tuvo una transición extraordinaria: de hijo mimado y soñador de Dios a esclavo; de esclavo a presidiario; de presidario a primer ministro de Egipto. ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos![80] Nunca sabrás cómo y dónde te llevará su voluntad y su poder.
Los peligros en este tiempo de transición pueden ser muchos. No saber esperar los tiempos de Dios y confundirnos, dejándonos engañar por un espíritu de superioridad vestido de oveja, son mentirosos enemigos. ¿Entiendes lo que quiero decir con esto último? A veces somos tan espirituales que la relación con los demás se convierte en discriminatoria, acusadora y condenatoria. Nuestras palabras son tan celestiales que parecen la más dulce de las ovejas y, en realidad, son feroces lobos que obstruyen la obra de Dios en los corazones.
Hay un error que cometió Israel como nación y que podemos cometer nosotros si no ponemos la debida atención a los propósitos santos. Dios hizo su promesa especialmente a este pueblo, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la Ley, el culto y las promesas; de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo.[81]
Ofreció a Israel ocupar una posición sin par entre las naciones; en un sentido, éste era su pueblo peculiar. La desdicha de esta nación fue malentender sus funciones. Se convenció a sí mismo de habérsele prometido privilegios y honores especiales, cuando, en realidad, lo que se le había ofrecido eran deberes y responsabilidades concretas. El ofrecimiento de Dios es siempre el de una tarea que hacer para él.
Este es el principal motivo por lo cual Dios está buscando corazones conforme al suyo. No espera ni busca perfección; solamente un carácter dócil que quiera llevar el yugo sobre sí, y aprender de Cristo, que es manso y humilde de corazón.[82] Corazones cuyo principal deseo sea ser semejante a él, en obediencia, santidad y compromiso.
Cuando veo a Jesús en el desierto, ayunando, siendo tentado y resistiendo firme en la palabra de Dios. A Moisés pastoreando las ovejas de Jetro su suegro y, temeroso y fascinado, arrimarse a la zarza ardiente para oír la voz del Padre. A David y sus pocas ovejas. Ante esto, pienso que en diferente medida y con distintas experiencias, todos pasamos por aquel desierto. Pero en cada uno de nosotros tiene un impacto diferente, muchos se perdieron y nunca más volvieron, otros sacaron fuerzas de debilidad y aún sobreviven, y los más, le temen.
Muy pocos ven oportunidades en cada desierto que les toca pasar. Los que logran cultivar este carácter son personas que han comprendido que fueron llamadas con un propósito. Tienen el sello de aquellos que lograron percibir que poseen, no solo una misión en la vida, sino también una visión que les permite soñar con los sueños de Dios sobre su existencia.
Ora conmigo: --¡Dios abre mis ojos espirituales! Quiero ver. Ser un visionario--.
Tener visión es ver más allá de lo contingente y pragmático, mucho más allá de lo que el común de la gente puede ver. Es adquirir una mirada que logra traspasar el espacio y los tiempos. Conviértete en un revolucionario. Construir nuevas realidades y hacerlas posible es lo que hace un atrevido opositor al régimen gobernante de este mundo.
Sé como el Salmón. Este pez nace en los ríos, alcanza la adultez en el mar y retorna al río para el desove. Pero sólo puede hacerlo remontándolo, nadando contra la corriente que quiere llevarlo otra vez al mar. No puede dejarse vencer por el torrente de agua, debe llegar al río porque tiene una razón, es la época en que las hembras deben soltar sus huevos. Debe vencer, sus crías sólo tienen una posibilidad de nacer y es en el río.
Tú también tienes una razón. Debes encontrar el por qué de tu desierto. ¿Qué quiere Dios hacer en tu vida? Yo sólo sé que la mesa está servida y esperamos por vos. Que hay una unción, una silla y un reino. Seguramente, nadar contra la corriente requiere de energía y fuerza para el Salmón. Que Dios te de carácter y potencia, pero también pasión en lo que crees.
La energía y fuerza están dadas por la confianza que tenemos y en quien creemos, es optimismo y fe respecto al Señor que nos llamó. Pasión es el empeño en llegar al objetivo que nos proponemos focalizando nuestra energía y siendo muy perseverantes en el camino. Es tu convicción de amor.
Un reformador transforma problemas en oportunidades, esta característica se denomina “resiliencia”, que consiste en la capacidad de sobreponerse a la adversidad, creciendo a partir de ella. Es enfrentar cambios y sobresaltos de una manera contractiva no dejándonos abatir por la frustración. Sosteniéndonos “como viendo al invisible”. Si no ves a Dios obrando y bendición tu vida, muy difícilmente podrás convertirte en un agradecido adorador. Dios formó un corazón de hijo en David, de pastor, de soberano, pero sobre todo, de adorador.
No es sencillo lo que el Padre está haciendo en tu vida. Te llamó y desea que cual su Hijo respondas a su llamado y le obedezcas. Deja que te ame y te cuide, quiere darte todas sus riquezas en gloria y poner mesa delante de ti.
Anhela que como pastor le sirvas; cuides de sus ovejas; pastorees sus corderos. Colocó corona en tu cabeza y te enseña a esperar, conquistar y gobernar. Por último, en el desierto quiere darte un corazón de adorador mediante el cual no sólo le des adoración, sino que todo vos sea una adoración.

ADORARTE EN ESPÍRITU Y VERDAD

¿

Como puedo adorarte si no te conozco? Conocer no es solamente saber tu Nombre; ni observar una religión o ser fiel a diferentes ritos establecidos, sea por la Biblia, normas religiosas, o quién sabe qué o cómo.

Conocerte es más profundo. Es intimar con alguien y compartir los secretos; recostarse sobre su pecho como lo hacía Juan con Jesús.
¿De qué manera puedes vivir esta efectiva relación con Cristo? No hay otro modo, sólo uniéndote espiritualmente con él. Jesús quiere hacerlo ¿Lo anhelas tú? Deja que llene tu corazón; que se siente en el trono de tu vida. Cristo quiere revelarse a ti y relacionarse íntimamente. Lo necesitas.
Ora conmigo: --¡Espíritu Santo de Dios lléname de ti! Sé en mí como un rio de aguas vivas que salten de mi interior. Te necesito porque sólo tú puedes revelar a Cristo en mi vida para que realmente pueda conocerlo y adorarle conforme a ese conocimiento. Jesús, tú eres Dios encarnado[83]. Te adoraron apenas naciste[84], durante tu ministerio[85] y también en tu resurrección[86]. ¡Enséñame, Espíritu, a adorarlo!--.
Jesús dijo que el Espíritu Santo le glorificaría; porque tomaría de lo suyo, y nos lo haría saber.[87] El Espíritu que recibimos de su Hijo es quien trabaja en nuestro corazón para conformarlo con su voluntad. Es quien hace posible que lo conozcas y lo sirvas según la verdad. ¡Glorifica a Cristo en mi corazón!
Quiero contarte del encuentro de una mujer de Samaria con Jesús. La charla fue extensa y se tocaron diferentes temas; en este punto de la conversación el centro de la plática era la adoración. La mujer dijo a Jesús: --Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar--.
Jesús le explicó: --Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren--.[88] Ella había hablado simplemente de “adoración”; nuestro Señor presenta delante de ella el gran Objeto de toda adoración aceptable: “El Padre”.
¿Cómo puedes adorarle sino le reconoces primeramente como Padre? Esta posición paternal permite tener una relación cercana, y no lejana. La mayoría de las personas tienen esta última manera relacionaría con Dios, distante. Pero no es la que el Señor quiere tener contigo. Ese es el motivo de que este escribiendo estas palabras para ti. Dios quiere que reconozcas que es tu Padre. Diferente y no tanto a toda imagen que puedas tener de lo que es la paternidad, depende de tu experiencia personal.
Cualquier padre terrenal, que se piense como tal, buscará tener contacto con sus hijos y viceversa. Dios Padre quiere adoradores que busquen una relación personal con él. No puede ser de otra manera que en espíritu y en verdad. Dios no necesita tus rezos, sino la sencillez y la nobleza de tu espíritu. Él busca más allá de los ritos, las fórmulas, los tiempos de oración, una clase de encuentro personal. Da a Dios lo más profundo tuyo, el espíritu y el corazón del que surgen todos tus deseos.
El Espíritu de Dios no puede glorificar a Jesús sino en aquellos corazones que buscan la verdad y que hacen la verdad en un mundo de mentiras.
Mira a los ojos a Dios, una vez más, dile:--¡Abba, Padre!--. No es una palabra cualquiera, es la que caracterizaba la manera tan personal como Jesús se dirigía a Dios. En el momento más difícil, como una oración que se convierte en la más profunda adoración, en espíritu y en verdad. Adoración agónica en el Monte Getsemaní: --Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mí esta copa; mas no lo que yo quiero, sino lo que tú--.
Eleva unas cuantas palabras que valgan más que mil rezos y cultos. Hazlo con toda confianza, porque eres su hijo, y puedes hacerlo mediante el Espíritu de su Hijo que Dios envió a tu corazón, el cual clama por ti: ¡Abba, Padre! Y éste no es un espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que has recibido el espíritu de adopción, por el cual puedes clamar, una y cuantas veces quieras: ¡Abba, Padre! ¡Abba, Padre![89]
Mas viene el tiempo, o por mejor decir, ha llegado ya. Hoy es tu tiempo. Tiempo de darte cuenta que Dios te está buscando. Busca a su hija/o, a su sierva/o, a su rey o reina; sacerdote o sacerdotisa. ¿Quién sabe? Sólo sé que te busca a ti.
Dios busca verdaderos adoradores que le den un culto espiritual y verdadero por la fe, la esperanza y la santidad; culto muy diferente del que le da este mundo, que sólo consiste en ceremonias exteriores y figurativas. No te confundas, esto no quiere decir que Jesucristo excluye todo culto exterior; nos enseña solamente que es inútil y que no puede honrar a Dios, cuando no va fundado sobre el interior, del espíritu.
Siendo pastor, David cultivó un talento relacionado con la música; aprendió a cantar y a tocar instrumentos mientras cuidaba de las ovejas. En el desierto consumía largas horas, y muchas de éstas eran aburridas y monótonas. Una vez que las ovejas llegaban al pasto y estaban seguras, el pastor no tenía mucho que hacer, excepto sentarse sobre una ladera a vigilarlas.
Era común que los pastores buscaran entretenerse, tocando algún instrumento. Durante los solitarios días que pasaba sobre las rocosas laderas, David escribía poemas a los cuales ponía música. Después él tocaba y cantaba. Dios lo bendijo con una hermosa voz y con talento especial para la música, y el dulce cantor de Israel cultivó ese talento.
¿Eso es todo? ¿Sólo es aprovechar el tiempo ocioso y desarrollar un talento? Si quieres ser músico; si. Si lo que buscas es ser un adorador, no, no es suficiente. La adoración es una actitud del corazón. Esta palabra denota el mérito de un individuo para recibir honores especiales de acuerdo con su valía. Dios sólo puede ser adorado en espíritu y en verdad cuando logras aceptar y descubrir sus atributos divinos.
Todo estaba silencioso y tranquilo. El viento caliente del desierto quemaba el rostro. El instrumento suavizaba la tarde. De pronto el rugido del león y el mugir de la oveja víctima de arrebato. David se pone en pie. Siente en su interior el miedo. El sudor por su frente muestra lo que pasa por su interior. Dirá:--¿Qué hago, Dios? ¿Padre, voy tras la bestia? ¿Me ayudarás?-- En su corazón, una voz celestial le susurra: --Ve--.
¿Qué armas tenía? Su vara (un pesado palo que podía usarse como cachiporra), su honda, y su fe en Dios.
Cierra los ojos y capta la presencia de su Señor. Corre y enfrenta la situación. Al rato, vuelve con la oveja sobre sus hombros. Sonríe; se sienta en una roca y toma su instrumento, y adora a Dios. Reconoce todos sus atributos; que sólo él es Dios: Santo, justo, verdadero, misericordioso, quien da y quita la vida. Padre Eterno, salvador. Dios omnisciente, omnipresente y omnipotente. ¡Sólo Tú eres Dios!
Con lágrimas en los ojos escribe bellos poemas de alabanza y adoración. La médula de su devoción es, sin lugar a dudas, su conocimiento de Dios. No se cansa de cantar acerca de su majestad en la creación. Y nunca se acaban los papeles ni las razones para escribirle salmos a su Padre. No importaba la situación ni las circunstancias, las convertía en una buena razón para transmitir a Dios sus pensamientos.
No todos los Salmos bíblicos le pertenecen a David.[90] Pero puedes encontrar en ellos el conocimiento de los atributos y la obra divina para reconocerle y adorarle como Dios, en espíritu y en verdad.
El salmista te enseña su conocimiento personal de Dios. Lo reconoce Señor; en todas sus obras, en cielos, tierra y mar, lo ha conocido como el Creador omnipotente, omnisciente, y omnipresente. Es también el Dios de toda la historia, que va guiando todas las cosas hacia la meta final que se ha propuesto alcanzar. Pero este Soberano de toda la tierra, este Rey de reyes, es también el supremo Legislador y Juez, defensor de todos los oprimidos, a la vez que su Salvador. Por lo tanto, es misericordioso y fiel, justo y recto, el Santo a quien hombres y ángeles adoran.
El Dios de los salmistas es también, en forma única, el Dios de Israel. El Dios que se reveló a Abraham, Isaac y Jacob, que por medio de Moisés libró a Israel de Egipto, estableció un pacto con ellos y les entregó la tierra prometida. Es el Señor y Defensor del pueblo elegido.
Es tu Dios y Padre. Mi Señor.
Te invitó a que compartas conmigo este bosquejo para el estudio y la enseñanza de los salmos. En la serie completa hay otras selecciones tituladas: Lamentos individuales y colectivos; Cánticos individuales de agradecimiento; Salmos reales y Salmos de confianza y sabiduría.[91] No los transcribo por querer solamente hablarte de la adoración y alabanza.
Esta es una selección de Himnos de alabanza y liturgias:
Salmo 8: La gloria del Señor está en toda la tierra
Salmos 14, 53: Para vergüenza de los impíos, el Señor restaura a su pueblo
Salmo 15: Solamente los piadosos podrán habitar con el Señor
Salmo 19: El Señor se revela en su mundo y en su Palabra
Salmo 24: El Señor es el Rey de Gloria
Salmo 29: La voz del Señor es poderosa y majestuosa
Salmo 33: El Señor es soberano en la creación y en la historia
Salmo 46: Dios es la poderosa fortaleza de su pueblo
Salmo 47: Dios es el gran Rey sobre toda la tierra
Salmo 48: Dios es el gran Rey en Sion
Salmo 50: Dios es el juez justo de su pueblo
Salmo 65: Dios salva y sostiene a su pueblo
Salmo 67: Que todos los pueblos alaben a Dios
Salmo 68: Dios es la fortaleza y el poder de su pueblo
Salmo 75: Canten alabanza a Dios por su juicio justo
Salmo 76: Dios es majestuoso cuando juzga
Salmo 78: Dios guía a su pueblo aun cuando se extravía
Salmo 81: Dios quiere que su pueblo lo alabe y lo obedezca
Salmo 82: Dios heredará todas las naciones
Salmo 84: Los que habitan en la casa de Dios son bendecidos
Salmo 85: La salvación de Dios está cerca de los que le temen
Salmo 87: La ciudad de Dios es gloriosa
Salmo 93: El Señor nuestro Rey está vestido de majestad
Salmo 95: El Señor es el gran Rey sobre todos los dioses
Salmo 96: El Señor nuestro Rey es grande y se le debe mucha alabanza
Salmo 97: El Señor nuestro Rey está exaltado sobre todos los dioses
Salmo 98: El Señor nuestro Rey salva y juzga
Salmo 99: El Señor nuestro Rey es santo
Salmo 100: Agradézcanle al Señor y alaben su nombre
Salmo 101: Caminen delante de Dios con corazón perfecto
Salmo 103: Alaben al Señor por todos sus beneficios
Salmo 104: El Señor provee todo lo que sus criaturas necesitan
Salmo 105: El Señor siempre es fiel a su pueblo
Salmo 106: El Señor salvó a su pueblo una y otra vez
Salmo 111: El Señor siempre es fiel a su pacto
Salmo 113: Alaben el nombre del Señor
Salmo 114: Dios sacó a Israel de Egipto mediante su milagroso poder
Salmo 115: Los ídolos no son nada pero el Señor lo es todo
Salmo 117: Que todos los pueblos alaben al Señor
Salmo 118: Alaben al Señor por su maravillosa salvación
Salmo 119: Alaben al Señor por su maravillosa Palabra
Salmo 121: Nuestra ayuda viene solamente del Señor
Salmo 122: Alegraos cuando vayáis a la casa del Señor
Salmo 123: Buscad la misericordia del Señor
Salmo 124: El Señor está de parte de su pueblo
Salmo 125: El Señor rodea a su pueblo con su protección
Salmo 126: El Señor saca a su pueblo del cautiverio
Salmo 129: El Señor vence a los enemigos de su pueblo
Salmo 134: Que todos los siervos del Señor lo alaben
Salmo 135: El Señor hace lo que quiere
Salmo 136: La misericordia del Señor dura para siempre
Salmo 145: Alaben el nombre del Señor para siempre
Salmo 147: Alaben al Señor por su Palabra sustentadora
Salmo 148: Alaben al Señor desde los cielos y desde la tierra
Salmo 149: Que el pueblo del Señor le cante alabanzas
Salmo 150: Que todo lo que tiene aliento alabe al Señor
Invierte tu tiempo delante de Dios y pídele al Espíritu Santo que glorifique a Cristo en tu corazón, para que puedas conocerle como el Señor que dio su vida por ti. Dios hecho carne. Niño que nos es nacido, hijo que nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre: Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.[92]




DERRAMA SOBRE MÍ TU UNCIÓN


Como el buen oleó sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón, y baja hasta el borde de sus vestiduras;
Como el rocío de Hermón, que desciende sobre los montes de Sión;
Porque allí envía Jehová bendición, y vida eterna.

¡VEN, ESTEMOS A CUENTA!


A
l encontrarte, en esta forma tan particular de estar frente a frente sin estarlo. Mirarte sin hacerlo; y hablar contigo por medio de un papel que intentó exprese lo deseado. Quiero llegar a este punto creyendo, que si aún estás leyendo, es porque te interesa y quieres responder al llamado de Dios.

Soy el profeta que tiene en su mano el cuerno lleno de unción. Arrodíllate. Póstrate ante la cruz de Cristo. El líquido húmedo todavía desciende por el rudo madero; moja tu cabeza; desciende por tu mejilla; baja por tu cuerpo hasta tus pies. Es como el rocío de Hermón, que desciende sobre los montes de Sión.
Algo sientes en tu interior. Lo pesado se va. Los lazos se sueltan; el temor huye. Las maldiciones se rompen y la angustia no encuentra lugar en ti. Quizás te pase como me sucedió a mí, no sabía que estaba pasando ni comprendía a ciencia cierta lo que ocurría. No interesa, lo que sucede no es intelectual sino espiritual. Dios está enviando bendición y vida eterna.
El brebaje santo no es el aceite de Samuel, ni el oleó especial de Moisés. Es la Sangre de Jesús que se derrama sobre ti. Una sola gota de su sangre tiene el poder suficiente para limpiar todos los pecados de tu corazón. No importa cuál sea. No te preocupe la gravedad ni lo sucio que estés. --¡Ven!--, dice el Señor, --Estemos a cuenta: si tus pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana--.[93]
Ora conmigo: --Dios, lávame más y más en la sangre de tu Hijo. Reconozco todos mis pecados de los cuales me avergüenzo hasta sentir un dolor de muerte en mi interior; no puedo levantar mi mirada ni verte a los ojos. No puedo orar; no me atrevo a pedirte nada. ¡Si no fuera por tu gracia! El saber de tu amor me da fuerzas. Te tomaste tanto trabajo en buscarme. Me llamaste y te ignoré. Pienso; hago sumas y restas, y finalmente ¡Sólo queda tu gracia! Perdóname. Acepto tu llamado, tu sangre la cual corre por todo mí ser y me limpia de todo mi maldad. Gracias, Padre. En el Nombre de Jesús.--
Adórale. Liberta tu adoración. ¡Las voces de millares de ángeles no podrían expresar mi gratitud por ti! La tuya debe ser totalmente personal. Sólo tú sabes lo que sientes en tu corazón al aceptar a Jesús como Señor de tu vida.
Quiero dejarte solo. Hace lo que el Espíritu te guie. Si quieres arrodillarte, hazlo. Si quieres cantar, canta; si quieres llorar, deja que por tus ojos broten todo el amor que pueda emanar de tu interior.
Te dejo solo. Tú y Jesús en la más perfecta intimidad.

VASIJA

Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy en angustia;
Se han consumido de tristeza mis ojos, mi alma también y mi cuerpo.
Porque mi vida se va gastando de dolor, y mis años de suspirar;
Se agotan mis fuerzas a causa de mi iniquidad, y mis huesos se han consumido.
De todos mis enemigos soy objeto de oprobio,
Y de mis vecinos mucho más, y el horror de mis conocidos;
Los que me ven fuera huyen de mí.
He sido olvidado de su corazón como un muerto;
He venido a ser como un vaso quebrado.
Porque oigo la calumnia de muchos;
El miedo me asalta por todas partes,
Mientras consultan juntos contra mí
E idean quitarme la vida.

L
eer esta parte del Salmo 31 de David nos da la impresión de escuchar los lamentos de Job o de Jeremías. O tus pensamientos o mis oraciones.

En realidad, es la oración de un creyente en tiempo de hondo pesar. Si no leemos el Salmo completo nos va a quedar la impresión de un escrito depresivo y sin esperanza. Te lo resumo: En la primera parte los clamores de socorro se mezclan con las expresiones de confianza. Luego el detalle de las amarguras ocupa la atención, hasta que, en la seguridad de la fe, fuerte mas sumisa, llega al lenguaje de la pura confianza gozosa, y exhorta a otros a que tengan igual amor y confianza para con Dios.
Quiero concentrarme en la referencia de las amarguras de David, porque es como invadir la privacidad de un corazón y penetrar lo más profundo de un ser sufrido. Si estas palabras fueran mías, a muy pocos les permitiría que la lean. Son palabras que desnudan todo el interior. Exponen lo que la angustia puede hacer en una persona.
David siente que se consume de tristeza sus ojos, su alma y su salud física. Que el tiempo pasa y su vida se gasta en dolor y hace que se le terminen las fuerzas. El desprecio y olvido, la calumnia y el miedo, lograron que David se sienta un vaso quebrado.
Hay un simbolismo bíblico muy importante cuando se usa el término “vaso”. El arte del alfarero dio al lenguaje bíblico muchas de sus imágenes, símiles y metáforas. David conocía este simbolismo, por eso al escribir desnuda toda su debilidad humana ante las circunstancias por las que pasa. Muchas veces usó estas metáforas para profetizar lo que sucedería con aquellos que se levanten contra Dios y contra su ungido. Describe el poder del Mesías frente a la fragilidad humana diciendo que los quebrantaría con vara de hierro; como vasija de alfarero los desmenuzaría.[94]
Isaías también usó está imagen proféticamente: “Y se quebrará como se quiebra un vaso de alfarero, que sin misericordia lo hacen pedazos; tanto, que entre los pedazos no se halla tiesto para traer fuego del hogar, o para sacar agua del pozo”.[95] “Del norte levanté a uno, y vendrá; del nacimiento del sol invocará mi nombre; y pisoteará príncipes como lodo, y como pisa el barro el alfarero”.[96]
Todo este simbolismo habla del implacable poder del alfarero sobre la vasija, quien los despedazaría de manera de no poder ser remendados. Lo que describe es una destrucción total hasta hacerlo inservible.
Quizás muchas veces te sientes quebrado en tu voluntad, en tus anhelos, en tus sentimientos. Sintiendo que la vida se va gastando de dolor y los años de suspirar. Como si lo esperado no fuera a llegar jamás.
¿Hasta cuándo, Jehová? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí? ¿Hasta cuándo pondré consejos en mi alma, con tristezas en mi corazón cada día? ¿Hasta cuándo será enaltecido mi enemigo sobre mí?[97] Estas palabras de David, prácticamente son la oración de una persona que se siente como un vaso quebrado. Si la angustia logrará hacer prevalecer el pensamiento del quebrantamiento, conseguiría que te consideres un vaso sin posibilidad de ser remendado. ¡Una vasija destruida totalmente hasta ser inservible!
Muchas personas pueden tratar de hacernos sentir así. Palabras hirientes penetran nuestro ser y se arraigan cuál parásito en nuestra alma. No le permitas permanecer en ti. Quita toda raíz de amargura.  Son peligrosas. Por causa de ella, algunos dejaron de alcanzar la gracia de Dios; los estorbó, y por ella muchos pueden ser contaminados.[98] Tu carácter fue formado a fuego. Golpe tras golpe. Fuego y agua. Otra vez, más golpes. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos. Tu Dios nunca te dejará sin esperanza. Su gracia siempre te acompañará y te restaurará.
¿Crees que esta prueba te destruirá? ¿Piensas que el ímpetu de las olas hundirá tu barca? Muchas veces pensé que sí. El viento sacudiendo con fuerza tremenda mi barquichuelo. Luchó. Lo hago con decisión, con todas mis fuerzas. No es suficiente. Te buscó, Señor. ¿Dónde estás? En la popa, durmiendo sobre un cabezal. Pienso: --Maestro, ¿No tienes cuidado de mí? ¿No te das cuenta que perezco?--.
Cierro los ojos, y espero. Estás allí, silencioso en un rincón de mi habitación. No te veo. Mis ojos recorren los espacios. Se nubla mi mirar. ¡Es increíble! Con mis ojos húmedos por las lágrimas puedo mirar mucho más allá. Hay estás. Callado, mirándome con amor. Lo sé. Te levantarás, reprenderás al viento, y dirás al mar: --¡Calla, enmudece!--. Cesará el viento, y se hará grande bonanza. Y cruzaré al otro lado.[99] Luego pondrás tu mano sobre mi cabeza, me acariciarás cual Padre a su hijo débil y necesitado. Callarás de amor por mí.
Esta es mi fe, la que estoy compartiéndote. Es un tesoro en este vaso de barro llamado Hugo Nieva, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no mío, que puedo llegar a estar atribulado en todo, pero no angustiado; en apuros, mas no desesperado; perseguido, pero jamás desamparado; derribado, pero nunca me pensaré destruido.[100]  Un vaso quebrado pero pronto a ser restaurado por el más hábil y eficaz de todos los ceramistas.
David reconocía y aceptaba el dominio del alfarero sobre el barro como símil de la soberanía de Dios. Cuando logramos reconocer que él es Dios y nosotros obra de su mano, entonces podemos poner toda nuestra confianza en su sabiduría, poder, decisiones, dejando que sea Señor de nuestro tiempo. No podemos entregar nuestra vida en sus manos al menos que aceptemos su soberanía.
Ser soberano es ejercer autoridad suprema e independiente sobre lo que es su pertenencia. Pertenecemos a Dios, siempre fue así, porque él nos formó; tomó polvo de la tierra y nos hizo.[101] Por voluntad propia nos rendimos al pecado, pero Dios nos redimió con la sangre de Jesús; nos compró a precio de vida. Darle a él nuestra soberanía es entregar nuestra voluntad; todo el derecho a decidir qué es lo mejor para nosotros. Supremacía atribuida por la confianza y fe depositada en nuestro Señor.
Acompañemos a Jeremías a casa del alfarero y allí oigamos lo que Dios tenga para decirnos: Míralo, allí está el alfarero trabajando sobre la rueda. La vasija de barro que él está haciendo se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla. Escucha el mensaje de Dios: --¿No podré yo hacer contigo como este alfarero?  He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así eres tú en mi mano--.[102]
David lo entendió ¿Lo estás entendiendo tú? Hay situaciones que nos llevan a ser como un vaso quebrado. Vasija demasiada dura o con algunas basuritas que nos echan a perder. El Espíritu de Dios es el mejor restaurador. Deja que haga otro receptáculo de ti, como a él le parezca mejor hacerlo. Permite que ejerza su soberanía con tu vida.
Nosotros somos vasijas de barro a ser colmada. Esta imagen tiene la finalidad que entiendas que serás llenado inevitablemente. Por las vanidades, por el odio, los resentimientos, las falsedades, las mentiras, el desprecio, los prejuicios, los vicios, el adulterio, la fornicación, la lascivia, el desanimo, la depresión, basuras y más basuras. Nada evitará que seas llenado. Elige por qué quieres ser lleno.
Dios quiere poner su tesoro en ti, su vaso escogido. Te da la figura de uno de barro para hacerte entender que, más allá de tu fragilidad humana, fuiste hecho para contener el poder de lo alto. Tu debilidad resalta y da la excelencia del poder a Dios, y no a tu propia capacidad, habilidad, de manera que queda exceptuada cualquier jactancia.
Vuelvo a repetir, tú eres una vasija de barro a ser llenada y lo serás, ineludiblemente. Lo fuiste desde que naciste. Cada caricia, cada contacto visual o físico, cada palabra o silencio; todo fue llenando tu vaso tanto intelectual, emocional y espiritualmente.
Eres llenado por el conocimiento perceptual, (ojo y oído), a través de la observación y la experiencia sensorial. Por el conocimiento conceptual: el corazón, la mente, por la razón y la curiosidad intelectual; y también por el espiritual de lo que aman a través de la afinidad moral y vida espiritual.[103]
No debes ignorar que la forma de pensar, la voluntad, la imaginación, la conciencia, el gozo, los deseos, los afectos, las percepciones, los poderes de raciocinio, las intenciones y la fe, fueron afectados por el pecado. Se perdió la vida espiritual y la naturaleza moral se hundió en oscuridad al dar la espalda a la luz de Dios.
Las formas de proceder ante diferentes circunstancias, sea de nuestros padres, familiares o conocidos, fueron quebrando nuestro vaso. Por encima de todo, nuestro pecado personal.
Un ejemplo muy común, y espero que no lo hagas nunca y si lo hicieron contigo puedas perdonar, es el que utiliza la licenciada Elba Somoza al enseñarnos que “un obstáculo frecuente por el cual no bendecimos es que confundimos afecto con conducta. Para bendecir a alguien es preciso separar estos dos conceptos que casi siempre mezclamos; confundirlos es como tener la boca llena de dinamitas”, dice Somoza. “Cuando le decimos al niño: ‘si te portas mal, nadie te va a querer’, estamos mezclando afecto y conducta. Si esto se lo dice a una persona vez tras vez a lo largo del tiempo, ella misma termina confundiendo las dos cosas. Finalmente, cree que si comete malas acciones no vale nada como persona ni merece ser amada”, afirma la licenciada.[104]
Imagínate: este vaso está siendo llenado con esta confusión desde su niñez. Obsérvalo, cuando adolescente, reproduciendo esta conducta mezclada con los afectos. Míralo casado y gritándole a su esposa e hijos este desconcierto. Quizás puedas responder al interrogante de por qué tantos suicidios y asesinatos, tantas vidas jóvenes que dicen no al amor limpio y verdadero, por qué tantos divorcios.
Se ha implantado una estrategia diabólica en los últimos tiempos para destruir las vidas de las personas. El abuso o maltrato intenta operar desde que la persona es bien joven, para que cuando llegue a la edad adulta sea un vaso lleno de sentimientos y emociones negativas.
La experiencia del abuso es una experiencia de dolor, difícil de procesar. Es uno de los traumas o heridas en el interior de las personas más frecuentes y destructores. Existen en diferentes formas: El físico donde domina la ley de la violencia. El verbal mediante palabras hirientes y golpes verbales. El maltrato emocional causado por padres, novios o esposos controladores. Las mentiras, los engaños, la ausencia de aceptación incondicional producen grietas en nuestro vaso. Me faltaría tiempo hablando del abuso sexual que sucede en todos los extractos sociales.
Otro muy común es el rechazo. Éste puede ser abierto que es definido como una conducta obvia que lleva un mensaje: “No eres amado”. También está el rechazo cubierto o cerrado que tiene lugar de maneras más sutiles que, muchas veces, no expresan las intenciones de los demás.
La inferioridad, la falsa culpa, la indiferencia, la falta de afecto, los silencios, las acusaciones y el contexto autoritario, todo esto produce gérmenes espirituales que no nos permiten tener una vida emocional sana. No sabemos cómo disfrutar del gozo, los deseos y los afectos, y por más que se esfuercen en amarnos, no podemos recibir ese amor.
Cada una de las situaciones que voy nombrando son golpes que quiebran la vasija de barro que Dios quiere llenar. Somos un recipiente en el cual se vuelca constantemente sentimientos, pensamientos, maneras de percibir, etc. Las heridas quiebran el vaso de barro y no permiten que contengan el amor que se les brinda. A la vez, si una persona jamás fue o se sintió amada ¿Cómo puede dar amor? Es un vaso que tiene de todo menos lo esencial para dar.
¿Y tú? ¿Puedes darte cuenta de lo que tienes percibiendo al amor? Quizás te preguntes: ¿Por qué no puedo ser feliz? ¿Por qué no puedo disfrutar mis logros? ¿Por qué no gozo de mi familia, si lo tengo todo? Sientes que nadie te ama y si miras a tu alrededor, con los ojos sanos por Dios, te darás cuenta que muchos te aman y sufren por vos.
Lo primero es que te abras al amor. Dios es amor. Deja al Señor sanar tu vasija quebrada para que puedas atesorar todo el amor que te da. Luego da lo que recibes del Padre. El Amor de Dios es el único que te capacita para amar lo que humanamente es imposible de amar.
Jesús no es tu padre, ni tu hermano, ni tu madre, ni tus amigos, ni esa persona que tanto daño te hizo. Jesús te ama con un amor incondicional, dio su vida por ti sin importarle tu condición y aunque te equivoques, ¡Él siempre te amará!
No sólo está quebrado tu vaso, ¡Cuántas cosas tiene adentro!
Ora conmigo: --¡Señor, restaura mi vaso! ¡Vacía mi vasija de todo lo malo de su interior! ¡Sana mis ojos de aquello que vieron y que tanto daño me hicieron! ¡Sana mis oídos de toda palabra hiriente hablada contra mí! ¡Sana mis manos y mi boca! Restáurame y hazme una nueva vasija conforme tú quieras--.
No pienses que el trabajo del Espíritu Santo de Dios en nuestro corazón es el trabajo de un día. Es un proceso donde el Señor utiliza los dones derramados en su iglesia. Es una labor donde es necesario dejarnos moldear y trabajar todos los días.
El pastor Bernardo Stamateas dice que “las herencias psicológicas no se rompen con una oración sino a través del discipulado, recibiendo la Palabra de Verdad hasta que los pensamientos sean cambiados y por ende las conductas. Es una manera de pensar que debe reemplazarse por los pensamientos correctos. Por eso nos reunimos en la iglesia, para cambiar la mentalidad”.[105]
Las costumbres heredadas, de las cuales quizás nunca supimos ni nos interesó estar al corriente de sus raíces, son uno de los instrumentos utilizados por Satanás para que las personas desoigan el llamado y no respondan positivamente a Dios. Lo más tremendo de esto, es que esta atadura traspasa generaciones. Entender, reconocer, confesar y renunciar a estos pecados, es el desafío.
Ciertas conductas también se heredan: podemos ser miedosos como mamá, violentos como papá, paranoicos como el abuelo, pasivo como el bisabuelo. Escribe tu propia historia. La historia diseñada por Dios para ti en Jesucristo. Ante esto, lo más aconsejable es buscar conserjería pastoral para hacer estas clases de renuncias, pero de existir razones para realizarlo personalmente, añado un modelo de oración:

“Bendito Dios: Te pido en el Nombre de Jesús que escuches mi oración.
Reconozco mis pecados. Renunció al pecado de, (Realizar una lista de pecados personales a los cuales quieres renunciar):
…………………………………………………………………………………….………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………También, en nombre de mis familiares y antecesores, pido perdón por los pecados con que ofendimos tu Santidad por siglos, (realiza una lista de pecados familiares a los cuales quieres renunciar, ejemplo: alcoholismo, adulterio, aborto, mentiras, falsedad, etc.):
……………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………… ……………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………Renuncio a las herencias heredadas, tanto biológicas, psicológicas o espiritual. (En este caso agrega todas aquellas prácticas ocultistas que recuerdes de tus antepasados y personales, también los patrones de conductas erróneos o todo aquello en lo que hayas encontrado identificación durante el escrito).
…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………
Sé que muchas personas dañaron y quebraron mi vasija, pero con tu ayuda los perdono y mientras lo hago, desocupo mi interior para permitir que lo llenes con tu poder.
…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………En el Nombre de Jesucristo de Nazaret y con tu autoridad rompo su control en mi vida y en las de mis hijos y toda mi descendencia. La declaro bendita y digo como David: “Ten ahora a bien bendecir la casa de tu siervo/a, para que permanezca perpetuamente delante de ti, porque tú, Jehová Dios, lo has dicho, y con tu bendición será bendita la casa de tu siervo para siempre”.[106]Llena todo mi ser con tu Espíritu Santo. En el Nombre de Jesús. Amén.




Acontecerá en aquel tiempo que su carga será quitada de tu hombro, y su yugo de tu cerviz, y el yugo se pudrirá a causa de la unción.
Isaías 10:27









HABLEMOS DE LA UNCIÓN


A
l llegar a esta altura de mi escrito me siento mucho más tranquilo. Considero que te encontré, pero también que he recibido una buena recepción de tu parte. De otra manera ya has tenido tiempo para dejar este libro de lado y lamentarte por el tiempo perdido.

Pero sigues hay. Pienso que estás dispuesto a recibir la unción de Dios, la cual no será sobre tu cabeza sino en tu interior, llenando todo tu ser.
Sin lugar a dudas, cuando Dios piensa en ti lo hace mirando mucho más allá de esta vida terrena. Pero de ninguna manera deja de pensar en lo relacionado con lo tangible. Sus promesas no son ajenas a lo que sucede cada día. La unción tiene que ver con una misión de Dios para ti acá en la tierra. Un ministerio especifico en esta generación, concretamente. Veamos una introducción a la unción:[107]
En el Antiguo Testamento se ungía a las personas y las cosas para significar santidad, o separación para Dios: el tabernáculo y sus muebles;[108] escudos[109]; reyes[110]; sacerdotes[111]; profetas[112]. La importancia y la solemnidad del ungimiento se ven,
·         Primero, en el hecho de que preparar el aceite santo para fines comunes constituía una ofensa digna de excomunión[113].
·         Segundo, por la autoridad que confería, a tal punto que, por ejemplo, mientras los otros jefes, compañeros de Jehú, se burlaban del profeta, tildándolo de “loco”, no se atrevieron a resistir las consecuencias de su acción, sino que aceptaron sin titubeos que el que había sido ungido como rey debía en efecto ser rey[114].
·         Tercero, por el efecto que producía en el ungido, la persona o cosa que de este modo se hacía santa[115] y sacrosanta[116].
Fundamentalmente el ungimiento era un acto de Dios[117], y la palabra “ungido” se usaba metafóricamente para significar el otorgamiento del favor divino[118] o la designación para ocupar un lugar especial o cumplir una función especial en los propósitos de Dios[119]. Más aun, el ungimiento simbolizaba capacitación para el servicio, y se asocia con el derramamiento del Espíritu de Dios[120].
Este uso se traslada luego al Nuevo Testamento[121]. El uso de aceite para ungir enfermos[122] se entiende mejor si se considera que tiene el sentido de señalar al Espíritu Santo, el dador de la vida.
Ahora, levanta tu mirada y observa el cuerno; está sobre tu cabeza. ¿Deseas la unción? ¿Cuál es la razón que te motiva? Míralo y piensa antes de recibirlo. ¿Lo usarás? Así sea.

PROFETAS

P
ara comenzar a hablar un poco de los profetas, permíteme graficarte con las siguientes historias:

Eliseo era discípulo de Elías. Fue llamado para continuar con el ministerio profético que su maestro desarrollaba en Israel. Llegado el día en que Dios decidió llevar a Elías en un torbellino al cielo, los dos estaban juntos. Primero en Gilgal, luego Bet-el, Jericó y el Jordán. En cada uno de estos lugares, Elías pide a Eliseo que se quedé y lo deje solo. Pero el discípulo insiste en seguir a su maestro, porque los profetas de cada una de estas ciudades le decían:--¿Sabes que Jehová te quitará hoy a tu señor de sobre ti?--. El les respondía: --Sí, yo lo sé; callad--.
Llegados al Jordán, Elías golpeó el río con su manto y éste se abrió de manera que cruzaron por él en seco. Cuando habían pasado, Elías dijo a Eliseo: --Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo te sea quitado--.  Y dijo Eliseo: --Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí. ¿Habrá pensado en el derramamiento de la unción tal cual sucedía a los reyes al ser ungido? ¡Sea sobre mí! ¡Cómo fue sobre Aarón o David! Elías le dijo: --Cosa difícil has pedido. Si me vieres cuando fuere quitado de ti, te será hecho así; más si no, no--.
Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino. Viéndolo Eliseo, clamaba: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo! Y nunca más le vio; y tomando sus vestidos, los rompió en dos partes.
¡Cuánto dolor y desilusión! No sólo su maestro le había sido arrebatado sino que personalmente nada pasó. Quizás espero sentir algo descendiendo sobre él del cielo, pero nada especial sintió.
Alzó luego el manto de Elías que se le había caído, y volvió, y se paró a la orilla del Jordán.
Imagínate el cuadro: Eliseo parado en un margen y en el otro lado los hijos de los profetas. El Jordán delante y nada especial como señal exterior que su pedido había sido otorgado. Tomó el manto de Elías que se le había caído, golpeó las aguas, y dijo: ¿Dónde está Jehová, el Dios de Elías?  Y así que hubo golpeado del mismo modo las aguas, se apartaron a uno y a otro lado. Golpeó igual como lo había hecho Elías en un paso de fe trascendente. Una acción de fe que manifestaba que aunque nada exterior sucedió, sin embargo Dios había contestado.
Y pasó Eliseo. Viéndole los hijos de los profetas que estaban en Jericó al otro lado, dijeron: El espíritu de Elías reposó sobre Eliseo. Y vinieron a recibirle, y se postraron delante de él.[123]
La transferencia de este manto fue una prueba de que había sido nombrado sucesor. La unción de Dios estaba sobre él y la resultante división de las aguas, era evidencia de esto, y como este milagro fue visto por los discípulos de los profetas desde Jericó, ellos inmediatamente reconocieron la preeminencia de Eliseo, como el nuevo profeta de Israel.
Eliseo había preguntado: --¿Dónde está Jehová, el Dios de Elías?--. Mi Pregunta es: ¿Qué hacemos, ahora, con la unción? A veces anhelamos tanto algo que cuando lo tenemos no sabemos qué hacer con aquello. Tanto deseó Eliseo tener una doble porción del espíritu que había en Elías, que ahora que lo tenía, debía pensar ¿Qué hago ahora con esta unción?
En cuanto a Eliseo, si nos guiamos por la fecha de su llamamiento, abarcó los reinados de Acab, Ocozías, Joram, Jehú, Joás, y Joacaz, en total un período de más de 50 años. El ciclo de Eliseo, a diferencia del de Elías, relata una extensa serie de milagros: el saneamiento del manantial, el castigo de los burlones, la multiplicación del aceite, el milagro de la comida, la multiplicación del pan, la recuperación del hacha y la resurrección de un muerto en la tumba del profeta. Junto a estos relatos muy simples, se encuentran otros literariamente más detallados: el nacimiento y la curación del hijo de la sunamita y la curación de Naamán.[124]
Otro profeta prominente es Jeremías. Dios le dice que antes que se formase en el vientre de su madre lo conoció, y antes que naciese lo santificó y decidió que él sea su profeta a las naciones. En realidad, el Señor no llama a Jeremías para invitarlo a ejercer la misión profética; le informa, más bien, que él le ha dado la vida con la expresa finalidad de hacer de él un profeta.
Tanto Jeremías como Elías tenían y desarrollaban el oficio de profeta. No deseo introducirme en un estudio semejante. Solamente es mi aspiración que sepas que Dios te llamó porque decidió darte una unción muy especial. Tú estás involucrado en esta decisión del Padre; desde el vientre de tu madre te escogió y te santificó para que seas el portador de su voz.
Diferenciemos el Oficio del Profeta del Don profético. Hoy más que nunca Dios está sacando al servicio activo en la iglesia al Oficio Profético, pero, como dije antes, no quiero introducirme en profundidad en el tema. ¡Gracias a Dios por sus profetas de hoy!
Hablemos del don profético dado a todos los que aceptaron a Jesús como Señor de su vida. Todos fuimos comisionados para predicar, o profetizar, sobre lo que Jesús hizo y lo que hará. Nuestra predicación es a Cristo como la vida de Dios. Le predicamos como Señor y Salvador mediante la gracia de Dios que confronta al pecador con su necesidad de salvación y para ello le otorga todo lo que Dios ha hecho por él. Todo el poder con que el Padre en Jesús le capacita para ser un vencedor del mundo, el pecado, la carne y Satanás. Toda la enseñanza bíblica que perfecciona al hombre y le prepara para toda buena obra.
La persona del Espíritu de Dios tiene un papel fundamental en la utilización del don profético en la predicación a la gente. Su Ministerio profético nos capacita para ocupar la posición que ejerce un profeta, tanto en calidad de intercesor del pueblo delante de Dios como de vocero del Padre.
Por este motivo, no sólo debes predicar mediante este don, sino también debes aceptar las predicaciones como la comunicación inspirada de la Palabra de Dios por la boca de sus predicadores. El ejercicio de este don nos da la convicción de que los mensajes recibidos son palabras personales y adquieren un status profético.
Que este latente en ti el disponerte a oír el mensaje de la Palabra de Dios porque el Señor quiere hablarte; quiere comunicarse contigo; quiere y lo hace, solo dispón tu corazón para escuchar su voz.


REYES Y SACERDOTES

E
n cuanto a David, luego de la unción privada de Samuel volvió a sus ovejas porque aún no era su tiempo. 

Llegado el momento, fue ungido dos veces más y en ambas oportunidades en Hebrón. Primero fue ungido públicamente por rey sobre la casa de Judá.[125] Siete años después, 1Crónicas 11:1 al 3 cuenta que “todo Israel se juntó a David en Hebrón (…) Y vinieron todos los ancianos de Israel al rey, y David hizo con ellos pacto delante de Jehová; lo ungieron por rey sobre Israel, conforme a la palabra de Jehová por medio de Samuel”.
David, por fin eres rey de Israel. ¿Y ahora? ¿Qué harás con la unción?
Un joven pastor estaba sentado en la segunda fila de la iglesia. Le dijo a su esposa que iría a esta congregación donde el pastor local lo invitó a compartir la visita de un profeta de la Asamblea de Dios de Guadalajara, México.  Fue muy llamativo que vaya solo pues siempre iba junto con su esposa e hijos. Personalmente estaba pasando por un momento de incertidumbre y, aunque él no lo sabía, Dios quería revelarle sus pensamientos. No se vistió como habitualmente lo hacía para esta clase de culto. Su idea era tratar de pasar un poco inadvertido; sentarse entre los hermanos y recibir de Dios.
En un momento determinado el predicador lo miró, le preguntó el nombre y lo llamó al frente. No sabía que era pastor. Sólo obedeció ejerciendo su oficio de profeta. El joven pensó que le pedía que suba donde él estaba, pero el predicador le indicó que no ascienda, sino que pase delante de él por debajo del escenario.
Al pasar, el profeta se sacó la prenda que tenía sobre los hombros y lo puso sobre él; miro a la congregación y dijo: --Tú serás profeta en mi lugar y harás el doble de lo que yo hice--.En su mente solo había una pregunta --¿Qué respondo? ¿Qué hago ahora? ¿Qué hacer luego de un mensaje semejante?-- El pastor anfitrión le dijo: --¡Sólo cree!--.
Dios cumple con sus promesas y respalda las palabras dada a sus siervos los profetas tanto ayer como hoy. Porque el Señor no cambia. Desde que empecé este camino a tu encuentro fue con el propósito de transmitirte la más pura verdad de Dios: que en la obra redentora de Jesús en la cruz del calvario eres salvo de toda condenación. Pero no todo termina ahí. Te hablé de la unción desde la primera hoja. Mucho tiempo esperó el profeta por ti. Si me acompañaste en la oración de principio de este capítulo, eres salvo, pero no todo terminó en ese voto, todo lo nuevo comenzó a partir de él.
Yo soy el profeta y tengo el cuerno lleno de unción. Quiero derramarlo sobre ti porque esa es la voluntad de Dios. Él es el más interesado en ungirte. Quiere hacerlo. Se preocupa por llevarlo a cabo. Principalmente, deseo que entiendas más sobre la unción.
Históricamente, hay unciones diferentes en la Biblia y todas tienen un para qué, aunque con fines iguales. Vimos que la unción con las cuales Samuel ungió a Saúl y a David era esencialmente para consagrar a un rey.
Hay otra unción indicada por Dios a Moisés con instrucciones exactas sobre cómo quería que sea está santa unción y cuál era el fin especifico de ella. Su composición consistía en una formula especial y su fin era ungir el tabernáculo de reunión, el arca del testimonio, la mesa con todos sus utensilios, el candelero, el altar del incienso, el altar del holocausto, y la fuente y su base. De esta manera los consagraba, y eran cosas santísimas. También, con el mismo ungüento, debía ungir a Aarón y sus hijos, de esta manera eran consagrados para que sean sacerdotes.[126]
Las unciones eran diferentes en cuanto al servicio real o sacerdotal, pero sus fines eran iguales. Sea para ungir un rey, un sacerdote o utensilios, su fin era consagrar para un llamado especifico para Dios sirviendo a su generación.
¿Para qué quiere ungirte Dios? Si no sabes esto, tampoco sabrás que hacer con esta unción.
Las unciones de Samuel y de Moisés estaban encuadradas dentro de un marco histórico, pero las profecías seguían hablando de otra unción a suceder. El profeta Joel se levantó en medio de su generación y profetizó: “Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días”.[127]
Esta profecía se cumplió en Jerusalén hace dos mil años aproximadamente. Luego de su resurrección, el Señor Jesús les indicó a sus discípulos que esperaran la promesa del Padre dada por su boca y con fundamento en está profecía. 
Dice la Biblia que “cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen”. Una multitud de personas de diferentes lugares, lenguas y costumbres, les oían profetizar las maravillas de Dios, cada uno en su propio dialecto, y se maravillaban.[128]
El apóstol Pedro se levantó en medio de la multitud y dijo con total seguridad y autoridad: --Esto es lo dicho por el profeta Joel --.[129] Dios acababa de ungir a su iglesia. Sobre la cabeza de cada uno de los que estaban allí se asentó el cuerno de la unción simbolizado como lenguas de fuego. Esta unción era muy diferente a todas las otras que relaté. Distinta a la de Aarón, de Saúl y David. A cualquiera que te puedas imaginar.
Quiero remarcarte la similitud y diferencia que hay entre ellas:
Su similitud es que esta unción también está ungiendo a reyes y sacerdotes para Dios como la de Samuel y Moisés. El Apóstol Juan explica este misterio al escribirles a las siete iglesias que estaban en Asia y les dice que Jesús nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre. Al aceptar a Jesús en tu vida te uniste a la iglesia del Señor, un linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que cumpla el ministerio profético de anunciar las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable.[130]
La diferencia principal es que Dios no está ungiendo a una persona en particular, su Espíritu es derramado sobre toda carne. Unge a un pueblo de profetas. Son nuestros hijos y nuestras hijas, nuestros ancianos soñando sueños de Dios, y nuestros jóvenes viendo visiones.
Otra diferencia es que esta unción está en un cuerno espiritual que el Señor tiene en sus manos. Todo su poder está basado en que es una inundación de gracia que viene de lo alto. Es derramado por Dios sobre tu vida pero no es exterior, por eso no hace falta que yo vaya personalmente a ungirte. Esta unción es en el interior de tu ser; Dios te quiere llenar con el Espíritu de su Hijo.

¡SÉ LLENO DEL ESPÍRITU!


E
sta es una orden del Señor Jesús considerada, personalmente, como la principal que recibí al rendir la soberanía de mi vida a él: --¡Sé lleno del Espíritu!--.[131]

No puedo menos que explicarte que en el idioma original se usa el tiempo más fuerte que está disponible, el cual es el comando o forma imperativa. Ser llenos del Espíritu Santo es una orden, no una opción. Tu vaso fue creado para ser llenado por Dios. Tu corazón es su altar.
Jesús nos dice en su Palabra que si le amamos obedezcamos sus mandamientos. Nos prometió que rogaría al Padre, y Dios nos daría otro Consolador, para que esté con nosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero nosotros le conocemos, porque mora con nosotros, y está en nosotros. Luego, nos comunica una promesa tremenda: --No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros--.[132]
Huérfano tiene sinónimos como: solo, abandonado, desamparado, solitario, falto, carente, desprovisto, insuficiente, despojado, y todo lo que pueda pasar por tu mente. Comúnmente llamamos huérfano a quien tiene un padre fallecido. Jesús estaba a horas de su partida; anunciaba su resurrección y ascensión tratando de que el corazón de sus discípulos no se turbará por lo que iba a acontecer. Al decirnos que no nos dejará huérfano, nos está diciendo que nada de lo que estos sinónimos expresan nos sucederá.
Nunca estarás solo, ni abandonado, ni desamparado. --No te dejaré huérfano--, te dice Jesús. Te promete su presencia de “Padre vivo y presente” saciando todas tus necesidades, no tiene que ver con su presencia corpórea, sino con la asistencia del Espíritu Santo en cada uno de nosotros.
Creemos en un Dios en tres personas: Dios Padre, Dios Hijo, y Dios Espíritu Santo, claramente identificados en la promesa del Hijo al rogar al Padre que envíe un consolador: el Espíritu de Verdad.
Quiero que notes la diferencia histórica de relación de las tres Personas de la Divinidad con el ser humano:
ü  Dios Padre se paseaba en el Huerto del Edén y hablaba con Adán y Eva, en una relación cercana pero externa.
ü  Dios Hijo se hizo carne y habitó entre nosotros; comía, compartía y conversaba con sus discípulos, manifestando Dios Padre toda la divinidad de Cristo mediante milagros, prodigios y palabras llenas de unción. Debido a su encarnación, también esta relación era externa por estar Dios presente pero en carne.
ü  Con Dios Espíritu Santo, todo es diferente, no habita a tu lado, mora en tu interior. Es una relación totalmente interna.
Busqué a Dios desde que tengo uso de razón. A Jesús aprendí a amarlo a partir de que comencé a tener una relación personal con él como mi Dios, Señor y Salvador. En cuanto al Espíritu Santo, todos los días reconozco más mi necesidad de relacionarme con él y aprender cuál es su ministerio en mi vida.
Lo primero que aprendí y deseo transmitirte, es que Dios Espíritu Santo vive dentro de ti. La Divinidad no está en un Templo hecho por manos humanas; hizo de tu corazón su Trono por la presencia permanente de la Tercera Persona de la trinidad Divina.
El Apóstol Pablo pregunta algo necesario de entender: --¿No sabes que eres templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en ti? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual eres tú, santo es--.[133] Eres un vaso a ser llenado. El Espíritu Santo lo llena todo. No hay vacío en tu ser cuando Dios vive por la fe en tu vida.
Este objetivo se predicó desde el comienzo del ministerio de Juan con la acción del bautismo que expresado en el Nuevo Testamento significa introducir en el agua, sumergir o lavar con agua. El bautismo de Juan era primariamente un bautismo de arrepentimiento. Al aceptarlo, los que se bautizaban expresaban su arrepentimiento y su deseo de obtener perdón.[134]Era también un acto preparatorio y simbólico: preparaba a los que se bautizaban para el ministerio de aquel que había de venir. En el vivido lenguaje de Juan ese juicio sería como una poda o un aventamiento, un bautismo en Espíritu y en fuego.[135]
Anteriormente he hablado históricamente sobre el libro de Hechos de los Apóstoles poniendo énfasis en el capítulo dos, donde se relata el advenimiento del Espíritu Santo sobre los cristianos, llamado también “El libro de los Hechos del Espíritu de Cristo”. Hablar del bautismo del Espíritu de Dios tiene un trasfondo teológico que dividió demasiado a la iglesia. No es mi intención. Aunque nadie puede negar o pedirme que no hable sobre mi experiencia personal con su Espíritu.
Recuerdo el momento en que buscaba con anhelo ser lleno de Dios y gustar sus dones. Conocí al Señor Jesús en una iglesia pentecostal donde las predicaciones hacían mucha referencia a ser bautizado en el Espíritu, con la señal de hablar en otras lenguas. Cada culto la gente pasaba y en muchos sucedía esto.
Lo mío era muy particular. Pasaba en respuesta al llamado y volvía al asiento tal cual había ido al frente. No sentía nada fuera de lo normal. Por supuesto que no era muy saludable esta sensación. Un montón de preguntas pasaban por mi mente, pero el constante hablar de la necesidad de ser lleno de Dios despertaba en mi el buscarlo con intensidad.
Un día recibí una enseñanza por donde menos lo pensé. Compré un libro que hablaba del poder de alabar a Dios por fe, aunque no se haya recibido todavía lo pedido. En un capítulo enseñaba sobre el bautismo del Espíritu Santo. Me decía con fundamento bíblico que Dios era el más deseoso en bautizarme. Me guió por todo un proceso de fe, separando, justamente, el recibir de Dios de acuerdo a los sentimientos del creer aunque no sienta nada.
Me costaba mucho separar el sentir de la fe. La congregación tampoco me ayudaba demasiado. Ver tantas manifestaciones del derramamiento del Espíritu hacía creer la necesidad de una expresión exterior que muestre lo que pasaba interiormente.
En un momento del escrito que estaba leyendo, el escritor me guió a pedir a Dios el ser lleno de su Espíritu, luego me decía que agradezca y crea. Este agradecer debía vencer todos los obstáculos del sentir. Agradecer más allá de la ausencia de expresión exterior. Por fe y no por sentimiento. Creer significaba dar por recibido lo que sabía era la Voluntad de Dios.
Creí con todas mis fuerzas, pero un montón de dudas pasaban por mi mente, sobre todo el cómo diría en la iglesia que fui bautizado sin la manifestación de hablar en otras lenguas. Seguí leyendo y las explicaciones sobre los dones y, especialmente, sobre el don de hablar en otras lenguas me tranquilizaron. Entendí que esta manifestación era un don y había diversos dones. También sostenía que era una señal de haber sido bautizado por el Espíritu, pero no era el Espíritu ni podía sustituir a la fe.
Agradecí a Dios por lo recibido sin sentir nada ni alguna clase de manifestación exterior. Lo creí y agradecí por lo creído. Luego pedí al Señor hablar en otras lenguas, no para ser lleno, ya lo era, sino como un don de su Espíritu y una señal para mi incredulidad y las de tantos en la iglesia, (con vergüenza lo digo).
Sentí una paz imposible de describir y la experiencia de hablar en lenguas desconocidas sigue siendo una práctica habitual en mi relación con él. Creo en todos los dones espirituales narrado en la Biblia. Y desde mi experiencia no puedo decirte otra cosa que no esté relacionado con buscar los dones de Dios.
Lo que me interesa señalarte es el poder que tiene el Espíritu Santo para llenar tu vida. Un poder que se derrama dentro de un vaso de barro y que permite dar toda gloria al Señor, para que toda la excelencia del poder sea de él. Eres un vaso a ser llenado, y lo eres constantemente. Ahora tienes la responsabilidad de cuidar a qué o quiénes permites que llene ese vaso.
El Espíritu de Dios no sólo es tu consolador y ayudador, es la unción de Dios llenando tu vida. El Padre llena tu vaso con poder manifestado por medio de los dones y el fruto del Espíritu.
El fruto del Espíritu se produce en nosotros para que Dios pueda trabajar en nuestro interior. Su fruto es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza.[136] Estas características no son más ni menos que el mismo carácter de Dios. Así que para tener un corazón conforme a su corazón debes tener su fruto manifestado en tu vida.
Por otro lado, los dones del Espíritu son también producidos para que Dios pueda trabajar a través de nosotros. Estos dones operan, no producen carácter en nosotros, pero brindan ayuda sobrenatural de Dios a otros alrededor nuestro.
Muchos autores consideran necesario y útil realizar una clasificación específica del repartimiento de los dones dado a la humanidad por cada una de las tres Personas de la Trinidad Divina. Esta clasificación es realizada en la repartición realizada por el Padre, según Romanos 12:6-8; los cuales consisten en motivaciones básicas e inclinaciones inherentes a toda la humanidad. Según las cualidades que Dios proporcionó particularmente, cada ser humano puede tener más de un don o una combinación de estos: Servicio; Enseñanza; Exhortación; Entrega (dar); Guía y Misericordia.
En segundo término, observamos los dones cuyo agente es el Espíritu Santo de Dios según la descripción dada en 1 Corintios 12:7-11. Estos son capacidades espirituales para los cristianos con el propósito de edificar la Iglesia: Salvación; Palabra de sabiduría; Palabra de conocimiento; Fe; Sanidad; Milagros; Profecía; Discernimiento de espíritus; Hablar en diferentes lenguas e Interpretación de estas lenguas.
En tercer lugar, están los dones dispensados por el Hijo de Dios que constituye el fundamento que garantiza que las dos primeras categorías de dones se apliquen en la iglesia: Apóstoles; profetas; evangelistas; pastores y maestros.[137]
También, podemos encontrar dones o gracias especiales:        
A.    Hospitalidad: 1 Pedro 4.9-10.
a.    Significa literalmente, amar, hacer el bien o auxiliar a otros con alegría.
b.    Se manifiesta en el cuidado prodigado a creyentes y obreros que llegaban de visita para adorar, trabajar y formar parte del Cuerpo de Cristo.
B.     Celibato: Mateo 19:10; 1 Corintios 7:7-9,27; 1 Timoteo 4:3; Apocalipsis 14:4.
a.    La Biblia considera al matrimonio como algo honorable, ordenado por Dios, y una necesidad de cada individuo.
b.    Implica un don especial, que libera al individuo de los deberes, presiones y preocupaciones de la vida familiar, permitiéndole dedicar toda su atención a la obra del señor.
C.     Martirio: 1Pedro 4:12-13.
a.    Se ejemplifica en el espíritu de Esteban: Hechos 7:59-60.
b.    Se cumplió en la actitud de Pablo: 2 Timoteo 4:6-8.
El fruto del Espíritu está para ayudarte verdaderamente a ser como Cristo y gozar de la vida abundante que te ofrece. Dile al Señor: --¡Llena mi vida de amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y dominio propio!--.Si este fruto no es manifestado en nosotros y para otros alrededor nuestro, sufriremos muchas necesidades que los dones no pueden producir.
El fruto y los dones trabajan juntos. Permite que te dé un ejemplo: Amor es fruto del Espíritu. Si nos mantenemos amando a través del Espíritu, podemos también ser ungidos para dar palabras de sabiduría, de conocimiento, dones de sanidad, interpretaciones y revelaciones, todo a través de los dones del Espíritu Santo.
En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: --Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva--. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.[138]Es fundamental que entiendas que Dios no nos llena de una vez y para siempre. Quiere llenarte asiduamente, debes permitirle fluir en ti constantemente.
Cristo murió, fue sepultado, y al tercer día se levantó victorioso de la muerte. Fue glorificado y rogó al Padre y te envió su Consolador, el Espíritu Santo quien es el río de agua viva que corre en tu interior. No lo debes estancar. Busca ser lleno de Dios a cada momento.
Tú te conoces a ti mismo. Sabes que está llenando tu corazón, si es rencor, resentimiento, odio, amargura, depresión, rabia. Te conoces. Por lo tanto no te es difícil saberlo. De la misma manera puedes darte cuenta de tu necesidad del fruto de su Espíritu en ti. Llénate de Dios, lee su Palabra, escucha alabanza y adora a Dios. Ya hemos visto la necesidad de aprender a ser un adorador en espíritu y en verdad.
Tu vida va a cambiar de acuerdo a lo que tú permitas que la llene. Busca la llenura de Dios todos los días. Reconoce tu necesidad de ser colmado de su Espíritu y cree que es su voluntad. ¡Ten hambre y sed por él! ¡Humíllate y busca al Señor para que pueda obrar en tu cuerpo, alma y espíritu! ¡Mantente alerta y abierto a los consejos del Espíritu Santo al ejercitar tu fe, oración, adoración y dar gracias a Dios conforme te guie!
Dios nos ungió, el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones.[139] El Espíritu Santo te es dado como primera cuota o garantía para asegurarte que su herencia completa como hijo de Dios será tuya más adelante. El Espíritu es la garantía del cumplimiento de todas las promesas.[140]
¡Señor! Si esto que siente mi ser, al estar en tu presencia, es tan solo un anticipo, ¡Padre ya quiero gustar toda mi herencia en gloria de ti! ¡Quiero sumergirme en tu Espíritu y que no halle cabida mi alma en mí! ¡La paz que vivo en tu presencia es tan sólo un pedacito de la inmensa armonía espiritual, emocional y física reservada para mí en el cielo!
Cierro mis ojos y me lleno de ti. Te necesito tanto en medio de mi mundo todo convulsionado. Mil preguntas me desesperan y tú eres la respuesta a cada una de ellas. Me respondes al por qué debo esperar. Me contestas al por qué levantar la mirada y mirar al mañana. Me das valor. Me permites soñar; y perseverar. ¿Qué sería de mí sin ti en mi corazón? Me pregunto ¿Cómo pasaría por estas situaciones sin tu paz? ¿Con qué paciencia esperaría? ¿De dónde recobraría gozo en medio de las lágrimas?
Es tu fruto, Dios. Allí germina la paz en medio de las tribulaciones. El gozo en medio del dolor. El amor que capacita para amar lo que me es imposible de amar. Me siento cada día más necesitado de vos, y me gusta serlo. Mi fragilidad me hace dependiente y da, en cada situación, la gloria a ti. Es un tesoro en vaso de barro para que la excelencia del poder sea tuyo y no mío, que puedo llegar a estar atribulado en todo, pero no angustiado. Quizás en muchos apuros, pero no por esto desesperado. Perseguido, pero jamás desamparado; derribado, pero nunca destruido.
Escucha el consejo del profeta: --Diga el débil: ¡Fuerte soy!--.[141]¿Podes decirlo? Cuesta en medio de las dificultades, pero no lo hagas confiando en lo que tienes, ni en tus capacidades; confía en Jesús. En esa fe, di: --¡Fuerte soy! ¡Fuerte soy! Por la excelencia del poder puesto en este vaso de barro--.
Acepta la gracia de Dios; ella es todo suficiente para ti. ¡Bástate su gracia! Porque el poder del Santo se perfecciona en la debilidad. Por tanto, gloríate más bien en tus debilidades, para que repose sobre ti el poder de Cristo. De esta manera, sólo por amor a Jesucristo te puedes gozar en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando eres débil, entonces eres realmente fuerte.[142]
Vos tienes la unción del Santo, y conoces todas las cosas. Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia.[143]Esta unción que hemos recibido de él permanece en nosotros, y no tenemos necesidad de que nadie nos enseñe; así como la unción misma nos enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella nos ha enseñado, permanezcamos en Cristo.[144]
El conocimiento de todo lo que Dios hizo, hace y hará por nosotros es el mayor poder ejercido en nuestra vida por la fe. La unción te enseña todos los misterios de Dios, vistos estos no como algo escondido ni dificultoso de comprender, sino como algo difícil de aceptar sin la revelación del Espíritu de Dios.

¿PARA QUÉ LA UNCIÓN?


U
n día, Jesús vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito:
El Espíritu del Señor está sobre mí,
Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;
A pregonar libertad a los cautivos,
Y vista a los ciegos;
A poner en libertad a los oprimidos;
A predicar el año agradable del Señor.[145]

Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.
Realmente Jesús tenía muy claro para qué fue ungido. El para qué y el por qué de su unción no era simplemente una filosofía ni una teología vacía. La unción de Cristo era una realidad cumplida “hoy” delante de ellos. Miles de personas podían testificar que la unción era verdad visible y tocante en sus corazones, en sus cuerpos y en la manifestación de Dios en medio de una religión vacía de poder.
No hay nada más importante para un cristiano que cumplir con su misión en la vida. Cumplir con la visión de Dios sobre su existencia. Conocer la Voluntad de Dios y ser fiel a ella renunciando a lo que tenga que renunciar, y aceptando lo que el Señor disponga en su sabiduría.
¡Qué triste sería que el uso de la unción en nosotros sea para vanagloria o provecho propio! Sin lugar a dudas somos bendecidos con y por ella. Pero no somos nosotros el fin. Este mundo es el destinatario de la manifestación “hoy” de la unción con que Dios nos ha ungido.
¡Poderosa es la unción del Santo! Somos ungidos con la misma tarea de Cristo: dar buenas nuevas a los pobres; sanar a los quebrantados; pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; predicar el año agradable del Señor. Sólo los profetas, reyes y sacerdotes de Dios en Cristo Jesús, lavados con su sangre de todos sus pecados, pueden cumplir esta misión; porque sólo ellos tienen la unción del Padre.
La unción es poder de Dios. Poder eficaz, el que logra el propósito y ejecuta aquello que le fue asignado. Es eficaz poder de Dios en ti.
El poder de Dios es eficaz en la resurrección. Fue el poder que operó en Cristo para resucitarle de entre los muertos. Por consecuencia, es cierto que el poder de Dios es eficaz en la derrota de la muerte. Ni siquiera tu postrer enemigo puede prevalecer contra el poder de Dios.[146]
El poder de Dios es eficaz en el ministerio. Dios habla por medio de aquellos que hablan para él, y actúa por medio de los que actúan en su nombre. Cuando decides servir a Dios, no solamente piensas, también escuchas al Señor; no emprendes la tarea solamente con tu poder, también eres revestido del poder de Dios.[147]
El poder de Dios es eficaz en la iglesia. La iglesia es edificada y su unión mantenida por el poder de Dios. Dones especiales, como el del ministerio y el de sanidad, proceden del poder de Dios; y toda la diversidad de dones que son necesarios para la administración y mayordomía de la iglesia son suministrados por la operación del poder de Dios.[148]
El poder de Dios es eficaz en la derrota del pecado. A través de Cristo y en Cristo viene ese poder por el cual el ser de la humillación tuya puede ser cambiado por el ser de la gloria de Cristo en ti. Las humillaciones, las frustraciones y las derrotas causadas por el pecado son absorbidas por el poder de Dios en tu vida.[149]
El poder de Dios es eficaz en el mundo. No es el nuestro un mundo sin control, sino un mundo donde Dios está efectuándolo todo. Tras la cambiante trama de las cosas hay un diseño; el calidoscopio de la experiencia tiene un modelo, y el diseñador de ese modelo es Dios. Eficaz en tu pequeño mundo personal; todo control está en la operación de su Poder en tu existencia, en todo lo que te rodea.[150]
El poder de Dios es eficaz en tu interior. No es un poder que constriña desde fuera; es el poder que inunda tu ser desde dentro. Es el poder que te hace sumamente poderoso; así, como suena.[151]
Hay ciertas formas y determinados medios a través de los cuales el poder de Dios se hace cada día más eficaz en tu vida:
El poder de Dios se hace eficaz a través de su Palabra. La Palabra es la fuente de poder. A través de la palabra de Dios a los hombres, viene el poder para los hombres. La Biblia no es meramente un libro de historia; es también tu generador de poder.[152]
El poder de Dios se hace eficaz a través del amor. El amor es el enérgico poder que transforma el conocimiento en devoción y la fe en servicio sacrificial. El poder que viene a tu vida es, a la vez, entrante y saliente. Te capacita para amar lo imposible de amar, y cuando amas con el Amor de Dios, su poder se energiza de eficacia. [153]
El poder de Dios se hace eficaz a través de la oración. La oración es entrar en contacto con Dios para obtener poder; un canal por el que llegamos hasta Dios y Dios hasta ti.[154]
El poder de Dios se hace eficaz a través de la evangelización. La evangelización de los hombres es un cauce por el que discurre el poder de Dios y alcanza al hombre.[155]
El poder de Dios se hace eficaz a través del soportarla adversidad. El poder de Dios no viene a ti cuando empiezas y después renuncias; sino cuando soportas hasta el fin.[156]
La gloria de tu vida cristiana es la que resulta de revestirla de Poder, el poder eficaz de Dios mismo.[157]
Cierra tus ojos. Ora conmigo:
--Padre lléname con tu Espíritu Santo.
Lo reconozco como la tercera persona de la Trinidad Divina.
Como la Promesa de Jesús.
Sé que nosotros, siendo malos, sabemos dar buenas cosas a nuestros hijos,
¿Cuánto más tú, Padre amoroso, no me darás tu Espíritu Santo al pedírtelo?[158]
Lléname; úngeme, bautízame, y con esta unción dame los dones y el fruto de tu Espíritu Santo.
Lo necesito para cumplir tu misión y visión con mi vida.
Te lo pido en el Nombre de Jesús y lo recibo por la fe en tu palabra.
Amén--.




¿HAY UN LUGAR EN TU MESA PARA HACER MISERICORDIA DE DIOS?

E
stoy feliz. Este es el momento tan ansiado. Verte sentado en la mesa junto a tantos escogidos que gozan los beneficios del Reino de Dios. Puedes mirar atrás y ver todo el recorrido que hemos realizado. Salir de entre las ovejas, del anonimato y lejanía del desierto, para ocupar tu lugar de hijo en la casa del Padre.

Exclamas: --¡Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores!--.[159] Jesús acomoda la mantelería sobre su brazo y prepara mesa para ti. Allí hay bendición, salvación, sanidad, prosperidad, consuelo, amistad y amparo. Protección, respuestas, compañía, milagros, expectativas, sueños y amor sin fin. Fruto y Dones del Espíritu Santo. Plenitud, vida en abundancia, sabiduría y entendimiento espiritual. Poder, firmeza, vida con propósito, eternidad, más y más, y muchísimas más bendiciones. Sírvete de la mesa de Dios. Deléitate en el Señor. Gózate de este anticipo de tu herencia.
También están todos aquellos que te angustiaron. Mirándote. Dios les permitió estar presentes para que observen como decidió bendecirte ¡Por pura gracia! Son los que no creían en ti; aquellos a quienes no les despertabas expectativas. ¡Como se equivocaron! Los que decían --No hay salvación de Dios para él--.
Tienes un nombre nuevo; todos te llamaran: ¡Gracia de Dios! Porque su amor se manifestó en ti para testimonio del Justo que da su vida y justifica a los pecadores. Los angustiadores espirituales que apesadumbraban tu alma recordándote tus pecados están presentes; quieren irse pero el Señor no se los permite: --Quédense, vean la gracia. Nunca más me acordaré de sus pecados, ni traeré a memoria sus maldades--.
El aceite de la unción ha llenado tu corazón. El fruto de su Espíritu desborda tu vaso. La corona ciñe tu frente y la adoración brota de tus labios. El lugar en la mesa es tuyo y los vítores de triunfo resuenan por todo lado.
De pronto, el silencio. Piensas. Tu corazón conforme a su corazón pregunta: --¿Ha quedado alguno de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia por amor de Jonatán?--
Todos se miran sorprendidos. ¿Es hora de preguntar por el enemigo? A lo mejor decidiste que es el momento de vengarte de los angustiadores. La casa de Saúl te persiguió. Intento borrar tu nombre de la tierra. Injustamente. Recuerdas el desierto de Zif o el desierto de Maón.[160] ¡Cuántas penurias en el desierto de En-gadi!, cuando vinieron los zifeos a Saúl en Gabaa, diciendo: --¿No está David escondido en el collado de Haquila, al oriente del desierto?--.[161]El hambre y la soledad eran el pan de todos los días; el dolor y pesar excesivos llenaban tus pensamientos. ¿Y ahora quieres saber sobre los descendientes de Saúl? ¿Qué significa esta pregunta? ¿Qué ocultas? ¿Misericordia? No es una palabra muy usada en estos tiempos.
Había un siervo de la casa de Saúl, que se llamaba Siba, al cual llamaron para que viniese a David. Y el rey le dijo: --¿Eres tú Siba?-- Y él respondió: --Tu siervo--.El rey le dijo: --¿No ha quedado nadie de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia de Dios?-- Y Siba respondió al rey: --Aún ha quedado un hijo de Jonatán, lisiado de los pies--.[162]
Ahora comprendo un poco más, no es cualquier misericordia la que quieres hacer, es misericordia de Dios, grande, inmensa, inmerecida, ¡Por pura gracia! La cual permite al que la recibe reconocer que lo que es, por regalo de Dios lo es.
Siba le dice que ha quedado un hijo de Jonatán llamado Mefi-boset, quien tenía cinco años cuando murió su padre, y a quien David, en exilio entonces, no había visto. Su cojera es producto de que tras la noticia de la muerte de Saúl y de Jonatán, su nodriza le tomó y huyó; y mientras iba huyendo apresuradamente, se le cayó el niño y quedó cojo.[163]
Este accidente le había impedido tomar alguna parte en los ejercicios públicos de entonces. Además, según opiniones orientales, el hijo menor de un monarca coronado tiene título preferible para la sucesión al de un hijo del heredero aparente; y por este motivo no se oye su nombre mencionado como rival de su tío Isboset. Su insignificancia dio lugar a que se le perdiera de vista, y fue únicamente por medio de Siba como David supo de su existencia. Llevaba una vida retirada con una de las grandes familias en Canaán transjordánico que quedaban adheridas a la dinastía caída.
David cerró sus ojos. Escuchar la triste historia de Mefi-boset traía a su memoria aquel día en que su amigo Jonatán murió. Sintió que la ropa le pesaba y tuvo ganas de rasgarlo como entonces. Recordó el llanto, el ayuno y el lamento. Sin mover sus labios, en su mente, recitaba aquella endecha:
¡Ha perecido la gloria de Israel sobre tus alturas!
¡Cómo han caído los valientes! (…)
El escudo de Saúl, como si no hubiera sido ungido con aceite.
Sin sangre de los muertos, sin grosura de los valientes,
El arco de Jonatán no volvía atrás,
Ni la espada de Saúl volvió vacía.
Saúl y Jonatán, amados y queridos;
Inseparables en su vida, tampoco en su muerte fueron separados;
Más ligeros eran que águilas,
Más fuertes que leones.
Hijas de Israel, llorad por Saúl,
Quien os vestía de escarlata con deleites,
Quien adornaba vuestras ropas con ornamentos de oro.
¡Cómo han caído los valientes en medio de la batalla!
¡Jonatán, muerto en tus alturas!
Angustia tengo por ti, hermano mío Jonatán,
Que me fuiste muy dulce.
Más maravilloso me fue tu amor
Que el amor de las mujeres.
¡Cómo han caído los valientes,
Han perecido las armas de guerra![164]
Abrió los ojos. Así vivió aquel momento, lo recuerda muy bien. En medio de un profundo pesar por el amigo perdido.
Luego trató de imaginar el sufrimiento y el pánico en casa de Jonatán por la noticia. Le parece ver a la nodriza correr con el niño en sus brazos, desesperada por salvarle la vida. De pronto tropieza y el niño cae torpemente. El ruido de sus huesitos y el trágico final: lisiado, huérfano y sin expectativas, con tan solo cinco años de edad. Un día hijo de príncipe, otro día esperando una migaja de amor.
¿Qué te recuerda esto? ¿Quién pensará en ti, Mefi-boset? David sabe de la sensación de este sentimiento: --¿Hasta cuándo, Jehová? ¿Me olvidarás para siempre?--. ¿Quién puede pensar en los demás y hablar de misericordia, sino aquel que gusto de ella?
Quizás David sintió vergüenza en su corazón. Solemos pensar que los más sufridos somos nosotros, simplemente porque no tenemos la capacidad de mirar viendo. Ningún dolor es como el nuestro. El desierto de los otros siempre son mejores y los que pasamos nosotros son los más escabrosos. No tenemos tiempo para los demás, nuestro lamento nos consume toda la atención.
Mira a tu alrededor. ¿Ha quedado alguien a quien puedas hacer misericordia por amor a Cristo? ¿Alguien a quien ofrecerle misericordia de Dios? Tú también debes buscar a los escogidos. Quizás perdieron las expectativas del vivir. Suponen que nadie piensa en ellos. Quieren venir a la casa del Padre y decirle: --¡Hazme como unos de tus jornaleros!--, porque sienten que no son dignos de un lugar en la mesa del Padre; o no saben cuál es su lugar. Sólo conocen como procede el hombre, interpretan la ley humana, pero desconocen cómo y qué mira Dios.
Me pregunté: --¿Dónde estás?-- Todavía lo ignoro físicamente. Pero tú sabes donde están los que necesitan que se haga en su vida misericordia de Dios. Caminan por las calles, están en silencio en las paradas de los autobuses, en las colas de los supermercados. Quizás tan solo te divide una pared medianera o un asiento en tu trabajo.
David preguntó a Siba: --¿Dónde está?-- Y Siba respondió al rey: --He aquí, está en casa de Maquir hijo de Amiel, en Lodebar--. Es un pueblo de Galaad y está situado en un desierto al este del río Jordán en Amón, cerca de Amman, en la actual Jordania. Desde pequeño, cuando tuvo su accidente, Maquir cuidó de él. Era costumbre que cuando una dinastía caía, la triunfadora matase a todos los descendientes directos al trono para evitar de esa manera que posibles servidores fieles intenten recuperar el reino.
Lodebar se había convertido en su lugar de refugio. Un buen sitio para esconderse. No hay lugar donde puedas esconderte de Dios, su bien y su misericordia te seguirán todos los días, y el menos pensado, te alcanzaran. Este era el día de Mefi-boset pero él no lo sabía.
Entonces envió el rey David, y le trajo de la casa de Maquir hijo de Amiel, de Lodebar veces parece que la desgracia golpea a nuestra puerta, pero cuando Dios está en el timón de nuestra vida, no es así. Los soldados llegaron a la casa de Maquir y preguntaron por Mefi-boset.
¿Cuántas veces, en sus peores pesadillas, habrá imaginado que por fin David lo había descubierto? --El día llegó; el pasado me alcanzó--, pensó, --La nodriza corrió aquel día. Yo sigo corriendo, pero ya no puedo ni quiero hacerlo más. Siento que me persiguen y me quieren alcanzar--.
Huye el impío sin que nadie lo persiga; ¿Por qué huyes tú? Lo que teme, eso le vendrá.[165] ¿Qué temes, Mefi-boset? Detente. Los pasos detrás de ti no son tus perseguidores reales o mentales; son el bien y la misericordia de Dios que te quieren alcanzar. ¡Déjate atrapar por Dios!
Miró a su familia, especialmente a su hijo Micaía, y se despidió sin saber que sería de él. ¿Cuántas preguntas pasarían por su cabeza? ¿Volvería?
David lo vio entrar a su palacio. Atravesó sus grandes jardines y llegó al lugar de su trono. Lo observó. Su ropa, sus olores, su aspecto. Recordó aquel día en su casa cuando lo mandaron a buscar porque Samuel estaba allí, esperándolo. Pensó en su padre Isaí, en sus hermanos, en el profeta. Respiró profundo y su pecho se hinchó. ¡Qué bueno que es hacer misericordia! ¡Qué bien que se siente!
Mefi-boset se postró sobre su rostro e hizo reverencia. Y dijo David: --Mefi-boset--. Y él respondió: --He aquí tu siervo--.[166]
Quiso mirar sus ojos pero no pudo, inclinado al piso no se atrevía a levantar la mirada. Era una súplica silenciosa, dolida, aceptada. Pudo ver el pavor en su expresión. Le dijo David: --No tengas temor, porque yo a la verdad haré contigo misericordia por amor de Jonatán tu padre, y te devolveré todas las tierras de Saúl tu padre; y tú comerás siempre a mi mesa--.
¡Mefi-boset, hay un lugar reservado en la mesa del rey para ti! Lodebar no es para siempre, sólo es temporal. ¡Qué mal hiciste en acostumbrarte a él! Desde que naciste, tu lugar es el palacio. Eres hijo de príncipe, tan sólo las circunstancias no fueron como Dios quería. Pero no te preocupes, Dios restauró todo en Jesús. Hay un lugar en la mesa para ti.
A lo mejor, quien buscas tiene recelo de Dios, porque no le conoce, no sabe de su amor, ni de sus intenciones. Ignora todo lo que hizo por él y quiere hacer. ¿Hay lugar en tu corazón para hacer misericordia de Dios con él y contarle lo que Dios hizo contigo?
Recuerdo unas de las primeras predicaciones que escuché. El predicador hablaba de un Dios que ama al pecador pero odia al pecado. Para mí fue todo un descubrimiento. Había sido criado con un conocimiento de un Dios que castigaba al que se portaba mal y le desobedecía. Un Señor que se gozaba de los sacrificios para, según estos, perdonarlo. Un Dios condicional para amar.
Nunca había oído hablar de Aquél que dio su vida por nosotros, pecadores. Porque, ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.[167]El mal concepto que tenemos de Dios puede alejar a las personas y no permitirle reconocerle como Dios, Padre, Señor y Salvador.
Mefi-boset inclinándose, dijo: --¿Quién es tu siervo, para que mires a un perro muerto como yo?--. Al escucharlo, David recordó las palabras del profeta Natán: --Yo te tomé del redil, de detrás de las ovejas, para que seas príncipe sobre mi pueblo, sobre Israel--.
Cuando nos olvidamos de donde Dios nos sacó, entonces nos olvidamos de hacer y dar misericordia. David no se olvidaba que un día fue un don nadie que había nacido en una aldea sin importancia, en el seno de una familia pobre, alguien a quien sus hermanos despreciaban y ridiculizaban, sin posibilidad alguna de salir de un trabajo que nadie más quería hacer.
--Señor Jehová, ¿Quién soy yo, y qué es mi casa, para que tú me hayas traído hasta aquí? Y aún te ha parecido poco esto, Señor Jehová, pues también has hablado de la casa de tu siervo en lo por venir. ¿Es así como procede el hombre, Señor Jehová? ¿Es así la ley humana? ¿Cuál es el parámetro que usa este mundo para medir los éxitos y los fracasos? ¿Cuál la medida con que se valorizan o desvalorizan a las personas? ¿Qué pautas usaron con vos para calificarte, o descalificarte? ¿En qué se basaron o cuál es el modelo de perfección o la vara de lo aceptado y estipulado para juzgar? ¿Quién idea, diseña y ejecuta estos valores poniéndose a sí mismo como alguien capacitado para emitir juicio? ¿Quién conoció y recibió la gracia de Dios para hacer misericordia de Dios?--.
¿Eres un perro muerto, Mefi-boset? ¿Te consideras el cachorro postergado de la manada? Declara y proclama a todo el mundo espiritual que Dios hará una obra escrita en tablas en los cielos, que hará que corra el que leyere en ella.
Mefi-boset fue invitado a la corte, y le fue señalado lugar en la mesa real en los días públicos, como todavía es costumbre de los monarcas orientales. Las posesiones de la familia de Saúl fueron devueltos a él para que pudiera vivir de acuerdo con su categoría, y Siba fue nombrado mayordomo para manejar la propiedad.
Cada vez que los hijos del rey David y sus cortesanos se sentaban a la mesa real, allí estaba Mefi-boset. Su entrar no era el mismo que los demás. Su cojera de los dos pies lo hacía ver diferente. ¿Acaso no eres tú, David, un siervo diferente?
¿No lo eres tú? ¿Qué busca Dios? ¿Qué miras cuando observas a las personas?¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salvación!
Oigo los pasos del mensajero. Son las pisadas del bien y de la misericordia de Dios que siguen a alguien. Son los tuyos que corren por los montes, cruzan los ríos y atraviesan los collados. Escucho tu pregón: --¡Tu padre te llama! Alguien pensó en ti, y te espera, y no nos sentaremos en la mesa hasta que tú vengas. ¡No te tardes!--.
Doy por terminada mi carta. Y me gozo satisfecho, por vos en mi corazón.
Hasta siempre.






Referencias Bíblicas:

No nos sentaremos a la mesa sin ti
[1] 1 Samuel 16.
[2] Efesios 1:14. 2 Corintios 1:22; 5:5.
[3] Isaías 43:18-21.
[4] Apocalipsis 6:9-11.
[5] Romanos 8:18-22.
[6] Génesis 3:9.
[7] Lucas 15:11-32.
Expectativas
[8] Salmo 40:17.
[9] Salmos 139:17-18.
[10] Salmo 13:1.
[11] Isaías 49:15.
[12] Salmo 27:10.
[13] Jesee Duplantis. Ministries. www.jdm.org
[14] Lord Byron.
Conforme el corazón de Dios
[15] Juan 21:15-17.
[16] 1 Samuel 13:14.
[17] Jeremías 17:9-10.
[18] Salmo 139:23-24.
[19] Juan 16:22; Efesios 5:19
[20] Juan 14 1; Romanos 9:2; 2 Corintios 2:14
[21] Mateo 5:28; 2 Pedro 2:14
[22] Lucas 24:32; Hechos 21:13
[23] Mateo 9:4; Hebreos 4:12
[24] Mateo 13:15; Romanos 1:21
[25] Marcos 2:6; Lucas 24:38
[26] Lucas 1:51
[27] Juan 12:40; Efesios 4:18
[28] Hechos 2:37; 1 Juan 3:20
[29] Hechos 11:23; 2 Corintios 9:7
[30] Romanos 6:17; Colosenses 3:15
[31] Marcos 11.23; Romanos 10:10; Hebreos 3:12
[32] Mateo 12:33-37.
[33] D. L. Moody.
[34] Mateo 23:10
[35] 1 Corintios 11:1.
[36] Hechos de los apóstoles 13:22.
[37] Dinámica del Reino: Cualidades del liderazgo espiritual (Rasgos del líder) “Un espíritu susceptible de ser instruido”, Jamie Buckingham. Página 1413. Biblia Plenitud. Versión Reina Valera, 1960. Editorial Caribe. 1994.
[38] Salmo 51:17.

Rey y siervo, Hombre y Dios
Corazón de hijo
Evangelio según Lucas. JESÚS: El hombre perfecto. A los Griegos.
[39] 2 Samuel 7:8; 18.
[40] Mateo 21:28-30.
[41] Filipenses 2:2-8.
¿Cuál es tu lugar?
[42] Lucas 15:11-32.
[43] Isaías 61:1-3.
[44] Salmo 3:3.
Corazón de siervo
Evangelio según Marcos. JESÚS: El siervo. A los Romanos.
[45] Salmos 78:70-72.
[46] Génesis 37:1-4.
[47] 1Samuel16:11.
[48] 1 Samuel 17:15.
[49] 1 Samuel17:28
[50] Jeremías 20:7-9.
[51] Jeremías 15:19.
[52] Oseas 2:14; 13:5.
[53] Deuteronomio 8; Éxodo 3:17; Números 13:21-24,27.
[54] 1 Samuel 17:34-36.
[55] Juan 10:1-30.
[56] Salmo 23.
[57] Isaías 53:1-12.
[58] Daniel 6.
Un siervo diferente
[59] 1Samuel16:11-12.
[60] Génesis 25:25.
[61] Sociología. Jhon J. Macionis - Ken Plummer. Sociedad, Capítulo 9. Página 237 – 238.
[62] Salmo 23:5.
[63] 1Samuel 17:28 
[64] Mateo 22:42.

Soberano que supo esperar
Evangelio según Mateo. JESÚS: El Rey. A los judíos.
[65] Salmo133:2 
[66] Josefo, el historiador del siglo I, escribió: --[Samuel] tomó el aceite en presencia de David, y ungió a éste, y le susurró al oído y le informó de que Dios lo escogió para que fuera rey de ellos; y lo exhortó a ser justo […]--. Josefo, Antigüedades de los judíos 6.8.1 (61–65).
Saúl hirió a sus miles, y David a sus diez miles
[67] Diseño Profético. 2009.
[68] San Juan 14:13-14; 15:16.
[69] Se cree que su altura fue de “seis codos y un palmo”, es decir 3, 20 mm metros si consideramos al codo como 52, 5 cm.cm. centímetros. Aunque poco usual, no es un fenómeno imposible, como lo confirma el descubrimiento en Palestina de esqueletos humanos de estatura similar y del mismo período aproximadamente.
[70] 1Samuel 17:16 
[71] Ezequiel 22:30 
[72] 1Pedro 2:19 
[73] 1 Samuel 17:1-58.
[74] Salmo 23:6.
[75] 1Samuel 18:1-7. 
[76] Habacuc 1:2-3; 13. 
[77] Habacuc 2:1-4. 
[78] Romanos 4:18.
Dios, ¡Enséñame a adorarte!
Evangelio según Juan. JESÚS: Dios. A todos los que creen.
[79] Éxodo 2:22. 
[80] Romanos 11:33 
[81] Romanos 9:45. 
[82] Mateo 11:29-30. 
[83] Juan 1:1-4; Filipenses 2:5-11
[84] Mateo 2:11.
[85] Mateo 8:2; 9:18; 14:33; 15:25; 20:20.
[86] Mateo 28:9,17.
Adorarte en espíritu y verdad
[87] Juan 16:14.
[88] Juan 4:20-24. 
[89] Marcos 14:36; Romanos 8:15; Gálatas 4:6. 
[90] Se atribuyen a David no menos de 73 salmos. Otros autores que se nombran en los títulos son Asaf (el salmo 50, y desde el 73 al 83), los hijos de Coré (desde el 42 al49; 84 al 85; 87 al 88), Salomón (el 72 y el 127), y Hemán (el 88), Etán (el 89), ambos ezraítas, y Moisés (el 90).
[91] Ángel González, El libro de los salmos, Editorial Herder, Barcelona, 1966. Helmer Ringgren, La fe de los salmistas, Editorial La Aurora, Buenos Aires, 1960.
[92] Isaías 9:6.
Derrama sobre mí tu unción
¡Ven, estemos a cuenta!
[93] Isaías 1:18 
[94] Salmo 2:9.
[95] Isaías 30:14.
[96] Isaías 41:25.
Vasija
[97] Salmo 13.1-2.
[98] Hebreos 12:15.
[99] Marcos 4:36-41.
[100] 2 Corintios 4:7-9.
[101] Génesis 2:7.
[102] Isaías 29.16; Jeremías 18:1-6; 64:8; Romanos 9:20.
[103] 1 Corintios 2:9.
¡Vacía mi vaso, Señor!
[104] Sanidad en las relaciones familiares. Elba Somoza. Ediciones Certeza Argentina. Buenos Aires 2002.
[105] http://mensajesdeexito.com/presencia/el-adn-espiritual-bernardo-stamateas/
[106] 2 Samuel 7:18-29.
Hablemos de la unción

[107] E. Kutsch, Salbangals Rechtsaktim A.T. (ZAWZAW Zeitschriftfür die al ttestamentliche Wissenschaft Beiheft 87), 1963; W. Brunotte, D. Müller, C. Brown, The New International Dictionary of New Testamento Theology, 1975, página 119–124. A. Motyer, Pastor de Christ Church, Westbourne, Dorset. Ex director Del Trinity College, Bristol, Inglaterra.
[108] Éxodo 30:22ss.
[109] 2 Samuel 1:21; Isaías 21:5, probablemente para consagrarlos para la “guerra santa”, véase Deuteronomio 23:9ss.
[110] Jueces 9:8; 2 Samuel 2:4; 1 Reyes 1:34.
[111] Éxodo 28:41.
[112] 1 Reyes 19:16.
[113] Éxodo 30:32–33.
[114] 2 Reyes 9:11–13.
[115] Éxodo 30:22–33.
[116] 1 Samuel 24:7.
[117] 1 Samuel 10:1.
[118] Salmos 23:5; 92:10.
[119] Salmos 105:15; Isaías 45:1.
[120] 1 Samuel 10:1, 9; 16:13; Isaías 61:1; Zacarías 4:1–14.
[121] Hechos 10:38; 1 Juan 2:20, 27.
[122] Santiago 5:14.
Profetas
[123] 2 Reyes 2:1-15.
[124] 2 Reyes 2.19-22; 4.1-7; 4.38-41; 4.42-44; 6.1-7; 13.20-21; 4.8-37; 5.1-27.
Reyes y sacerdotes
[125] 2Samuel 2:4
[126] Éxodo 30:22-31. 
[127] Joel 2:28 
[128] Hechos de los apóstoles 2:1-13.
[129] Hechos de los apóstoles 2:16-21.
[130] Éxodo 19:6; Isaías 61:6; 1 Pedro 2:5,9; Apocalipsis 1:6; 2:26; 3:21.5:10; 20:6.
¡Sé lleno del Espíritu!
[131] Efesios 5:18.
[132] Juan 14:15-18. 
[133] 1Corintios 3:16-17. 
[134] Mateo 3:11; Marcos 1:4; Lucas 3:3; Hechos 13:24; 19:4.
[135] Mateo 3:10-12; Lucas 3:9, 16,17.
[136] Gálatas 5:22-23. 
[137] Efesios 4:11-12.
[138] Juan 7:37-39.
[139] 2 Corintios 1:21-22. 
[140] Efesios 1:13-14)
[141] Joel 3:10.
[142] 2 Corintios 12:8-10. 
[143] Juan 1:16 
[144] 1 Juan 2:20-27. 
¿Para qué la unción?
[145] Lucas 4:18-19.
[146] Efesios 1:19, 20; Colosenses 2:12.
[147] Efesios 3:7; Colosenses 1:29; Gálatas 2:8.
[148] Efesios 4:16; Gálatas 3:5; 1 Corintios 12:6, 10, 11.
[149] Filipenses 3:21.
[150] Efesios 1:11.
[151] Efesios 3:20; Filipenses 2:13.
[152] 1 Tesalonicenses 2:13; Hebreos 4:12.
[153] Gálatas 5:6.
[154] Santiago 5:16.
[155] 1 Corintios 16:9.
[156] 2 Corintios 1:6.
[157] William Barclay: Profesor de Lenguas y Literatura del Nuevo Testamento en la Universidad de Glasgow, Escocia, y escribió numerosas obras, incluyendo la serie “El Nuevo Testamento comentado por William Barclay”. G1753Energeia: EL DIVINO PODER EN ACCIÓN.
[158] Lucas 11:9-13. 
¿Hay un lugar en tu mesa para hacer misericordia?
[159] Salmo 23:5.
[160] 1Samuel 23:14-25. 
[161] 1Samuel 26:1. 
[162] 2 Samuel 9:3. 
[163] 2 Samuel 4:4.
[164] 2 Samuel 1:17-27.
[165] Proverbios 28:1; 10:24.
[166] 2 Samuel 9:5-6. 
[167] Romanos 5:7-8.





 

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